El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont anunció el 5 de febrero que el jefe de su Oficina, el hombre en quien había confiado para que consiguiera el apoyo del Kremlin para la independencia de Catalunya, Josep Lluís Alay, había sufrido una hemorragia cerebral. Explicó en un mensaje en la red social X que había sido operado y que se mantendría de baja una temporada. Alay, que hasta entonces había sido hiperactivo en las redes sociales, enmudeció públicamente. El 10 de mayo reapareció puntualmente en X. Dos días antes de que se celebraran las elecciones al Parlament en las que Puigdemont encabezó la lista de Junts, publicó un hilo de tres mensajes pidiendo el voto para él. Acababa explicando que «me recupero con firmeza y a punto de volver a primera línea de la lucha por la independencia de nuestro país».
Alay volvió al silencio mediático hasta el pasado 3 de agosto. Ese día reenvió la larga carta que Puigdemont publicó después de que las bases de ERC dieran el apoyo del partido a Salvador Illa como presidente de la Generalitat y escribió este mensaje: “Ante tanta ignominia, ha llegado el momento de enseñar las garras. Con el Presidente legítimo de Cataluña @KRLS”.
Desde entonces ha vuelto su hiperactividad a las redes sociales. Lo ha hecho con una agresividad superior a la que había demostrado antes de la interrupción forzada por el derrame cerebral. Aparte de las tradicionales apologías de Puigdemont, ha subido a X mensajes durísimos, despectivos e incluso insultantes contra los dirigentes de ERC y del PSC. Además, se ha sumado a la teoría conspiranoica sobre los atentados del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils. El pasado diecisiete de agosto escribía un breve “CNI”, dando por buena la tesis de que los atentados fueron controlados por los servicios de inteligencia españoles.
El 13 de agosto, ERC recordó en un post que ese día del año 1940, el presidente de la Generalitat Lluís Companys fue detenido en La Baule y entregado al régimen franquista. Alay comentó así el post: “Hay que tener muy poca vergüenza para poner este tuit, cuando sólo hace dos días queríais hacer lo mismo con el Presidente Puigdemont”. Sus críticas a los Mossos por intentar detener al expresidente y candidato de Junts a la reelección son destempladas. Los acusa de prácticas «estalinistas», dice que el gobierno Aragonés hizo «un papelón» y de ser «una vergüenza». Al comisario jefe de los Mossos, Eugeni Sallent, le dedica este comentario: “¿Lo podéis hacer coronel de la Guardia Civil y que no moleste más por favor? Que se vaya”.
El apoyo de ERC a Salvador Illa en su investidura como presidente le provocó esta reacción: «ERC ha entregado la Generalitat de Catalunya a España». Y ha reenviado mensajes como éste de Pilar Rahola: “¿Alguien sabe dónde están Marta Rovira y Oriol Junqueras? ¿Se los ha tragado la tierra? ¿Se han quedado mudos por la vergüenza de lo que han hecho? ¿Están de parranda?”. O este otro del periodista Carlos Heredia, de LaRepública.Cat: “El tiempo ha demostrado que el «procés» para ERC nunca fue de independencia, sino de ganar la hegemonía al mundo convergente para gobernar la autonomía. Al final, ni lo uno ni lo otro. 2 años de un @gobierno para olvidar y ahora borrados por el PSC. El problema es el precio de todo esto”.
Alay estuvo en la comitiva que acompañó a Puigdemont hasta el escenario del Arc de Triumfo el pasado día 8. Lluís Llach fue uno de los que se felicitó al verle recuperado. Se abrazó con muchas personas, Laura Borràs, entre ellas. Puede vivir en Cataluña, si quiere. La amnistía y los errores del juez García Castellón hacen que sólo esté incluido en el sumario de la trama rusa del ‘procés’. El juez Joaquín Aguirre le investiga por el delito de “alta traición” y se niega a aplicarle la amnistía. La sede de la Oficina de Puigdemont como ex-presidente está en el Palacio Centelles, cerca del de la Generalitat donde ahora hay un presidente que a Alay, como se ve, no le gusta lo más mínimo.