El relevo del actual arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, monseñor Joan-Enric Vives, y su sustitución por el nuevo obispo coadjutor, Josep-Lluís Serrano, se puede precipitar en cuestión de pocas semanas. Según ha podido saber EL TRIANGLE, el Vaticano tiene prisa para consumar esta operación de cambio, que se podría materializar durante el mes de octubre.
Recordamos que Josep-Lluís Serrano fue anunciado como nuevo obispo coadjutor el día 12 de julio pasado, pocos días antes de que el titular del obispado, Joan-Enric Vives cumpliera, el 24 de julio, 75 años, la edad en la cual los prelados están obligados, por el Código Canónico, a pedir su jubilación. En muchos casos, el Vaticano opta por no aceptarla y prorrogar el mandato de los dignatarios eclesiales durante meses o años, como pasa con el actual cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, que ya tiene 78 años.
Pero no será este el caso de Joan-Enric Vives, que el Vaticano considera totalmente amortizado, y lo quiere sustituir rápidamente. Hay dos fechas clave: el 21 de septiembre, cuando Josep-Lluís Serrano será investido oficialmente con el cargo de obispo, en una ceremonia que se celebrará a la catedral de la Seu d’Urgell; y el 24 de septiembre, cuando se cumplirá el 50º cumpleaños de la ordenación sacerdotal de monseñor Joan-Enric Vives.
El todavía titular del obispado de Urgell había manifestado que le gustaría celebrar este cumpleaños en el ejercicio de sus funciones. Parece que la Santa Sede ha accedido a esta petición y, por eso, su sustitución se ha pospuesto hasta el mes de octubre. En conversaciones que ha mantenido estos últimos días, el mismo Joan-Enric Vives ha señalado que dejará el cargo durante el mes de octubre.
Una sucesión tan rápida no es normal y, en este caso, denota la urgencia del Vaticano para girar página en el espinoso conflicto que provoca la institución del coprincipado episcopal de Andorra, que el papa Francisco querría abolir. Recordamos, en este sentido, que Joan-Enric Vives fue designado en 2001 obispo coadjutor de Urgell, y que no se hizo cargo de la sucesión de Joan Martí Alanis hasta dos más años más tarde.
Con este antecedente, se había especulado que Josep-Lluís Serrano se mantendría como obispo coadjutor de Urgell durante un año, como mínimo, pero todo indica que el relevo se hará, en este caso, a corto plazo. Las fuentes eclesiales muy informadas ya hace tiempos que han detectado que Joan-Enric Vives no era persona del grato del papa Francisco ni de su hombre de confianza en España, el cardenal arzobispo Juan José Omella, con quien ha tenido abiertas discrepancias.
Según fuentes internas del Palacio Episcopal, Joan-Enric Vives ha encajado muy mal la nueva situación creada con el nombramiento de Josep-Lluís Serrano como obispo coadjutor y sucesor suyo. No era su candidato ni fue consultado. Se hace la víctima y se considera traicionado por el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, que, hasta su reciente nominación, tenía Josep-Lluís Serrano bajo sus órdenes en el poderoso equipo diplomático de la Santa Sede.
Otra cosa es que, en sus comparecencias públicas, Joan-Enric Vives se deshaga en alabanzas hacia el futuro obispo de Urgell y muestre su cara más falsa de cara a la galería. En su última carta pastoral, se permite el lujo de dar una serie de consejos a su sucesor, muchos de los cuales están a los antípodas de su actuación en sus 21 años de mandato.
El aterrizaje de Josep-Lluís Serrano en el Pirineo ha levantado mucha expectación. Es un prelado que tiene solo 47 años y, por lo tanto, se infiere que estará no muchos años al frente de un obispado demográficamente muy pequeño, como es el de Urgell, pero que lleva inherente la condición de copríncipe episcopal de Andorra.
El nuevo obispo coadjutor pertenece al selecto cuerpo diplomático del Vaticano, la élite de la curia romana, y ha ejercido en las nunciaturas (embajadas) de Mozambique, Nicaragua y Brasil. Su designación ha llegado de la mano del influyente cardenal Pietro Parolin, la mano derecha del papa Francisco. Esto da pistas que su designación al obispado de Urgell obedece a una “misión” política y diplomática de altos vuelos en relación con Andorra, que se tendrá que ver como se va concretando en los meses a venir.
Puedes leer el artículo entero en el número 1589 de la edición en papel de EL TRIANGLE














