Joan Laporta acumula problemas financieros y económicos que, por culpa de su invocada voluntad de improvisar y fiarlo todo a resolverlos en la prórroga y abusando de la suerte, empiezan a ser de demasiado volumen, públicos y complejos como para sortearlos a la velocidad que exige la correcta gestión del FC Barcelona. Como consecuencia de esta pertinaz negligencia, básicamente provocada por la ausencia de una estructura profesional seria y competente, el presidente azulgrana se ha estrellado espectacularmente en el mercado de fichajes y ahora apenas dispone de margen de maniobra y de tiempo para negociar la peligrosa curva de la auditoría que ya se le viene encima.
Porque Laporta no sólo ha llevado al Barça a un callejón sin salida, embaucando a los socios con asambleas y referéndum que recuerdan a la democracia orgánica de Franco, ídolo de su ex-cuñado Alejandro Echevarría, y con políticas sociales igualmente totalitarias. También ha comprometido seriamente el papel de Grant Thornton, la empresa responsable de validar las cuentas del FC Barcelona del ejercicio 2023-24, que, a su vez, por las circunstancias extremas que han rodeado el polémico cierre del año económico azulgrana, también será ‘auditado’ por el resto del sector, especialmente por el llamado ‘Big Four’: PwC, Deloitte, EY y KPMG, las ‘grandes’ con las que Grant Thornton aspira a competir en el mercado.
Los ojos de los auditores que repasan y controlan la contabilidad de las empresas que mueven el mundo, las más importantes por volumen o por visibilidad como es el caso del Barça, están puestos hoy en las formas y las maneras de Grant Thornton a la hora de dictaminar la salud de los estados financieros del Barça, precisamente porque algunas de sus decisiones como la legitimación de valor de Bridgeburg Invest por 408 millones en libros se ha revelado polémica. Claramente, existen sospechas y demasiados indicios de una evaluación excesivamente optimista y elevada como consecuencia de haber aplicado criterios menos rigurosos y profesionales de los habituales a la hora de cerrar las cuentas del ejercicio 2022-23.
El prestigio internacional de Grant Thornton está en juego, tanto como el reconocimiento personal de Ramón Galcerán (foto), su responsable en España, hasta ahora considerado un ejecutivo serio e inteligente, avalado por su currículo y sobre todo por su capacidad de liderazgo. Galcerán se enfrenta ahora a un dilema de extraordinaria repercusión financiera, profesional y mediática después de haber dado luz verde, el año pasado, a esa estimación tan arriesgada de Bridgeburg Invest, sociedad de la que el FC Barcelona es mayoritario con el 51%, dedicada a la explotación su fondo audiovisual y de los activos de nueva generación como los NFT, el metaverso y la web 3.0.
Grant Thornton jugó muy fuerte, probablemente sin la cautela y la prudencia necesarias, cuando validó el plan de negocio y el informe independiente presentados por Laporta que aventuraban el éxito de Barça Vision en la comercialización de los activos audiovisuales y de los digitales, así como el remate final de la salida a bolsa en el parqué tecnológico del Nasdaq con una capitalización inicial de 1.000 millones de dólares. El riesgo era enorme, una especie de acto de fe, probablemente inaceptable en el ámbito de la auditoría y completamente al margen de cualquier parámetro profesional, pero que Laporta consiguió incluir en los estados financieros mediante una doble promesa, la de ese ‘pelotazo’ bursátil y la de consumar la venta de Barça Studios a base de aportar el acuerdo con Libero y de garantizar, antes del 15 de junio de este año, los 140 millones por la venta a plazos del 49% a diferentes inversores. Y fue aún más lejos, dándose un ingreso contable de 208 millones por el valor de equivalencia del 51% propiedad del FC Barcelona.
Ante la que parece una absurda y temeraria actitud colaboracionista de Grant Thornton, el ex-directivo Evarist Murtra desafió a Eduard Romeu, el vicepresidente económico hasta hace unos meses, y al propio auditor jugándose un café a que Bridgeburg Invest produciría pérdidas por la inevitable reversión de su valor en el balance del ejercicio 2023-24. Por lo que respecta a la apuesta de Evarist Murtra, el presunto responsable del área, Eduard Romeu, optó por dimitir antes de la tormenta.
La realidad es que a día de hoy el impago de Libero sigue pendiente, como el del plazo de 60 millones vencido en junio y que la atípica y proverbial inversión de Aramark/Legends de 25 millones sólo ha servido para una transacción de acciones del 12,5% del total de Socios.com a Aramark, lo que significa, básicamente, que nada ha cambiado con respecto a la precariedad financiera del proyecto Barça Vision o, mejor dicho, que la situación ha empeorado, por más que Laporta vaya afirmando que con la llegada de nuevos inversores se garantiza el valor de la compañía. Sobra decir que al fiasco mundial del frustrado anuncio de la cotización en el Nasdaq debe añadirse que no existe ningún registro de la facturación ni rastro alguno de la actividad comercial de una sociedad que nació muerta y sigue en estado vegetativo.
Sólo la mantiene conectada al mundo real ese discutible pulmón artificial de Grant Thornton, auditor al que Laporta aprieta y presiona para que siga manteniendo en su caso concreto esa valoración de 408 millones que si ya pareció fuego de artificios hace un año ahora suena a cuento chino. Para Grant Thornton se trata de un dolor de muelas insoportable, incómodo y sobre todo perjudicial para su imagen, una situación que, por su enorme trascendencia mediática, se ha convertido en un foco de atracción y de prueba de fuego a los ojos del gremio.
Los expertos no consideran, a la vista de la información conocida sobre el caso, razones para sostener el valor de esos 408 millones de Bridgeburg Invest en la contabilidad creativa de Laporta, que a los ojos de LaLiga ha intentado compensar ese traumático descalabro con un ahorro salarial a base de cesiones/regalo como las de Vitor Roque o Lenglet, bajas gratuitas como la de Gündogan y el ridículo de querer fichar sin dinero (Nico Williams) o pagar a plazos el único refuerzo (Dani Olmo) finalmente inscrito con ‘trampas’.
LaLiga le ha ajustado el margen salarial de manera que, al contrario del discurso de Laporta, se ha ido alejando de la norma 1:1 hasta cerrar el mercado con sólo 22 jugadores con dorsal del primer equipo, en buena parte porque los impagos de la venta de Barça Studios, que se arrastran desde 2022, siguen lastrando su economía. LaLiga, no obstante, no se entromete en si ese vacío debe derivar en provisiones, o sea en pérdidas.
Algunas fuentes próximas y bien informadas confirman que el auditor siente esa presión del exterior ante la definitiva e inevitable decisión sobre Bridgeburg Invest, pues la voluntad de complacer al cliente, a Laporta en este caso, entra en franco conflicto con la aplicación de los principios contables que, se mire por donde de mire, apuntan a una revisión a la baja del valor de la sociedad y a un cierre del ejercicio 2023-24 con números rojos. En este final de película alguien parece condenado a perder el combate. Si Laporta se sale con la suya, Grant Thornton queda retratada y si el auditor invoca el amparo de las reglas del juego le sacará los colores al presidente. El pulso promete.











