Los puntos lilas multiplican su actividad con las fiestas mayores de verano

La alta demanda de los ayuntamientos satura las entidades organizadoras existentes

És habitual veure punts liles als espais d’oci nocturn de les festes majors i als festivals de música per tot Catalunya. Els nois són un públic d’interès

Los puntos lilas se han convertido en un elemento indispensable en las fiestas mayores catalanas, como espacios de prevención, sensibilización y abordaje de las violencias machistas que sufren las mujeres y las personas del colectivo LGTBI. Su presencia se ha multiplicado por toda la geografía catalana en los últimos años, y esto ha provocado una saturación por parte de las empresas y entidades que se dedican a organizar e impulsar estos puntos. Hoy en día ningún ayuntamiento se quiere arriesgar a tener agresiones sexistas durante la celebración de sus fiestas y, por lo tanto, es un recurso con alta demanda que se concentra con fuerza durante los fines de semana de julio y agosto.

En declaraciones a EL TRIANGLE, la directora del proyecto Lilith, Marina Castro, explica que el periodo más álgido son los últimos fines de semana de julio en comarcas como el Gironès, la Selva y el Alt Empordà. En un fin de semana, pueden tener hasta siete puntos lilas en activo con profesionales experimentadas para hacer el máximo acompañamiento posible. La contratación de estos puntos lilas, pero, no se limita solo a fiestas mayores, sino que los festivales de música también se están convirtiendo en espacios de gran seguridad y de protección para las mujeres y el colectivo LGTBI.

Gracias al fomento de los puntos lilas en entornos de ocio, la psicóloga Marina Castro detalla que no solo se actúa hacia las mujeres, sino que también se está ayudando al género masculino en cuestiones como la sexualidad o las relaciones igualitarias. Desde el proyecto Lilith, se considera que un punto lila ha sido un éxito cuando “la mitad de los participantes son chicos, porque es nuestro público diana”, como relata Marina.

“Las chicas participan en las dinámicas que impulsamos a los puntos lilas, pero estamos muy encima de los chicos para ver su comportamiento, generar debate y poder escucharlos en un ámbito más informal. Algunos se sienten muy atacados con todo el feminismo. No acaban de entender de qué va y, por lo tanto, en un contexto lúdico, es más fácil hablar de lo que pueden hacer ellos, como pueden reaccionar y como pueden entender como se sienten las chicas de su entorno”, continúa la Marina.

Una de las dinámicas que organiza Lilith en los puntos lilas son las ITV de pareja y las ITV de masculinidad. Gracias a esta herramienta reflexiva, tanto las chicas como los chicos participantes pueden identificar relaciones sanas, ver elementos tóxicos en su relación o hacer frente a dudas de sexualidad no resueltas. Según Marina Castro, “en estas dinámicas, vemos un poco perdidos a los chicos, más que a las chicas. En temas de sexualidad, los chicos van más perdidos y tienen más dudas sobre que es una relación sana; sobre como ligar sin ser pesados, o sobre como acompañar sus amistades LGTBI”.

En los puntos lilas nocturnos, además, también se ayuda a la gente joven a identificar situaciones de violencia vividas en el pasado y que no se habían denunciado. En este sentido, Marina Castro destaca que, “cuando nos relatan agresiones que han pasado en otros momentos de su vida, se aprovecha para hacer contención y atención emocional. Si se da el caso, se hace derivación al Servicio de Atención e información a las Mujeres (SIAD) o bien se los facilitan los contactos por si no quieren que hagamos la derivación directa”.

El desarrollo de un punto lila en una fiesta mayor es siempre un reto colectivo, y por eso no solo es importando el equipo técnico que dirige el punto, sino también el voluntariado joven del municipio que pueda haber alrededor de la fiesta, la complicidad de las personas que hay a las barras de bebida y también los equipos municipales, sean de organización de la misma fiesta como de los cuerpos de seguridad. Todo este personal es importante que esté formado y preparado para hacer frente a una agresión sexual y que se disponga de un protocolo de actuación que permita atender y actuar con celeridad y eficacia.

Entidades como el Centro Joven de Atención a las Sexualidades (CJAS) focalizan su tarea en la formación y la sensibilización desde hace años. La coordinadora de los puntos lilas del CJAS, Anna Sala, tiene claro que la mirada de los puntos lilas tiene que ser feminista, transformadora y comunitaria para seguir avanzando, y aquí la formación es clave. Se trata de dar el máximo número de herramientas a todos los agentes implicados para desarrollar los puntos lilas, hacer los protocolos de fiesta, reducir al mínimo las intervenciones y hacer espacios seguros. “Hagamos formación continuada a las profesionales de los puntos lilas y también a la gente de barras, voluntariado y otros equipos implicados. El reto es la transversalidad porque toda la creación de la fiesta tenga esta mirada de prevención, sensibilización, detección y atención, donde se identifique qué es la violencia, de donde sale, cuál es su lógica, como la podemos prevenir y como podemos actuar”, afirma.

Sin formación se pueden cometer errores graves que acaban perjudicando, justamente, las mujeres que se quieren proteger. La Marina Castro explica una situación vivida en un punto lila de verano, donde por carencia de formación de un policía no se pudo actuar correctamente: “Una chica agredida sexualmente estaba siendo atendida en el punto lila y la policía local entró interrumpiendo la intervención y diciéndole a la chica que tenía que denunciar. Cuando se giró la psicóloga para pedir que marcharan, la chica echó a correr y ya no supimos nada más de ella. La presión para denunciar inmediatamente juega en contra, y primero hace falta atención y derivación, y en aquel momento cuesta denunciar, porque se quiere borrar lo que ha pasado. Después, una vez más tranquila, ya se puede hacer el acompañamiento y dar herramientas y recursos para poder actuar.” Hay puntos lilas que son diurnos y pensados para un público más adulto. Es el caso de los puntos lilas que ha puesto en marcha CJAS en el centro comercial La Maquinista, o bien el proyecto Lilith en el mercado municipal de Caldes. En estos espacios se detectan violencias estructurales dentro de matrimonios consolidados, y las mujeres que se acercan empiezan a tener herramientas para identificar y concienciarse de lo que están viviendo.

Tal como expone Anna Sala, se hacen menos puntos lilas diurnos porque “tenemos un imaginario compartido de la violencia”. Todavía hay la creencia que las agresiones se dan por parte de personas desconocidas a las cuatro de la madrugada utilizando la violencia. “Esto es el imaginario que tenemos, pero la mayoría de agresiones se dan por parte de personas conocidas o del entorno y, por lo tanto, nos tenemos que empezar a cuestionar porque a la fiesta nos saltan todas las alarmas, y no ampliamos la mirada hacia una violencia estructural que se puede dar en cualquier contexto”, dice.

Puedes leer el artículo entero en el número 1585 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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