“Es increíble que en el mes de enero se traiga a un chaval de 18 años por 60 millones cuando no hacía falta. Yo, que he estado en este negocio durante muchos años, sé que una operación de estas no aguanta veinte años si no hay reparto de dinero. Es un escándalo”. Estas palabras de Josep Maria Minguella sobre el vergonzoso fichaje de Vitor Roque han venido a encender los ánimos de determinados sectores del barcelonismo que asisten incrédulos al espectáculo, cada vez más inexplicable, improvisado y delirante, previo a la inscripción de la plantilla de Hansi Flick, que aún no tiene claro si podrá contar este fin de semana con Dani Olmo para jugar en Montjuïc.
Ayer por la tarde, hasta el propio entorno del jugador filtró cierto malestar en reacción a un retraso que Joan Laporta le prometió que no se produciría. El propio fichaje estrella del verano azulgrana siente ahora, más o menos, la misma falsaria ilusión que el resto de los aficionados, mosqueados por el relato oficial de Laporta que, en un mes, ha pasado de “estar en condiciones de fichar a Nico Williams y Dani Olmo” y de “estar muy cerca de poder trabajar bajo la regla 1:1 del fair play financiero” a esconderse y apelar a todas las trampas contables posibles para poder darlo de alta, eso después de haber encajado el duro y ridículo golpe de la rotunda negativa de Nico Williams a aceptar la oferta del Barça.
Hoy se sabe que su intento de fichaje no sólo era un brindis al sol, una especie de golpe mediático para atraer a inversores que tapasen las deudas de Barça Studios y también una fantasía por falta de margen salarial real para inscribirlo, sino que cuando el delantero navarro le dijo al Barça que sí, Laporta tuvo que admitir que ni en el más húmedo de sus sueños podía disponer de los 62 millones para pagar su cláusula de rescisión.
El problema se ha agudizado porque el ruido de fondo sobre las cuentas de Laporta está sacando de sus casillas hasta al periodismo más entregado y colaboracionista, pues las informaciones que tratan de desentrañar cuál es verdaderamente el plan financiero para poder inscribir a Dani Olmo no acaban de coincidir ni de despejar las dudas en torno a ese misterio que se ha convertido en el secreto mejor guardado de LaLiga y de la propia junta azulgrana.
La mayoría de los medios había afirmado reiteradamente que si se cerraba la cesión de Vitor Roque y que si un jugador como Ilkay Gündogan renunciaba a su ficha creciente, el camino quedaría expedido para la luz verde del dorsal de Dani Olmo. Pero no ha sido así, al menos por ahora, con el inconveniente añadido del futuro de Lenglet, que plantea sus propias condiciones para irse al Atlético de Madrid. Tampoco parece que las operaciones de traspaso como la de Mika Faye al Rennes francés vaya a abrir un camino que sigue cerrado por culpa del agujero sin fondo de Barça Studios, que no ha taponado la inversión de Armarak, de 25 millones solamente, que además han servido para adquirir las acciones de Socios.com, o sea, para una transacción interna de acciones y no, como se había presumido, para resolver el impago de los 40 millones de Libero, inmaculado y peligrosamente pendiente, como los 60 millones del segundo plazo de la capitalización del 49% de la venta.
En estos momentos, a pocos días del cierre del mercado, la patronal ha dejado de insistir en que el Barça está muy cerca de la regla 1:1, mientras Laporta no ha permitido que Dani Olmo fuera formalmente presentado en un acto con preguntas de la prensa para evitar, precisamente, preguntas incómodas y precisas sobre una situación que se repite año tras año y que, en la coyuntura actual, plantea enigmas y parámetros confusos.
¿Cuál es la situación, por ejemplo, de Vitor Roque? Si no estaba previamente inscrito, según habían asegurado los expertos en estos temas, no se podía formalizar una cesión que liberase margen salarial, en su caso el correspondiente al 50% de la ficha y de la amortización de su fichaje. La prensa ha afirmado que se trata de una cesión de un futbolista no inscrito, lo que lleva a suponer que Laporta, al no poder dar ese paso anterior, ha echado mano de una maniobra sospechosamente diabólica, consistente en permitir que el Betis lo inscriba como propio aunque el club andaluz haya admitido que no puede pagarle la ficha completa ni desde luego asumir su fichaje.
¿Quién cubre los costes de la operación? El del traspaso procedente del Atlético Paranaense lo financia el FC Barcelona y también la parte del salario que el Betis no asume mediante algún tipo de pacto y de mecanismo que burla el control de LaLiga y que el Barça tampoco ha aclarado ni, de hecho, ha admitido en sus comunicaciones oficiales.
Vitor Roque aparecía hasta esta mañana como jugador del primer equipo en la web azulgrana, igual que Gündogan, mientras que el Betis tampoco ha hecho oficial un acuerdo complicado de entender como cesión en los términos habituales, incluida una opción de compra que en ningún caso sería obligatoria. La visión más experimentada y fiable de Josep Maria Minguella, afirmando que la situación y el fichaje de Vitor Roque no se sostienen si no es porque se han repartido comisiones de por medio que no se pueden explicar ni justificar, es lo que está provocando y aumentando el malestar y hasta la indignación mediática en torno a la gestión cada vez más opaca y surrealista del mercado.
Por medio de qué artimaña acabará Vitor Roque vestido de verdiblanco es uno de los grandes enigmas del momento, sabiendo que quien se comprometió a pagar 30 + 31 millones por él es el FC Barcelona por culpa de la voluntad y el deseo de Laporta. Si no se resuelven en breve los entresijos de este nuevo giro sobre el futuro del brasileño, más tarde o más temprano se acabarán desvelando las claves de un fichaje que, si Laporta no sale a desmentir o replicar, está ahora mismo bajo el foco de las tenebrosas palabras de Minguella sugiriendo que si Laporta cerró el fichaje con André Cury es porque “ha habido reparto de dinero”.