Ya empiezan a filtrarse informaciones que, contrariamente a la cortina de humo provocada por la junta directiva de Joan Laporta, apuntan la posibilidad de reabrir el estadio azulgrana en el mes de abril de 2025 y no en una fecha aproximada de enero o febrero. Las sospechas de que, en realidad, la primera oportunidad real de volver a Les Corts está fijada para la primavera el año próximo empiezan a cobrar carta de naturaleza y a destapar que esas tournées mediáticas que la junta organiza de cuando en cuando para desviar la atención de otros temas de la actualidad no son más que otra teatral actuación que tiene por objetivo aumentar la demanda de abonos para la temporada.
La verdad es que no se están haciendo públicas las cifras reales de las solicitudes de abonos para la primera parte del curso que, como mínimo, se disputará en Montjuic hasta la mitad del calendario. Tampoco ha acabado de quedar claro que quienes compren un abono de media temporada vayan a tener preferencia a la hora de dar el salto de vuelta al Spotify en esa versión reducida para 60.000 espectadores. La junta no se ha atrevido a definir esta posibilidad, que la vicepresidenta Elena Fort sí que había apuntado inicialmente, a causa de posibles dificultades legales en torno a los derechos adquiridos por los socios que pueden acreditar tantos años de pago y de ocupación de un asiento en el estadio azulgrana. En este supuesto escenario todo apunta a que, en caso de overbooking, se arbitraría un sorteo o algún sistema de posible rotación.
En la práctica, sin embargo, parece complicado que se den las condiciones de reapertura del estadio a tiempo de plantear un regreso masivo y efectivo de los socios del Barça en la temporada que está a punto de arrancar. La afirmación, rotunda, negando ese regreso en la fecha predicha por la directiva la ha hecho el periodista Salvador Sostres, habitualmente bien informado de esa otra cara del laportismo mediáticamente manipuladora y embustera que tan bien conoce porque durante bastantes años formó parte de ella y tuvo un destacado protagonismo en ese poderoso aparato de propaganda.
De acuerdo con su versión, aunque la vicepresidenta Elena Fort convocó e instruyó recientemente a los medios sobre un nuevo calendario que contemplaba el abandono de Montjuic como muy tarde en enero, en realidad la directiva es plenamente consciente de que la primera puerta de regreso no estará operativa hasta el mes de abril. La idea era, no obstante, generar inicialmente la expectativa de una probable fecha de reutilización del estadio a mediados de diciembre con el matiz de que, por la proximidad de las fiestas de Navidad, podría pasar que no fuera posible cumplir con ese plazo hasta enero. Elena Fort, con esa contumaz actitud y predisposición a la media verdad, remató ese encuentro con la prensa, luego de fijar el titular para enero de 2025, con un off the record desconcertante en el que susurró un mensaje más inconcreto. «Si por alguna razón al final se produjera algún retraso añadido, no sería ningún drama», resumieron los periódicos y radios a modo de epílogo de esa jornada de visita de obras, transparencia y señuelo mediático.
Si se repasa la hemeroteca, el socio del Barça avispado puede encontrar en el diario Ara una información de ese mismo día que reflejaba el malestar de Barcelona Serveis Municipals, ente del Ayuntamiento de Barcelona que gestiona el estadio Lluís Companys, por el estado de incomunicación y mutismo de la junta de FC Barcelona ante sus reiteradas preguntas sobre hasta cuándo extenderá Laporta el uso del estadio de Montjuic la próxima temporada, pues el presupuesto, los proyectos y los contratos de los posibles eventos para el año 2025 dependen exclusivamente de las necesidades y del calendario azulgrana. Lo más enervante para los responsables de BSM ha sido comprobar que, mientras la junta del Barça no es capaz de reunirse con ellos y exponer abierta y claramente sus intenciones, desde el club se filtra continuamente a los medios el calendario barajado para la recuperación de la normalidad.
Más que filtrar, BSM ha podido ser testigo de cómo las gasta la vicepresidenta Elena Fort, primero ofreciendo una entrevista exclusiva a la agencia EFE el 16 de julio pasado con un titular inequívoco, «Tendremos el estadio preparado para jugar a finales de año», y, al día siguiente, convocando a la prensa con un discurso algo menos optimista y dejando abierta la puerta a que, por incidencias habituales, pudiera haber demoras.
Actuaciones que, de cara a la galería, intentan convencer a los socios de que la temporada -y en consecuencia los abonos- se partirá prácticamente en dos partes, una hasta diciembre en Montjuic y otra en el Spotify en medio de las obras hasta final de temporada. En cambio, solo se han ofrecido abonos de media temporada y no se ha avanzado ninguna previsión sobre el resto, solo que se anunciará en su momento y que, en todo caso, si no fuera posible la alternancia, se pasaría al cobro automáticamente el abono del resto del curso para el Lluís Companys.
Una incertidumbre reforzada por el hecho de que la Champions de esta temporada, que incluye partidos de la primera fase hasta febrero, no se podrá disputar en dos estadios distintos, sino únicamente en Montjuic, al menos en la liguilla, como deja caer la directiva de Laporta. En realidad, el FC Barcelona no le ha podido arrancar a la UEFA ese permiso especial para cambiar de escenario a media temporada, solamente que no se pronuncie durante el verano para seguir alimentando entre la masa social que el Camp Nou estará parcialmente operativo en cinco meses. Otro peligroso y monumental embuste de parte de una junta que se había pasado dos años anunciando el preestreno del nuevo estadio para el 29 noviembre de 2024 con motivo del 125º aniversario de la fundación del FC Barcelona.
¿Ahora resulta que no podrá estar a punto para ese día y sí para mediados de diciembre? Pues la prensa se lo ha creído.