La oposición a Laporta se activa por la unidad y contra el «peligro de extinción»

La plataforma promovida por Joan Camprubí y Jordi Roche, entre otros, celebrará su primer encuentro el 8-J por invitación, mientras que Víctor Font, abierto a sumarse en un determinado escenario, hace un llamamiento a socios ‘cabreados’ a favor de un proyecto "transversal y de cambio"

Joan Camprubí

El movimiento de oposición a Joan Laporta parece que ha empezado, tal y como avanzó La Vanguardia días atrás, en el momento en que, definitivamente, el actual presidente del FC Barcelona mostró trazos evidentes e inequívocos de un comportamiento tan errático y bipolar como ratificar y echar a Xavi en apenas tres semanas. Otros síntomas de inestabilidad no han cesado de aparecer en los últimos días, especialmente significativos y preocupantes sobre la economía y el cierre del ejercicio, por ahora envuelto en promesas surrealistas como que era inminente la llegada de inversores dispuestos a reactivar Barça Studios o cuando menos a poner el dinero para poder inscribir a jugadores que ya tienen contrato, como Balde, Íñigo Martínez, Gavi, Vítor Roque y al propio Araujo, si este aceptara la oferta de ampliación y mejora de contrato que tiene sobre la mesa. No solo no ha aparecido el dinero, sino que al mismo tiempo la propia junta, a escondidas, suscribía ante el Nasdaq su renuncia definitiva a la salida a bolsa de Barça Media, que, junto con Barça Vision, es la otra sociedad aún más ficticia e insolvente sobre la que Laporta ha construido un castillo de naipes financiero a punto de derrumbarse.

En las últimas horas, las cosas no han mejorado, pues desde el propio club se emitió un comunicado oficial en el que se daba puerta a Joao Félix, Joao Cancelo y Marcos Alonso al concluir sus contratos a 30 de junio, real en el caso de Marcos Alonso y menos al pie de la letra por lo que se refiere a los Joaos, pues es de dominio público que Laporta le tiene prometido a Jorge Mendes que intentará fichar a ambos por poco que pueda, o estirar la cesión cueste lo que cueste, que no será fácil estando el Atlético de Madrid de por medio como propietario de los derechos de Joao Félix. Desde la junta hubo de correr a eliminar esa nota oficial y desde luego a pedirle perdón y dar explicaciones a dos jugadores que se fueron de vacaciones sin vaciar sus taquillas ni cerrar sus hogares en Barcelona.

Al poco, la noticia de que Laporta quería afrontar los costes de un pabellón desmontable para irse del Palau y eludir por ahora el compromiso de construir uno nuevo -idea descabellada, carísima y poco práctica- corrió por todas las redacciones avalada por el propio responsable de la sección, Josep Cubells, hasta que por vía interna se emitió a los medios un mentís rotundo, asegurando que el equipo de baloncesto seguirá jugando en su pabellón habitual por bastante tiempo. Cubells debió modificar su discurso e inventarse que las obras del nuevo Palau se iniciarán en 2027.

Episodios que han contribuido a acelerar el arranque formal de una plataforma de consenso dispuesta, por lo que parece, a ir más allá de las palabras si el panorama se vuelve aún más sombrío de lo que parece. En torno a la figura de Joan Camprubí, Jordi Roche, Evarist Murtra y otros barcelonistas inquietos ha sido convocada una reunión el próximo lunes a la que asistirán socios igualmente preocupados y sensibles ante el peligro de que el club cometa errores de más calado, o que la junta de Laporta acabe adoptando decisiones tan perjudiciales como irreversibles. El colectivo se presenta con la intención de trabajar «para cambiar el rumbo del club» y «para evitar el peligro de extinción de nuestro estimado Barça», una estimación que empieza a cobrar carta de naturaleza y que empieza a resistir un análisis objetivo tanto desde el enfoque y balance deportivo de los primeros equipos de fútbol y de baloncesto como en los planos institucional, social, patrimonial, económico y financiero.

Nuevas denuncias por abusos laborales han aflorado, entre tanto, en el ámbito del Espai Barça con multas y sanciones de extrema gravedad a la mayoría de las empresas con subcontratas, así como denuncias de los trabajadores por prácticas esclavistas y tan inaceptables como obligarles a devolver el dinero recibido por la aplicación de la normativa y del convenio como resultado de las inspecciones de trabajo realizadas por la Generalitat.

También se ha registrado la reactivación de Víctor Font en un tono ligeramente más agresivo, aunque con dudas sobre si sumarse a esa otra recién nacida disidencia que pondrá sus bases en la cumbre del día 8 de julio próximo. El excandidato y por ahora el socio más legitimado a liderar la oposición ha hecho llamadas a sumarse a Sí al futur, su proyecto de 2021, en lo que parece también un recuento actualizado de sus fuerzas y dimensión para marcar territorio en ese espacio antilaportista creciente. En su web, ha apostado también por apuntar a una unión de esfuerzos ante la gravedad del escenario: «Si quieres conocer nuestras iniciativas y hacer escuchar tu voz ¡únete al cambio! Hacemos un llamamiento a todos los barcelonistas preocupados por dar un paso adelante para impulsar un proyecto de unidad, transversal y diverso, para hacer realidad el cambio que necesita el Club. Tenemos ante nosotros un reto ineludible, no nada fácil pero claramente apasionante».

No parece, por tanto, que vaya a ir de la mano de Joan Camprubí, de salida, o reforzado con Eduard Romeu, el impaciente exvicepresidente económico con el que fue visto en un restaurante hace poco y que no hace más que esforzarse por mantenerse en el primer plano de la actualidad, eso sí, con un discurso laportista y tecnócrata a favor de su gestión en el área económica y de las excelencias del Espai Barça. Como para Laporta, para Romeu el mundo azulgrana es un edén de brotes verdes y el receptáculo de miles de millones en inversiones que están por llegar. Romeu también dijo que las empresas hacían cola para entrar en las oportunidades de negocio y de patrocinio que ofrece el Barça, entre ellas Barça Studios, y pueda atribuirse, más que merecidamente, el honor de haber sido el vicepresidente económico de la historia del Barça que ha firmado más pérdidas ordinarias en apenas tres años de permanencia en un cargo que fue comprado, literalmente, a cambio de un aval de 40 millones puestos en garantía por un tercero, el empresario José Elías.

El día 8 de julio no será el del inicio de un voto de censura contra Laporta, eso está descartado como punto de partida. No es la primera intención. Otra cosa es que si de verdad estos colectivos, más algún otro socio que se pueda sumar a la causa, pretenden analizar a fondo y fiscalizar la gestión de Laporta para «evitar el peligro de extinción» está claro que el presidente no les va a invitar a tomar un café para escuchar sus propuestas. Al contrario: ya les ha insultado llamándoles cobardes porque «si querían salvar el club, el momento era en 2021 y no ahora, cuando ya hemos hecho todo el trabajo». Y es que Laporta, puesto en modo lucha contra cualquiera que amenace su modus vivendi, es capaz de cualquier cosa menos de ser dialogante, autocrítico, humilde, comprensivo, colaboracionista y demócrata con el enemigo. Cuando él pide unidad a favor del club, en realidad lo que espera es que nadie le discuta ni los buenos días y que se comporte exactamente al revés de cómo él lo ha hecho contra Josep Lluís Núñez, Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu, a los que se ha cargado, uno detrás de otro.

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