Laporta alimenta la guerra contra Som un Clam por la democratización de la asamblea

El presidente no anunció si sería presencial el formato de la próxima asamblea ordinaria, la prensa no se atrevió ni a preguntarle, en una actitud vergonzosa, y Som un Clam pide que no se confunda una rueda de prensa con un ejercicio de transparencia porque no ha habido “respuestas”

Joan Camprubí

Una de las razones por las que Joan Laporta se decidió finalmente a dar la cara y a hacerlo con esa especie de beligerancia y agresividad en la rueda de prensa del martes fue porque horas antes la plataforma Som un Clam planteó su firme determinación de exigir, y conseguir, que la asamblea ordinaria correspondiente al ejercicio 2023-24 se celebre en un formato presencial que devuelva a los socios la posibilidad de participar activa y democráticamente en ese órgano supremo y soberano y recupere la salud social y el mínimo respeto por los derechos fundamentales reconocidos en los estatutos del FC Barcelona.

Para Laporta, esa reivindicación, que debería formar parte de la normalidad de la vida del club y no de la rutina totalitaria y dictatorial del régimen laportista, supone una amenaza, un desafío, un casus belli y el pretexto perfecto para haber abierto su intervención del martes con un encendido discurso en contra de esa oposición que, con nombre y apellidos, le ha acusado en pocas palabras de haber puesto al Barça en “peligro de extinción” y despojado a los socios, o sea a los propietarios del club, de todos sus derechos.

La suya fue una réplica clásica contra aquellos que quieren desestabilizar el club con noticias catastrofistas y discursos apocalípticos, seguida de ese discurso y descripción grandilocuente sobre el balance de su gestión, excelso, destacando la recuperación económica como un indiscutible mérito de una presidencia modélica y de referencia.

Lo peor de esa puesta en escena propia de la Plaza de Oriente en una llamada a combatir la masonería, el comunismo y las conspiraciones internacionales contra la “patria, una, grande y libre” fue que la prensa, en bloque, no se atrevió a realizar una sola alusión a la creciente actividad de Som un Clam por todo el territorio, por cierto con éxito de público y de apoyo a la redemocratización del Barça, y mucho menos a plantearle al presidente una pregunta tan básica, sencilla, directa y pertinente como cuál será el formato de la próxima asamblea, presencial o telemática. Ningún periodista cruzó esa línea por miedo a que su identidad pasara a formar parte de esa lista negra de Laporta y el riesgo de sufrir consecuencias como quedarse fuera del circuito de tertulias y de estar en los canales de comunicación oficialistas.

La situación creada, por tanto, es la de un escenario en el que Som un Clam ha sido ‘invitada’ a realizar acciones encaminadas a la reapertura social de la asamblea, a pedir adhesiones, fomentar actos, debates y mostrar músculo ante la fuerza tirana y mediáticamente tan poderosa del laportismo, quizás porque esa es la estrategia desde la junta, la de no avanzar cuál será el formato de la asamblea hasta no calibrar la verdadera fuerza del ‘enemigo’.

La reacción del colectivo liderado por Joan Camprubí y Jordi Roche ha sido rápida y enérgica en las redes sociales ante la parodia mediática laportista: “Ante el triunfalismo de Joan Laporta en la rueda de prensa del martes, Som un Clam reitera la preocupación por la situación de emergencia del club, subraya la urgencia por enderezar los problemas económicos y sociales de la entidad”, acentuando que en esa comparecencia “el presidente hizo énfasis en una recuperación económica ficticia, en línea con las informaciones y mensajes difundidos en los últimos tiempos, y que, al mismo tiempo, contrastan con la petición de tres años más para enderezar la situación. Se pretende generar ilusión con el regreso al Estadio en Navidad, cuando los expertos ya prevén retrasos y cuando los socios y socias no disponemos de ninguna información sobre esta vuelta. Se nos explica que Ilkay Gündogan, el jugador fichado la temporada pasada y que más minutos disputó, se marchaba por voluntad propia y por motivos deportivos, cuando el jugador, en el comunicado de despedida, apelaba a la ayuda económica que significaba para el club su salida”.

Som un Clam celebra “el buen arranque del equipo de fútbol a las órdenes de Hansi Flick y reiteramos nuestro apoyo incondicional al equipo. Pero este buen inicio de temporada no puede esconder una situación crítica que la actual Junta directiva no ha enderezado en tres años y medio de mandato. Y pedimos -ha manifestado- que no se confunda hacer ruedas de prensa con ejercicios de transparencia. El presidente vuelve a no dar respuesta a las preocupaciones de los socios, auténticos propietarios de la entidad. La situación social es crítica, con los socios despreciados y maltratados. Y con las peñas expulsadas de la vida social del club. Insistimos en el llamamiento en poner en valor el papel de los socios y para exigir transparencia, responsabilidades y presencialidad en la próxima Asamblea”.

El pulso, pues, está ahí. La maquinaria periodística mayoritaria al servicio de los intereses del presidente contra Som un Clam liderando ya el frente opositor y la duda delirante y surrealista que deja abierta la junta sobre si se aferrará a sus formas franquistas y a la política del discurso único para salvar una asamblea que se va a poner muy complicada por culpa de las estridencias y disparates financieros del laportismo.

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