El último informe de Greenpeace sobre el estado de la costa en toda España destaca, en el caso de Cataluña, las grandes afectaciones que causan el exceso de cemento y hormigón en primera línea de mar. Según el informe Crisis a toda costa 2024, la costa catalana «es uno de los tramos del litoral mediterráneo donde es más urgente poner en marcha políticas de adaptación a corto, medio y largo plazo», puesto que las medidas que tratan de «contener el mar con hormigón y tirar millones de euros reponiendo la arena de las playas son ya claramente inservibles».
«Las playas catalanas hace años que sufren regresión debido, por un lado, a la menor aportación de sedimentos de los ríos y, por otro, a los espigones y puertos deportivos que han aumentado la erosión en las playas. Como resultado, su grado de exposición es muy mayor y los temporales marinos causan cada vez más daños». A esto, destaca el informe, se suma el hecho de que «las ramblas y rieras han sido fuertemente alteradas por viviendas e infraestructuras, cauces de ríos llenos de obstáculos que, como hay sequía, parece no importar, pero cuando llueve, se desbordan». Esta situación «es clara» en la comarca del Maresme, donde las playas prácticamente desaparecen en invierno, y especialmente en el municipio de Montgat, la playa del cual «ha perdido el 90% de la arena».
Teniendo en cuenta el aumento de la frecuencia e intensidad de los acontecimientos meteorológicos extremos a causa de la quema de combustibles fósiles, las soluciones aplicadas hasta ahora como diques, espigones y regeneraciones artificiales de playas son «parches» que no solucionan el problema, y que solo duran meses. Además, son muy caros: según estimaciones del personal técnico, las regeneraciones artificiales de arena se han llevado en la costa catalana más de 1.500 millones de euros en la última década.
Los paseosmarítimos también están en entredicho y, según un estudio reciente de la Escuela de Caminos de la Universidad Politècnica de Barcelona, los once paseos marítimos con más riesgo de sufrir las consecuencias de la crisis climática se concentran sobre todo en la mitad norte de Cataluña: Llançà, L’Escala, Pineda de Mar, Vilassar de Mar, Premià de Mar, El Masnou, Montgat, Salou, L’Ampolla y dos paseos marítimos de Sitges. «La única posibilidad es devolver la calidad ambiental a los espacios costeros para que el sistema pueda mantenerse. Esto significa inventariar qué infraestructuras, paseos marítimos e incluso viviendas situadas en zonas de máximo riesgo tienen que trasladarse de la primera franja de costa, para que esta pueda hacer su función y protegernos», asegura Greenpeace.
«Se tienen que reconectar los ríos con el mar y las playas, tal como demuestran los más recientes estudios científicos. Durante décadas el turismo ha deformado la costa a su gusto, pero esto ya no funciona más, esta actividad tiene que adaptarse al territorio y a las necesidades de su población», defienden los ecologistas.
Otros problemas de la costa de Cataluña
Las inundaciones y la contaminación por aguas fecales son también problemas que destaca Greenpeace. En cuanto al primer aspecto, según un informe de RiskCat, que evalúa los riesgos de los fenómenos extremos en Cataluña, un 15% de la superficie urbanizada se encuentra en zona inundable (fluvial o marítima). Por su parte, el Servicio de Protección Civil de la Generalitat ha señalado que el riesgo de inundación es la primera causa de pérdidas económicas y vidas humanas en Cataluña.
Las zonas identificadas con un mayor riesgo de inundación son el Delta del Ebro, el tramo entre Malgrat de Mar y Blanes, zonas próximas al delta del Llobregat y al Besòs (área metropolitana de Barcelona) y puntos del Alt Empordà (Girona). En casi todos los casos, tienen un nivel de urbanización e infraestructuras muy elevado.
En cuanto a la contaminación por aguas fecales, la entidad asegura que es una «asignatura pendiente» que «supone la prohibición del baño ocho días al año de media». «Cada vez que las lluvias torrenciales llegan a la costa, muchas playas se ven afectadas por la entrada de aguas fecales. El aumento de la población y de los acontecimientos meteorológicos extremos agudizarán este problema», alerta Greenpeace.