Puigdemont maniobra para ser el nuevo ‘caudillo’

La crisis existencial de ERC, el control de la ANC y la reactivación del Consell de la República son los pilares de su estrategia para poner en marcha el proceso 2

Bluesky
L’expresident intenta forçar que Pedro Sánchez li obri les portes de la Generalitat amb l’abstenció del PSC

El candidato de Junts per Catalunya (JxCat) a la Generalitat, Carles Puigdemont, afila las armas para sacar rédito a su segunda posición en las elecciones autonómicas del 12 de mayo pasado. Tiene ante suyo un complicado tablero de ajedrez en el cual no las tiene todas y en el cual su rival socialista le puede hacer jaque mate en dos jugadas. La intención del candidato de Junts es barrer de la ecuación ERC y rediseñar el mapa independentista a su conveniencia para reinar como un líder “transversal”. Para lo cual, necesita desprenderse de la carcasa de Junts y sacar a la palestra una nueva herramienta que empiece un proceso-2 en el cual nadie le haga sombra, una vez desarbolado el barco de Esquerra y con una CUP desconcertada y en plena crisis interna.

Carles Puigdemont había guardado durante los últimos meses su Consell de la República (CdR) para utilizarlo en el momento conveniente. Y casi diez días después de las elecciones, cuando la descomposición de ERC ya había derribado a Oriol Junqueras de la presidencia del partido, el Consell emitió un comunicado oficial que revela las verdaderas intenciones de su creador.

“Tardó diez días en valorar los resultados porque estaba a la espera de examinar la profundidad de la crisis de ERC y, en función de esta, lanzar un mensaje u otro. Además, esperaba conocer los resultados de la votación al secretariado de la ANC para calibrar si el submarino que había metido como candidato a presidirla sacaba un buen resultado y Lluís Llach, efectivamente, fue el ganador. Solo con estas dos informaciones encima de la mesa, el Consell ha hablado”, explica a EL TRIANGLE una fuente independentista cualificada.

Así pues, ante el fracaso de los partidos secesionistas para desbancar el bloque constitucionalista, que por primera vez desde 1984 tiene la mayoría en votos y en escaños, el CdR se ofrece como el salvador de la situación: “Nos encontramos en un momento grave de nuestra historia; es imperativo marcar un punto de inflexión para el futuro de la nación desde el punto de vista social, económico y, sobre todo, nacional […]. En este sentido, el Consell, como institución republicana que nació con la vocación de ser el punto de encuentro de diferentes actores, hace un llamamiento a la responsabilidad, la generosidad y la solidaridad al conjunto del movimiento independentista para retomar una imprescindible estrategia compartida, y pide a partidos, sociedad civil y otros estamentos del movimiento abrir un debate profundo y honesto que nos lleve a consensuar una única estrategia compartida con el objetivo de enderezar el camino hacia una nación libre de manera definitiva”.

Añade que el comunicado que el CdR “ha empezado a contactar con todos los agentes del movimiento para generar las condiciones que hagan posible esta primera conversación y que permitan establecer las bases para lograr una hoja de ruta compartida que nos lleve a un horizonte de prosperidad y libertad para nuestra nación”. En realidad, pues, la situación está donde le interesaba a Puigdemont desde un principio: con las otras fuerzas políticas independentistas parlamentarias deprimidas y con graves crisis internas después del 12-M.

Una situación delicada

El líder de Junts se encuentra en una situación más que delicada: no puede permitirse ser el jefe de la oposición porque, en primer lugar, pasaría a cambiar de estatus. En otras palabras, pasaría de “presidente legítimo” a simple diputado en el Parlament. En segundo lugar, tendría que cumplir su promesa de abandonar la primera línea política si no es investido presidente. Y en tercer lugar, se aboca a un abismo político que significa el final de su carrera. Por este motivo quiere hacer una jugada a la desesperada, que es intentar la investidura asegurándose los votos de ERC y confiando a doblar el PSC para que se abstenga en la votación definitiva.

En amplios segmentos políticos se opina que el primer objetivo de Puigdemont lo ha culminado con éxito: pasar delante de ERC y laminar sus rivales soberanistas. Pero otra cosa es poder convertirse en el referente indiscutible del independentismo. Aquí, muchos sectores catalanistas se cierran en banda y no permitirán que Puigdemont sea el nuevo caudillo del independentismo. Creen que su trabajo se ha acabado, que es un dirigente amortizado y que tiene que dar paso a una nueva hornada de políticos.

Su posición, sostienen desde estas trincheras, es solo para ganar tiempo. “Su jugada es bloquear la situación y forzar nuevas elecciones en otoño. Para entonces, espera que la crisis de ERC haya agraviado la situación en este partido y que los republicanos se avengan a formar una candidatura unitaria o, como mal menor, que caigan en picado en estas elecciones y Puigdemont recoja los votos del desastre de Esquerra. En todo caso, piensa que él saldrá beneficiado”, dice una fuente próxima a Junts.

En esta estrategia cuenta con dos elementos fundamentales para apuntalar su apuesta y demostrar que no es un cadáver político. El primer factor es confiar que pueda haber un cansancio del electorado socialista que provoque una bajada del PSC en una eventual repetición de los comicios. Esta sensación vendría dada por la creencia independentista que las autonómicas son unas elecciones de menos importancia y que los simpatizantes del PSC creen que su candidato, Salvador Illa, ganará sin problemas, y de este modo opten por quedarse a casa. Esta teoría se sustenta también en la afirmación que se hace en determinados círculos que las autonómicas no son vistas como elecciones suyas por el electoral que vota partidos implantados en todo el Estado.

Esta teoría, sin base real, podría tener el efecto contrario: que haya incluso un trasvase de votos hacia el PSC desde el PP, desde ERC y desde los Comuns (e incluso desde Junts) para subrayar el efecto de voto útil. Desde los círculos próximos a Puigdemont, sin embargo, consideran que el trasvase de votos desde partidos independentistas hacia el PSC “ya se ha producido el 12-M y no aumentará en unas nuevas elecciones. En cambio, una parte de su electorado puede optar por la abstención y el trasvase que le pueda llegar de PP o de Comuns no será suficiente para mantener la cuota”, aseguran desde Junts.

El otro elemento que Puigdemont tiene en cuenta para hacerse más fuerte es el apoyo de la “sociedad civil” después del hundimiento de ERC. Aquí prevé contar con el apoyo incondicional de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), si Lluís Llach, el hombre de paja que colocó en el secretariado, es finalmente elegido presidente. “Pero el segundo candidato con más votos fue Josep Costa, cosa que significará un freno a cualquier intento de instrumentalización de la organización. La ANC no será un juguete de Puigdemont”, advierte un exmiembro del secretariado de esta entidad. En este conflicto, hay un componente personal, y es la agria relación que Costa mantiene con la cúpula de JxCat.

La amenaza de Sílvia Orriols

Pero bien es verdad que en determinados círculos políticos también se ha desbloqueado el tema tabú que la ANC no tiene que entrar en política. De hecho, contrariamente a lo que pasó el 12-M, se espera que, si hay repetición de elecciones, la ANC haga campaña por el voto independentista para combatir la abstención y ganar terreno a los partidos constitucionalistas. En este escenario, quien tiene más a ganar es Junts, que puede recoger el voto útil del independentismo que abandone ERC e incluso la CUP. Es posible que en este maremágnum la Aliança Catalana (AC) de Sílvia Orriols se vea beneficiada también por un incremento en la tendencia de voto.

De cara a la galería, el círculo más próximo a Puigdemont rezuma optimismo por una repetición de elecciones, pero los beneficios no son claros. “Que JxCat pueda capitalizar el voto soberanista todavía se tiene que ver. Y, además, Puigdemont se encuentra que su CdR es una carcasa inservible para presentarlo en unas elecciones como la lista transversal del independentismo. Esto ya se lo han sacado de la cabeza, aunque conserve el nombre por sí en un futuro puede reanimar el ente. Nadie se apuntará a una lista unitaria donde haya el Consell, ni CUP ni ERC, por lo cual Puigdemont se encontrará con más de lo mismo. Y hay una parte del independentismo muy crítico que mantendrá castigado a Puigdemont, vaya con quién vaya. Hay mucha gente enfadada. La repetición de elecciones le servirá de poco. Si a caso, para prolongar su agonía”, afirma uno de los dirigentes críticos que han abandonado el Consell hace unos meses.

En círculos críticos se cree que la intención de Puigdemont de plantear su posible investidura es una maniobra para retrasar su muerte política. “Solo es válida la repetición de elecciones para apostar por la independencia”, afirman desde estos círculos. Pero hay otro problema: las arcas de Junts están vacías y meterse en una nueva campaña en otoño puede ser una gesta inasumible. “¿De donde sacará Puigdemont el dinero para afrontar una tercera campaña electoral este año? La militancia no pondrá dinero, y se tendrá que ver de donde se saca el dinero para afrontar los gastos electorales”, añaden. Bien es verdad que, en estos momentos, el papel de Puigdemont no es crucial ni determinante. Los socialistas no lo necesitan para formar gobierno y los suyos empiezan a poner en entredicho su liderazgo después de ocho años de hacer y deshacer. Pero él se obstina a tener la última palabra.

*Puedes leer el artículo entero al número 1578 de la edición en papel del EL TRIANGLE.

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