Mayoritariamente, la prensa especializada en informar de la actualidad barcelonista ha protagonizado esta semana un disciplinado y llamativo ejercicio de sumisión y servilismo de la causa laportista incomparable y rayano la vergüenza profesional, con apenas excepciones.
Entre el martes y el miércoles, coincidiendo con la inscripción de Dani Olmo por la vía forzada e insultantemente manipulada de la conversión de la tendinitis de Christensen en una lesión probable de más de cuatro meses, la prensa y los voceros digitales arroparon la ‘trampa’ con titulares que daban por hecha la firma del nuevo contrato de Nike antes incluso del viernes día 30 para poder cerrar un par fichajes a tiempo de reforzar poderosamente el equipo de Hansi Flick.
Esta ficción mediática llevada al extremo sirvió para ocultar la realidad, o sea para desviar la atención de forma que la maniobra Dani Olmo no se explicara en su contexto genuino como lo que era: un subterfugio reflejo de la precariedad financiera, el fracaso de la gestión de la junta y el incumplimiento de todas y cada una de las promesas de Joan Laporta a lo largo del verano.
El gol de Dani Olmo en su debut, con el que el Barça logró la victoria en Vallecas la noche del martes, sirvió para amplificar esta euforia y dejar volar la imaginación de cara al fin de fiesta del mercado.
El mal despertar de lo que era otro embuste laportista -de los que hacen época- llegó apenas veinticuatro horas más tarde cuando, durante la tarde el jueves, la propia junta hubo de cortar de raíz todo aquello que la prensa había imaginado sobre el final feliz con Nike, precisamente porque Laporta tomó consciencia de que utilizar el nombre de Nike en vano podría acarrearle más problemas y complicaciones de las que ya tiene, pues ni se ha avanzado con el contrato ni Nike estaba dispuesta a tolerar esa manipulación por parte de Laporta.
El presidente hubo de pedir, a través de su aparato de comunicación y control mediático, que se silenciase cualquier alusión a las relaciones con Nike y mucho menos darle credibilidad al cuento explicado a la prensa dos días antes. Por eso, desde el jueves, en la prensa barcelonista ni se habla de Nike y mucho menos del ridículo de Laporta, incapaz de inscribir a más de veintidós jugadores.