Después de ganar la Eurocopa y tener una selección tan ilusionante que partido tras partido nos demostró no solo que no era imposible ganar la Eurocopa, sino que la terminarían ganando, consiguieron algo maravilloso: unir el pueblo español. Poder decir “Viva España” desde cualquier punto del país. En pocos contextos se me ocurre tristemente poder decirlo con esta alegría esto. Necesitábamos los ciudadanos de este país algo que nos uniera y lo logró nuestra selección.
Dejando ideologías y colores de clubs a un lado, consiguieron que todos los culés defendiéramos a Carvajal o los merengues a Lamine Yamal. Pero lo más importante, consiguieron ilusionarnos y hacernos desconectar durante unas semanas de la polarización política y los problemas que tenemos en nuestro país, que no son pocos. Y sí, decía George Orwell en su mítica novela 1984 que “el fútbol, la cerveza y, sobre todo, los juegos de azar llenaban el horizonte de sus mentes. Mantenerlos en control no era difícil.” O si vamos más atrás, la mítica frase “Pan y Circo”, cuyo origen proviene ya directamente de la República romana cuando el Senado decidió ofrecer alimentos a precios bajos y espectáculos gratuitos para controlar a la población.
Con esto quiero decir que muchos somos conscientes que esto les ha venido de maravilla a los políticos para aprobar leyes que ni nos hemos enterado, para hacer discursos populistas y aun así, no pudieron evitar politizar el futbol pese la ilusión de millones de españoles y por supuesto, incluyo la mayoría de catalanes y vascos.
Por un lado, tenemos los independentistas, que parto de la base que me parece muy legítimo e incluso coherente que, si no se sienten españoles, no apoyen la selección española. Pero lo que me parece lamentable es cuando vieron que contra todo pronóstico ganábamos la final contra Inglaterra, empezaran a insultar a todo aquél o aquella que hacía un comentario en redes sociales o directamente nos poníamos la camiseta de la selección ganadora, la española, o colgábamos la bandera en los balcones por unos días, etc. ¿De verdad nos dan lecciones desde hace una década de democracia y libertad estos intolerantes? Que ironías. Por supuesto, diputados de Junts, ERC, CUP y demás, empezaron ya antes de la final a insultar al alcade de Barcelona, Jaume Collboni, por poner una pantalla gigante en Plaça Catalunya. Lo mismo hicieron con las alcaldesas de Sabadell, Santa Coloma, Esplugues y de tantas ciudades del famoso “cinturón rojo”. De hecho, se hizo en la mayoría de las ciudades y capitales catalanas salvo Girona, que una vez más la intolerancia les pudo y se negaron a poner una pantalla para aquellos que quisieran legítimamente ir a ver la selección en un punto concreto de la ciudad con sus amigos, familiares, pareja o con quién sea. Menudo concepto de libertad tienen…
Luego vino la segunda parte. No del partido, la segunda parte de la intolerancia supremacista por parte de ciertos sectores del independentismo catalán llamando a la gente que celebraba la victoria de la Eurocopa todos aquellos piropos que nos acostumbramos a escuchar en 2017 en pleno auge del ‘procés’: Personalmente solo por felicitar y alegrarme por la selección de mi país y los jugadores de mi club, el Barça, a mí me llamaron “ñordo”, “colon”, “botifler”, o directamente “mal catalán” o me gritaron “p… Espanya”.
Insisto, qué triste. No tienen mayoría social, ni institucional y parece ser que muchos de ellos tampoco tienen respeto. Agradezco al alcalde de mi ciudad que por fin se haya dado la posibilidad de quién quisiera pudiera ir a ver la final de la selección de nuestro país a la principal plaza de Barcelona como es la Plaça Catalunya. Y me alegro del éxito que ha tenido tanto en la ciudad condal como en las ciudades vecinas con más de cuatro mil asistentes en cada una de ellas. Una vez más, mi recordatorio permanente es que todos somos catalanes más allá de lo que votemos, pensemos o a quien apoyemos. Y lo diré siempre.
Por otro lado, me alegro mucho de la victoria de nuestra selección por todos aquellos falsos patriotas racistas que desde un primer momento dijeron que “por primera vez no apoyaban la selección española por ser una selección marroquí.” Este repugnante comentario haciendo referencia a un catalán, Lamine Yamal, les salió mal. Ya que ha sido el jugador revelación y de los mejores por no decir el mejor no solo de la selección española de fútbol sino de la Eurocopa en su conjunto, marcando goles decisivos. Otro jugador que ha sido una estrella es Nico Williams, a los que estos mismos racistas tampoco veían con buenos ojos para “su selección” por su color de piel. Estaría bien que estos “patriotas” entendieran en primer lugar que la selección es de todos, que no es “su selección”, y que por supuesto estos dos chavales que son jugadorazos de 17 y 22 años respectivamente aparte de resultar ser las estrellas de la Eurocopa irónicamente tenían desde un inicio toda la legitimidad para jugar en España porque son tan españoles como los demás. Parece mentira tener que recordar que el color de piel no te hace más o menos español. Esto se llama racismo. Igual que se llama supremacismo lo que hacen todos aquellos que nos dicen que somos menos catalanes o vascos por defender o ver la selección española siendo de Catalunya o el País Vasco.
También lamento el intento de manipulación por parte de algunos simpatizantes del Gobierno o periodistas señalando al jugador Carvajal como “maleducado” por no mirar los ojos del presidente Sánchez, cuando hizo lo mismo que prácticamente la mitad de los jugadores de la selección, entre otros Lamine Yamal, Joselu, Cucurella. Cosa que no ocurrió no solo con el Rey Felipe VI ahora, tampoco en anteriores logros de la selección española con el presidente Zapatero o el presidente Rajoy. Quizás sería mejor que se miraran al espejo y se preguntaran porque no les pasó y a Sánchez sí en lugar de señalar a futbolistas que siguen un protocolo tras hacer su trabajo que es jugar el torneo y encima ganarlo.
Será “Pan y Circo”, pero lo prefiero mil veces al que estamos acostumbrados a ver en el Parlament de Catalunya, o el Congreso y Senado de España. Al menos el futbol nos une a la mayoría y nos ha dado una alegría y su función es esta, jugar para distraernos y ganar, mientras cada día seguimos viendo espectáculos lamentables de muchos de nuestros políticos por parte de unos y otros cuando su función es representarnos y gobernar.
Por suerte, la mayoría sabemos las dinámicas de nuestros dirigentes y nos alegramos por nuestros futbolistas. Enhorabuena a todos ellos y a por muchos logros más.
