ERC está entre la espada y la pared. Los pésimos resultados que obtuvo a las elecciones del 12-M han provocado un terremoto en la formación que hasta ahora ha sido dirigida con mano de hierro por Oriol Junqueras y Marta Rovira. La incertidumbre del futuro pone ahora otra vez al partido en el disparador. En realidad, sus dirigentes tienen menos de dos meses para decidir qué harán. Y tienen solo dos opciones: o apoyan al candidato socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat o fuerzan nuevas elecciones con la incógnita de si podrán rentabilizar su posicionamiento intransigente.
La decisión no será fácil, porque posiblemente determinará qué será ERC durante los próximos lustros. Dentro de la formación, pues, se van perfilando grupos, tribus o familias que tendrán que encontrar una hoja de ruta común antes de que la situación se agravie más y acabe con una ruptura interna del partido. De hecho, Esquerra es, en estos momentos, una cosa parecida al camarote de los hermanos Marx: el sector oficialista, que se atrinchera con Marta Rovira y el clan institucionalista a la espera de no perder el control del aparato; el clan de Oriol Junqueras, demonizado ahora por los institucionalistas; el clan crítico, que reclama retomar la hoja de ruta tradicional y pactista; y el más reducido clan extremista, articulado en torno al Col·lectiu Primer d’Octubre. Son cuatro familias mal avenidas que pugnan para tomar el control de la formación y contar después con el aval de las bases.
El cruce en el cual se encuentra ERC no es sencillo. ¿Qué pasa si accede a pactar con Salvador Illa? “Desde Junts se pondría el grito al cielo, habrá campaña acusándonos de traidores, pero bien es verdad que Puigdemont ha estado mintiendo y dando falsas esperanzas desde que está en Waterloo. Todo lo que había prometido se quedó en nada. Por nosotros no tiene credibilidad”, dice una fuente de ERC a EL TRIANGLE. Es lo que piensa un sector que está a años luz de Junts y que prefiere pactar con el PSC antes de que dar su voto a Carles Puigdemont.
En realidad, en la cúpula de ERC produce vértigo que JxCat pueda orquestar una campaña acusando de traidores a ERC. Los partidarios de un frente de izquierdas en la política catalana creen que si se negocia un acuerdo de legislatura con PSC y comuns, de aquí a cuatro años el partido se puede presentar ante su potencial electorado con la satisfacción de los deberes hechos. “Ya se habrá olvidado la campaña de Junts contra ERC”, aseguran desde este sector.
El miedo de la alta dirección de la formación es el clima que se puede formar durante los primeros meses, en los cuales pueden acusar cierto desgaste. Una fuente moderada de los republicanos resta importancia a esta situación: “ERC ha hecho gestión estos tres años al frente de la Generalitat. Y ha cumplido con el país haciendo Josep Rull presidente del Parlament. También gracias a Esquerra se consiguieron los indultos y, más recientemente, casi todas las concesiones, incluyendo la ley de amnistía, aunque Puigdemont pretenda atribuírsela solo en él. ERC es quien puso las cartas sobre la mesa y dio la cara. Y solo hay que recordar que Puigdemont, hace unos meses, no creía que nos llegaran a dar la amnistía. Ahora, es de nuevo ERC el que reivindica y exige la financiación singular, la cuota catalana. No ha sido Puigdemont, ni Junts, ni la CUP, ha sido ERC. Por lo tanto, Esquerra ha cumplido con el país. Y si tenemos la oportunidad de conseguir la cuota, al margen de otras concesiones, creo que nos habremos ganado el derecho a poder establecer un acuerdo de legislatura con quien consideramos oportuno”.
La alternativa del bloqueo
Al otro lado de la balanza hay la posibilidad de bloquear la investidura de Salvador Illa, de forma que Cataluña se dirigiría hacia unas nuevas elecciones el 13 de octubre. Esta es una opción que no pinta muy bien para Esquerra. Además, aquí se abren dos escenarios: si cada partido compite en solitario en esta carrera o se intenta una lista conjunta similar a la de Junts pel Sí del 2015. “La experiencia del 2015 no fue buena. De hecho, acabó muy mal. Fue una experiencia amarga, y en estos momentos no tendría mucho sentido, porque la lista unitaria resta. Hay gente de ERC que no la votaría por el hecho de ir con Junts, y hay gente de Junts que no la votaría por ir con Esquerra”, explica una fuente republicana.
La otra alternativa es concurrir a las elecciones en solitario, pero hay la incógnita de si ERC continuará perdiendo escaños o puede mantenerse o recuperar. De hecho, todos los sondeos le vaticinan un descalabro si se repiten elecciones. Quién saldría ganando sería Carles Puigdemont, pero tampoco mucho, puesto que no conseguiría arrancar votos a la abstención, que sería su principal fuente de alimentación. De hecho, si ERC perdiera escaños sería porque muchos de sus votantes se quedarían en casa, no para que votaran Junts. La cuestión es cuántos escaños más podría perder Esquerra: algunos sondeos le dan alrededor de los 15 o 17, mientras que otros la sitúan en los 10 o 11 escaños, justamente los que tenía antes de empezar el procés, cuando Convergència se acercaba a los 60 escaños ella sola.
Hay un sector de ERC que prefiere repetir elecciones e ir en solitario “aunque saquemos la mitad de los diputados que teníamos en la anterior legislatura”. Esto supondría perder todavía más diputados que el 12 de mayo. Esperan poder recuperar votos y poder en los siguientes comicios, aunque esto dependería de la aceptación que tuviera Carles Puigdemont en una eventual repetición de elecciones.
En otros sectores republicanos, existe casi la certeza que la bajada puede ser muy importante, y la recuperación, incierta. En el aire están centenares de cargos de confianza que ERC ya no podrá tener para contentar sus militantes y la pérdida de cuota de poder y, consecuentemente, de poder de decisión, cosa que tanto políticamente como económicamente supondría una seria pérdida para el partido.
El sector más proclive al pacto de investidura tiene ahora, además, un nuevo argumento: los socialistas han apoyado al cambio del reglamento del Parlament para poder permitir el voto telemático, de forma que se cumple una de las condiciones que habían exigido al PSC. El tema afecta en grado más alto a Junts, pero ERC había hecho del cambio del reglamento una cuestión prioritaria. De hecho, el cambio ha estado solo una copia del reglamento del Congreso, por lo cual a los socialistas no los ha supuesto ningún problema votar a favor.
El segmento más indómito de ERC en estos momentos es el que se agrupa alrededor de la secretaria general, Marta Rovira. Uno de sus puntales es el presidente del grupo parlamentario (y del Consell Nacional de ERC), Josep Maria Jové. También el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se ha alineado con este sector duro que prefiere resistir ante las propuestas socialistas y rechazar la investidura de Illa. Otros nombres que se suman a este posicionamiento son los de Marta Vilalta o Laura Vilagrà. A su lado, la mayor parte del bloque institucional ha cerrado filas con esta postura intransigente. Es más, desde sus filas justifican los pactos secretos de Rovira con Carles Puigdemont en Ginebra.
En el sector de Junqueras se alinean la líder de la Federación de Barcelona, Eva Baró, el secretario de organización, Pau Morales, el subsecretario general de coordinación interna, Oriol López, así como otros dirigentes: Gabriel Rufián o Lluís Salvadó (presidente del Port de Barcelona). Los fichajes que ha hecho ERC en los últimos años también se sitúan junto a Oriol Junqueras: desde Ernest Maragall a Joan Ignasi Elena, Ester Capella, Carles Campuzano, Francesc-Marc Álvaro o Elisenda Alamany. Al margen de estos dos bloques, hay sectores críticos que piden una renovación total de la cúpula y que culpan paritariamente Junqueras y Rovira, así como sus acólitos, de haber llevado el partido al desastre. A este tercer bloque le falta, pero, un líder capaz de hacer frente a la dirección que ha regido Esquerra la última década. Carecidos de esta figura fundamental, la tercera vía no tiene bastante para hacerse sentir tanto adentro como fuera del partido.
Finalmente, hay un pequeño sector agrupado en el Col·lectiu Primer d’Octubre, que controla Xavier Martínez, que es más radical y que reclama la obediencia ciega al resultado del referéndum del 1-O. Fundado el 2019, este colectivo rechaza que Junqueras se vuelva a presentar en el congreso extraordinario del partido que se celebrará el 30 de noviembre próximo y que ninguno de los que han tenido cargos hasta ahora repita. “Defendemos una renovación total de la cúpula del partido. Esta renovación no la pueden reivindicar los mismos grupos que durante años han participado de la estrategia del partido, que se ha demostrado errónea”, dice un comunicado del 18 de junio pasado. Para dinamitar una posible investidura y forzar nuevas elecciones, el colectivo pide que se ponga como condición para investir Illa “el reconocimiento de la legitimidad del referéndum del 1 de octubre del 2017”.
Puedes leer el artículo entero en el número 1583 de la edición en papel de EL TRIANGLE.














