A Laporta se le fuga su ‘cerebro’ fiscalista en plena crisis del margen salarial

El primer ejecutivo de esa área capital de la administración azulgrana ha dejado su puesto, al mismo tiempo que otros cargos de peso también han abandonado el barco confirmando esa deserción masiva de profesionales, más de treinta, que el presidente y su núcleo duro insisten en no sustituir

Joan Laporta

De una sola tacada, la prensa ha filtrado nuevas bajas de ejecutivos de peso en áreas estratégicas de la administración de JoanLaporta confirmando ese incesante goteo de fugas que ha sido una constante de su administración ingobernable y descontrolada. La más destacada es la de ÀngelRocamora, experto en derecho fiscal, que también ha decidido poner tierra de por medio entre su reputación y profesionalidad y la cueva de líos y embustes en la que se ha convertido el día a día del laportismo.

AlbertBagó, del departamento de estrategia, y GemmaHuertas, acreditada miembro del cuerpo de protocolo, también han salido en los últimos días, superando la treintena de altos cargos y responsables de áreas protagonistas de un éxodo causado por el estilo, las formas y el totalitarismo presidencial en buena parte.

El resto de la culpa de que los mejores empleados salgan por patas a buscarse la vida en otros frentes, aunque sea a costa de cobrar menos y trabajar para una empresa con menos visibilidad que el FC Barcelona, recae en ese núcleo duro, el acertadamente denominado camarote de Laporta, en el que reina la improvisación, la negligencia, el amiguismo y el nepotismo bajo el control de figuras como la jefa de gabinete, MananaGiorgadze y su larga corte de familiares, los hermanísimos Maite y Xavier Laporta, o el inefable EnricMasip, todos ellos gobernados por la figura catedralicia y externa de AlejandroEchevarria, ex-cuñado y máxima autoridad laportista en asuntos domésticos variados y también futbolísticos de cierto calado.

En determinadas materias financieras y económicas, últimamente han ascendido a influencers del presidente personajes de la junta como FerranOlivé, mitad tesorero mitad CEO en mini-funciones; ÀngelRiudalbàs, avalador estrella con derecho de pernada y en menor medida AntonioEscudero y XavierPuig, a los que Laporta es permeable y próximo por su infatigable espíritu de fiesta y diversión.

El resultado es el de una organización interna que emana de la no menos demostrada capacidad del presidente para el capricho y la prioridad de intereses y operaciones que no siempre, por desgracia demasiadas veces, son coincidentes con los de la institución. Aquel que se atreva a cuestionar el criterio o las decisiones tan personalistas de Laporta o de cualquiera de sus preferidos ya conoce de sobras las consecuencias, que van desde el arrinconamiento y la degradación de funciones al despido, pasando por un mobbing insoportables.

Cuando, además, estos ejecutivos se ven obligados a participar en actuaciones cuestionables y aplicar parámetros realmente anormales y al límite, o directamente interpretables al margen del ordenamiento jurídico, el desenlace más común y repetido es el de la dimisión y la salida por la puerta de atrás del modo más discreto y silencioso posible.

Nadie da portazos ni deja declaraciones o denuncias que pondrían los pelos de punta porque de algún modo han acabado siendo cómplices, ni que sea por omisión, de tanto tejemaneje y opacidad. Esa es la razón por la que, en su gran mayoría, no se suplen las bajas con más fichajes ni se nombran sustitutos, simplemente las funciones se acaban asumiendo por elevación desde ese núcleo de mando que, ciertamente, ya no responde a ninguna estructura reconocida profesionalmente como un comité de dirección competente ni liderado, como sería lógico, por un CEO, un gerente o cargo similar.

En cambio, la figura presidencial promueve precisamente lo contrario, la ausencia de una estructura mínimamente organizada, ejerciendo esa autoridad plenipotenciaria a capricho, a impulsos y a veces al dictado de sus propósitos a corto, privados o del club, o de su corte de aduladores, integrantes de ese núcleo duro que a su vez retroalimenta el caos y el desorden reinantes y habituales.

La consecuencia directa de este caótico reino laportista es esa inevitable deserción de ejecutivos que, como Àngel Rocamora, ha abandonado su puesto al frente del control fiscal de las operaciones azulgrana, precisamente en un momento delicado y de complejidad de la facturación y de la logística administrativa, en especial la gestión del margen salarial. Estaba considerado un ‘genio’ en su ámbito, con una capacidad y conocimientos tan acreditados y reconocidos que, pese a tratarse de uno de los últimos fichajes de Josep Maria Bartomeu, había sobrevivido al régimen laportista.

Su huida, aunque discreta, es significativa, tanto como la del resto de otros cualificados profesionales que no han querido soportar por más tiempo esa atmósfera laboral enrarecida y tan poco edificante, irrespirable para muchos a raíz de las sucesivas bajas de peso que se han ido registrando con el tiempo, especialmente en el área de las finanzas y de la economía barcelonista desde la lejana renuncia de FerranReverter, de todo su equipo, luego de la directora financiera y del propio vicepresidente económico EduardRomeu, por no hablar de la cúpula entera del EspaiBarça que, en la totalidad de los casos, no han sido sustituidos ni relevados.

Bajas que sólo han engordado la jerarquía del presidente y de sus adláteres. Así le está yendo al Barça de Laporta.

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