Desacato, xenofobia y esclavismo, otro día más en la oficina de Laporta

Enric Masip, el asesor más ocioso y menos relevante, llena su cuenta de X con mensajes contra la migración y de tolerancia con el machismo y la extrema derecha, mientras el presidente no se presenta ante el juzgado, citado en un caso de estafa, y los abusos laborales del Espai Barça aumentan

Enric Masip i Joan Laporta

En un club como el Barça, donde el presidente, Joan Laporta, desacata la orden de un juez que le había citado para declarar en un caso de estafa -que, por cierto, no es el primero ni será el último que le relaciona con el gran tinglado de la desaparición del Reus-, y su principal asesor deportivo, Enric Masip, se pasa por el forro el código ético del club -con posicionamientos inequívocamente politizados a favor de la extrema derecha y de tendencia xenófoba, machista y de tolerancia con las conductas que abrigan abusos sexuales-, no es de extrañar que, además, sus trabajadores en la faraónica reforma del Camp Nou denuncien un trato esclavista por parte de Limak, tolerado por la junta de Laporta y en buena parte auspiciado y bendecido por el Ayuntamiento de Barcelona, obsesionado con convencer a los vecinos de Les Corts para que las constructoras puedan estirar el horario y la explotación de los trabajadores las 24 horas del día.

Este sería el resumen de otro día en la oficina del laportismo, ese imperio de la vergüenza y del desbarajuste del barcelonismo en que se ha convertido la gestión directiva alcanzando un grado máximo de decadencia, degradación y renuncia a los valores esenciales del club, principalmente los democráticos.

Enric Masip, personaje abominable por su fanatismo en contra de los derechos y libertades de los socios, que lleva años confundiendo su lealtad a Laporta -generosamente pagada, sobre todo en relación con su horario y dedicación al Barça- con ejercer de juez y de policía contra cualquiera que discrepe o denuncia la tiranía presidencial, parecer haber entrado en ese mismo estado de enajenación y trastorno que rodea al propio presidente desde hace meses. Realmente, no tenía necesidad de complicarle la vida a Laporta, a él mismo y sobre todo al club, por imagen y seriedad, con la publicación de una serie de tuits como los siguientes:

“Cientos de inmigrantes ilegales rezan Alá es grande en el jardín de un centro de internamiento en Tenerife, Canarias. Todos varones en edad militar. Espero que seáis conscientes de que la España que conocemos va a desaparecer en una década» (@contrastado)”

«Yo no estoy en contra de la inmigración. La legal. Tampoco estoy en contra del colectivo LGTBI, aunque hay situaciones que yo no comparto y que son una vergüenza»

«Un subsahariano que llegó a Canarias ilegalmente y fue reubicado en el Hotel Parque Mar de 4 estrellas en Guardamar del Segura (Alicante). Abusa sexualmente de una limpiadora del alojamiento. El hotel acoge a 280 inmigrantes irregulares desde octubre. ¡El juez lo dejó en libertad! (@SrLiberal)”

“Los datos del Ministerio de Igualdad evidencian que el 12,6% de la población comete ya el 50% de los feminicidios. Es decir, los extranjeros matan a mujeres proporcionalmente 4 veces más que la media la población… y 7 veces más que los españoles. (#MatemáticasParaProgres) (@ivanedlm). Es decir, Iván Espinosa de los Monteros, exdirigente de Vox.

«Lo peor no son los actos de los menas, lo peor es la pasividad de los españoles viendo cómo destrozan su país con el dinero de sus impuestos. ¡Así está Valencia y así está toda España! Y todo esto apoyado por el consenso progre de la clase política acomodada y parasitaria (@sarahispania)”

Días atrás, Masip no dudó en homenajear a Albert Luque, exfutbolista del Barça que ha sido despedido como director de fútbol de la Federación Española tras ser imputado en la causa contra Luis Rubiales por el caso Jenni Hermoso: «Eres de las mejores personas que me he cruzado en la vida, un hombre íntegro, discreto, buen tío y auténtico. Siempre en tu equipo, amigo mío. Eres un grande», escribió en X.

Consultado por diversos medios por si se trataba de un jaqueo de su cuenta, Masip lo descartó, confirmando que había autorizado esos retuits sugeridos por quien ahora maneja sus redes sociales. “Yo no estoy dando mi opinión. Solo pretendo poner en relieve y exponer informaciones. Situaciones relevantes. Solo manifiesto lo que está pasando y lo que está ocurriendo en la calle”, se ha defendido Masip.

Fuentes del máximo crédito sobre cómo deben interpretarse los estatutos y el código ético del FC Barcelona no dudan de que su comportamiento, asumiendo como propios y consentidos ese tipo de retuits, constituye una infracción grave contra el compromiso expreso del FC Barcelona de combatir las conductas machistas, xenófobas, homófobas y autoritarias.

Internamente, el suceso hubo de ser afrontado para guardar, al menos, las apariencias más allá de que Laporta, lejos de sentir vergüenza ajena o de imponer a sus más directos colaboradores un criterio de sensatez y de respeto en sus actuaciones públicas, por tratarse de personas que representan al FC Barcelona, le haya reído las gracias y le mantenga esa licencia de la que goza Masip, sea para hacer callar a un compromisario en la asamblea o para respaldar bajo su plena responsabilidad mensajes que vulneran el código ético del club. Al cabo de 24 horas, Masip anunció que cerraba su cuenta de X con el argumento de que a causa del “alboroto” provocado en las redes, sus mensajes había “puesto al presidente Laporta y al Barcelona en una situación incómoda que nunca hubiese querido que ocurriese”.

Ni una disculpa ni el menor rastro de arrepentimiento, dejando bien claro que la medida de cerrar su cuenta ha sido una imposición y no un acto voluntario y consciente tras haber metido la pata y haber infringido los estatutos del club que, expresamente, prohíben este tipo posicionamientos personales contra los valores más elementales del barcelonismo al amparo de los derechos humanos fundamentales. Vamos, que el escándalo se cerrará con un “no lo vuelvas a hacer” cuando existen motivos más que sobrados para abrirle un expediente cuando la única postura digna sería la de dimitir y tratar así de evitarle al Barça otro bochorno laportista.

No sería noticia que Laporta y los suyos atropellasen otra vez los estatutos y la normativa, pues están convencidos de que ellos son la ley. Lo es, en cambio, que Masip admita que una tercera persona, se supone que asalariada para ello, le estuviera gestionando su cuenta de X, lo que lleva a preguntarse a qué dedica su tiempo un asesor del presidente tan bien retribuido y sin una función específica. Puede que la siguiente revelación sea que también ha contratado un asesor personal que le asesore en su asesoría a Laporta. Puede.

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