Razones para votar feminismo de verdad el 9 de junio

Los derechos de las mujeres están en riesgo de retroceso en la Unión Europea y no sólo por el avance de la extrema derecha de siempre. Esto está ocurriendo a nivel mundial y a nivel local, en el seno de las mismas instituciones que deberían protegernos, desde la Organización de las Naciones Unidas hasta el Parlamento Europeo, desde el gobierno del Estado hasta los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos, con la connivencia de los medios de comunicación más importantes.

Tenemos un montón de ejemplos: en la economía, la política, el deporte, en el mundo de la cultura, y en todos los ámbitos de la sociedad. No avanzamos en las reivindicaciones más esenciales, como acabar con la brecha salarial, por lo que todavía tenemos que reclamar “igual salario por igual trabajo”, una desigualdad que acaba repercutiendo en mayores niveles de pobreza y en pensiones de jubilación más bajas. Las mujeres cobramos un 20% menos que los hombres por trabajos similares y, en cambio, somos las mujeres las que cuidamos en solitario del 80% de los hogares más precarios, de los niños y de las personas dependientes. Además, las mujeres tenemos mayores niveles de formación, especialmente las mujeres jóvenes y, en cambio, los sectores laborales más feminizados tienen los salarios más bajos. Sin tanta formación, los hombres cobran más.

La violencia contra las mujeres se lleva cada año más de 100 víctimas mortales, y cada vez más criaturas. Pero los jueces siguen dando custodias compartidas a hombres maltratadores de las madres y en Catalunya sólo se conceden la mitad de las órdenes de protección necesarias, mientras se gasta el dinero del Pacto de Estado contra la Violencia Machista en cosas que nada tienen que ver con ella. Las agresiones sexuales se han disparado más del 40% y se dice a las mujeres que denuncien, pero después no se ponen los medios para protegerlas, mientras crece el negacionismo de la violencia entre los chicos jóvenes -también entre muchas chicas- sin programas serios de sensibilización y prevención.

Se podría alegar que contra todo esto no se puede hacer demasiado, o bien que son cambios sociales y culturales muy lentos y que todo va a llegar. Pero no es así: vamos para atrás. Y si hablamos de leyes, el panorama es desolador. Estos días asistimos estupefactos a dos espectáculos indignantes. El Parlamento Europeo por fin ha aprobado una directiva para luchar contra la violencia machista ¡pero ha dejado fuera la violación! El motivo nos deja sin palabras: ¡los europarlamentarios no se han puesto de acuerdo sobre qué es el “consentimiento”! Y hemos visto cómo en el Congreso de los Diputados sí se han puesto de acuerdo sin problemas los partidos católicos y de derechas y los que se autodenominan de izquierdas -una izquierda cada día más difícil de reconocer- para votar contra una mínima modificación del código penal que, a pesar de ser insuficiente, habría permitido avanzar en la persecución de los proxenetas, los que se enriquecen prostituyendo a mujeres pobres en el tercer país del mundo con mayor explotación sexual (hay que decir que si la propuesta hubiera sido seria, el PSOE habría intentado pactarla antes de llevarla al Congreso y menos en medio de una campaña electoral). Las excusas, de vergüenza ajena: que si se dejaría sin ingresos a las mujeres, que si la culpa es de la ley de extranjería, que si las “trabajadoras sexuales” están en contra… Y miren, no, gracias, las mujeres no queremos tener derecho a ser violadas por dinero.

Además de ver cómo los famosos gobiernos «más feministas de la historia», que suerte que eran «de los nuestros», además de no avanzar en la abolición de la prostitución y la prohibición de los infames vientres de alquiler que se promocionan impunemente con el apoyo de ayuntamientos y universidades aunque formalmente ilegales, ahora nos han borrado del mapa como mujeres en las leyes. Cualquier hombre mediocre puede arrebatar premios deportivos y cinematográficos, ocupar cuotas reservadas a las mujeres, entrar impunemente en los espacios protegidos -como todos los baños de mujeres, incluidos los de los centros educativos-, obligar a las reclusas a compartir celda con agresores sexuales que ahora se declaran mujeres, y tergiversar todas las estadísticas para saber si avanzamos en igualdad. Y si discrepamos y protestamos, puede caernos una multa sin juicio. Es decir, nos han impuesto ideas anticientíficas que sólo sirven para enriquecer un negocio médico y farmacéutico de escala global basado en ideas contrarias a la ciencia y el sentido común.

La investigación sobre la cuestión trans y las nefastas consecuencias para la salud física y mental de niños y adolescentes, especialmente para las chicas (que representan un 75% de los casos), quiere mantenerse oculta o se nos boicotea cuando las investigadoras feministas la queremos dar a conocer. Y eso teniendo en cuenta que otros países europeos ya están dando marcha atrás y la propia Organización Mundial de Salud acaba de pronunciarse contra la hormonación y la mutilación de menores que rechazan su cuerpo sexuado.

Las feministas llevamos tiempo alertando de lo que está pasando, pero los medios de comunicación de masas que llegan a la mayoría de la población no informan ni nos dan voz. Y los partidos que dicen defendernos están legislando contra nosotras, aunque tengan el feminismo en la boca continuamente. Por eso nos hemos organizado y en estas elecciones europeas contamos con una candidatura feminista, progresista de verdad, la única de la Unión Europea. Esto tampoco ha sido noticia en los grandes medios y por eso he escrito este artículo para la prensa local. Para explicaros algunas de las muchas razones que han llevado a esta ciudadana sabadellense a incorporarse a la candidatura Feministas al Congreso en las elecciones del próximo 9 de junio, con la esperanza de que podamos avanzar y revertir todo este retroceso desde las instituciones europeas.

(Visited 1.195 times, 1 visits today)

HOY DESTACAMOS

1 comentario en «Razones para votar feminismo de verdad el 9 de junio»

Deja un comentario

Noticias más leídas