ERC pasa por una crisis sin precedentes. A pesar de las turbulencias políticas de la última década, nunca había estado en una situación de fragilidad interna tan aguda como el actual, cerca de una fractura y con los diversos sectores luchando entre sí para intentar controlar el timón de un barco a punto de hundirse. Al veterano partido republicano se le han juntado demasiados reveses a la vez que le pasan factura: los males resultados electorales de las municipales, de las generales y de las autonómicas se combinan con la presión que proviene de Carles Puigdemont, la disyuntiva de si decide apoyar la investidura del socialista Salvador Illa y una situación interna explosiva, con el núcleo duro de la cúpula partido por la mitad.
El retorno de Marta Rovira, exonerada de la acusación de terrorismo por su participación en Tsunami Democràtic, no significa un alivio. Su divorcio de Oriol Junqueras ha estado traumático. El presidente de ERC estaba enemistado desde hace años con Pere Aragonès, porque consideraba que no le consultaba las iniciativas del Govern. El presidente era consciente que Junqueras es un controlador nato, y decidió no dejar que metiera las narices en los asuntos gubernamentales. Con Marta Rovira instalada en Suiza, el tándem republicano que había funcionado desde el 2011 perdió pistonada y, al final, le salió la cadena: mientras Rovira iba por un lado, Junqueras iba por otra.
Las informaciones filtradas milimétricamente la última semana sobre las reuniones paralelas de un sanedrín dirigido por Marta Rovira al margen de la ejecutiva del partido y de Junqueras añaden gasolina a un fuego que amenaza de destrozar el partido. Según los datos filtrados, Marta Rovira había configurado un pequeño núcleo para decidir los asuntos importantes de ERC. Desde Ginebra, dirigía astutamente este núcleo de poder. Las maniobras de Rovira a las espaldas de Junqueras, aprovechando su limitación por el hecho de estar encarcelado, es una traición que Junqueras no dejará pasar de largo, según comentan fuentes internas republicanas. El grupo de influencers de Rovira estaba formado por Sergi Sabrià, hasta la semana pasada viceconseller de Comunicació; Bernat Aubia, director de la empresa Relevance Marketing, la empresa tapadora que hace la guerra sucia de ERC y diseña sus campañas, y Jordi Bacardit, jefe de gabinete de Rovira en Barcelona.
Desde las filas de Rovira se afirma que Junqueras no mostró nunca interés a participar en este sanedrín y que había que tomar decisiones ante la dejación de funciones del presidente del partido. Esta afirmación ha caído muy mal en las filas junqueristes. “Es una justificación sin sentido. Para empezar, este grupo no tendría que haber existido nunca, porque para tomar decisiones ya había la estructura del partido. Pero, además, el control se hizo mientras Oriol Junqueras no podía intervenir porque estaba encarcelado, cosa que agravia la traición de Rovira”, dice una fuente republicana.
Después de los primeros síntomas de crisis, Junqueras anunció que daba un paso al lado para reflexionar, consultar las bases y decidir si opta de nuevo a la presidencia. “No se siente responsable de las decisiones más importantes de los últimos años, porque no se le dejó participar. Solo por la composición de las listas electorales se le consultó, por no provocar un cisma en el partido”, critican fuentes próximas al expresidente.
La intención de Junqueras es competir de nuevo por la presidencia del partido si, finalmente, el congreso se celebra el 30 de noviembre próximo y prepararse para ser el próximo candidato a presidente de la Generalitat. Pero los roviristes, así como un cada vez más numeroso grupo crítico que quiere jubilar la cúpula íntegramente, más otro sector que pugna para volver a centrar ERC con una personalidad de peso al frente, más el radical Col·lectiu Primer d’Octubre, quieren cortarle las alas.
“Si Junqueras se presenta a primarias, podría ganar, porque, aunque parezca mentida, cuenta con cierto predicamento entre las bases de Esquerra –dice una fuente interna crítica del partido a EL TRIANGLE–. Por eso queremos cortarle cualquier camino que lleve a la presidencia de ERC. Ya estuvo 13 años al frente del partido, desde el Congreso de Girona, y es hora que deje paso a otros. Se le tiene que premiar con un lugar honorífico y que se retire de la primera línea”.
Las maniobras de Rovira
Marta Rovira ya anunció hace semanas que no optará a la reelección como secretaria general, cosa que significa que hace este paso al lado voluntariamente. O, al menos, es lo que quiere hacer ver, según sus críticos. “Rovira tiene tanta culpa de la situación en que se encuentra el partido como Junqueras, y por eso también tiene que desaparecer de la primera línea”, añaden las mismas fuentes. Pero la secretaria general no quiere soltar las riendas, aunque sea desde la retaguardia.
Según denuncian sus detractores, maniobra a la sombra para poner al frente de Esquerra una persona de su confianza. Y, sobre todo, mujer. “Está obsesionada con que ERC tenga próximamente una presidenta en vez de un presidente. Y que, al mismo tiempo, haya una secretaria general y no un secretario general. O sea, una feminización total de la dirección del partido. A su alrededor suenan varios nombres de jóvenes valores que podrían ser promocionadas en los próximos meses, porque se rumorea que son de su total confianza y que mantiene con ellas un contacto permanente”, dicen críticos de Esquerra.
Dos de estos nombres son los de Marta Vilaret y Georgina Oliva. La primera es una de las personas de confianza que ha cogido las riendas y que citó las bases el lunes 15 de julio a las Cotxeres de Sants. Su peso en el entorno de Rovira se puede asimilar casi al de Josep Maria Jové, presidente del grupo parlamentario y del Consell Nacional, o al del dimitido Sergi Sabrià. Pero tiene la condición de mujer, lo cual le da un extra de interés. Georgina Oliva, por su parte, es una militante que proviene de las juventudes del partido y que ha sido diputada, además de socia de Òmnium Cultural y afiliada a la Intersindical-SCS, el sindicato de referencia del independentismo. Su papel ha adquirido relevancia los últimos días por haber dirigido con cierta pericia la cumbre convocada el pasado miércoles, 10 de julio, en la Casa de València, en Barcelona, por los firmantes del manifiesto “Reactivamos la izquierda nacional”.
A pesar de que el manifiesto exige explícitamente “una renovación general de la cúpula dirigente para conducir la organización hacia un modelo más coral y colectivo, más transparente y con más participación de la base militante, de la estructura territorial y de los activos del municipalismo republicano”, no deja de llamar la atención que una persona tan situada alrededor de la secretaria general fuera una de las protagonistas del acto. Esto apunta que Marta Rovira quiere seguir controlando la formación, aunque sea a través de personas interpuestas.
Los dos sectores mayoritarios, resultantes de la fractura del núcleo duro, pues, tienen intereses contrapuestos: Junqueras apuesta por un modelo personalista, tradicional, con dirigentes de su confianza, mientras que Rovira opta para mover los hilos a distancia, con cuadros jóvenes aparentemente desconectados de la cúpula directiva que ha regido el destino del partido hasta ahora. Pero mediante estos valores jóvenes, precisamente, trata de controlar el sector de cuadros tradicionales y dirigentes que estalló contra la cúpula y que impulsó el manifiesto. Podrá quedar integrado este sector en una nueva familia republicana en la cual tenga interés la misma Marta Rovira? Todo es posible a ERC. De momento, el que hay encima la mesa es kárate a muerte en Barcelona.
No hay duda que la lucha Junqueras-Rovira marca esta etapa de Esquerra y que se ha acabado la cohabitación al partido republicano. Los hasta hace poco socios son ahora enemigos enconados. Su política de alianzas difiere mucho: Junqueras no se opondría en un frente de izquierdas, mientras que Rovira prefiere un frente nacional. “Se ha demostrado que hemos bajado cuando hemos intentado ser cómo Junts o como la antigua Convergència. Por lo tanto, tenemos que volver a ser un partido independentista, pero de izquierdas, no un partido independentista que quiere desplazar Junts todavía más a la derecha. No podemos lanzarnos gratuitamente en los brazos de la derecha porque esto es traicionar nuestros principios”, razona una fuente republicana.
Paralelamente, otro sector, que todavía no está bastante organizado, apuesta por una tercera vía: quiere retomar las esencias tradicionales de Esquerra y poner al frente un equipo experimentado, con dirigentes que tengan peso social. Pero las estrategias políticas desaconsejan posicionarse en estos momentos. Nadie se atreve a postularse porque temen que los dos sectores resultantes de la fractura de la cúpula podrían aliarse otra vez para combatir el osado, y lo quemarían en dos días. “Es un suicidio salir en estos momentos a la palestra y presentar candidatura para el congreso de noviembre, porque quién lo hiciera se podría quemar enseguida. Habrá que esperar acontecimientos, ver qué se hace con el Govern y como maniobrar ante la estrategia de nuestros rivales para que no nos expulsen de la competición”, dice una de las fuentes consultadas.
Y detalla la hoja de ruta que hay encima la mesa y que intentan que todos los sectores de ERC apoyen para tomar una decisión, aunque sea el 25 de agosto: “La mayoría de la dirección y de la militancia es consciente que lo que hay que hacer es llegar a un buen acuerdo con los socialistas. Un buen acuerdo se puede vender muy bien a nuestro electorado. Hemos hecho presidente del Parlament Rull, y ahora podemos hacer presidente de la Generalitat Illa sin tener la sensación que traicionamos al país o a los catalanes, porque lo que podemos conseguir es histórico. No podemos tener sentimiento de culpa por pactar con el PSC. Evidentemente, hay sectores que no estarán de acuerdo, pero hay que tocar de pies en la tierra y analizar lo que podemos conseguir y lo que podemos perder. Y también lo que el país puede conseguir y lo que puede perder”.
Puedes leer el artículo entero en el número 1585 de la edición en papel de EL TRIANGLE.
















