A menudo me pregunto ¿por qué existimos los seres humanos? Si somos la peor especie que existe en todo el universo, nos hacemos daño a nosotros mismos y con ello nos llevamos de encuentro a los demás seres inocentes que no tienen nada que ver con las perversas ideas macabras que egoístamente a menudo se nos ocurren para hacer daño.
Buscando como cargar más de estrés a mi pobre y desgastado cerebro, cada día se me ocurre encender la televisión y ver los telediarios, las tertulias y los circos que se montan en el Congreso de los Diputados y en otros países que por desgracia su gente también tiene que cargar y soportar a los políticos que no sirven nada más que para provocar caos y dolor en las clases mayoritarias que ya sabemos de antemano que somos las obreras.
Como siempre al principio de cada opinión, me enrollo con mis tontos e irónicos ideales y sueños de un mundo mejor y menos desigual, pero no me hagáis caso, mis locuras son buenas pero lamentablemente irrealizables en esta porquería de sistema que nos han impuesto unos pocos lagartos que nos chupan la sangre, y hablando de sangre, voy al lio, el titulo enunciado en este artículo es porque recientemente escucho y leo que España y otro pequeño grupo de países de Europa que juegan a la diplomacia han decidido reconocer a Palestina, sesenta y tantos años después de haber avalado el robo y la invasión de los territorios palestinos en favor de la manada de judíos apátridas que luego de la segunda guerra mundial no les querían en ningún lugar del mundo y los Estados Unidos y Rusia y la misma Europa junto a los achichincles de la organización de las Naciones Unidas.
Los territorios de la Palestina histórica fueron usurpados por la ocupación judía y la ONU pese a que más del 70% de la población eran palestinos y poco menos del 30% judíos, le reconocieron más territorio a estos últimos y además crearon el estado de Israel y dejaron al estado palestino a la deriva sin reconocimiento internacional y sin sus tierras. Ahora luego de siete largos meses del genocidio que ha cobrado más de cuarenta mil víctimas mortales de palestinos y palestinas en la franja de Gaza, un crimen cometido por el ejército asesino de Benjamín Netanyahu, patrocinado por Estados Unidos y con el aval de Europa, luego de este triste y largo sufrimiento del pueblo palestino, estos gobiernos hacen un reconocimiento internacional del estado palestino. Lo lamentable y penoso es que estos gobiernos lo hacen cuando prácticamente han desaparecido de la faz de la tierra a todo el pueblo palestino como es el objetivo del gobierno Israelí, un exterminio étnico de este pueblo.
El ejército Israelí ha cometido crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino y esto no viene de ayer ni de la semana pasada ni de hace siete meses cuando encontraron la excusa perfecta para exterminar al pueblo gracias a la colaboración indirecta del grupo terrorista Hamás que ellos mismos alimentan y fortalecen por conveniencia y para justificar la matanza en la franja de Gaza y en Cisjordania.
Por esto y por muchas otras razones obvias, digo que ahora mismo lo que se está reconociendo a nivel internacional no es un falso estado palestino que ni siquiera tiene el derecho a controlar su pasos fronterizos; ahora más bien lo que se está reconociendo es el nombre de un cementerio llamado Palestina en donde yacen los cuerpos fríos y abandonados de un pueblo que luchó por su libertad y por sus territorios pero que las armas asesinas de los genocidas e invasores judíos lo hizo desaparecer mientras Occidente aplaudió y dio la espalda y se lavó las manos como Poncio Pilatos cuando estos mismos judíos asesinaron aquel humilde galileo hace más de dos mil años como nos narra la historia que tiene un parte real y otra no tan cierta como siempre suele suceder con los relatos antiguos.
En conclusión según mi punto de vista a estas alturas el reconocimiento o no del estado palestino no sirve de nada mientras sigan permitiendo y ayudando al gobierno israelí en su misión de acabar con el pueblo palestino, pues al final con esto lo que tendremos es el reconocimiento de un estado palestino muerto al que nunca se le permitió ser libre y recuperar lo que era suyo por heredad.
