Laporta se carga de razones para echar a Xavi en otro episodio vergonzoso para el Barça

Las declaraciones realistas del entrenador sobre la precariedad económica para fichar la próxima temporada han activado un despido que será conflictivo por el finiquito del técnico

Deco, Laporta i Xavi - Foto: FC Barcelona

La decisión de echar a Xavi finalmente, algo que flotaba en el ambiente desde hace meses, ha sido adoptada ahora en el FC Barcelona con la excusa del discurso realista y prudente del entrenador en la previa del partido de Liga contra el Almería. Xavi se ciñó al escenario que la propia directiva y Deco, el director deportivo, le han dibujado internamente, por ahora limitado en cuanto a fichajes por culpa del margen salarial -hoy excedido y bloqueado- con serias exigencias de traspasar jugadores clave antes del 30 de junio. Así lo transmitió Xavi el miércoles, un mensaje envuelto en dudas más que razonables sobre la competitividad del equipo en la Liga y en Europa la próxima temporada. “No estamos tan bien económicamente como hace 25 años”, fue su reflexión, acompañada de un tono pesimista y menos ilusionante que hace unos días cuando presidente y entrenador representaron la comedia de su ratificación en el cargo después del renuncio de Xavi a irse el 30 de junio como había anunciado y prometido.

Realmente, cuesta señalar cuál de las dos partes ha protagonizado un zigzag más mareante, frívolo y desconcertante, pues primero fue Xavi el que resolvió predecir su final de carrera, probablemente antes de ser cesado por los malos resultados y el juego precario del equipo a finales de enero, y luego Joan Laporta pasó de buscar un entrenador internacional a quedarse con Rafa Márquez y, más tarde, a pedirle de rodillas a Xavi que cambiase de opinión. El surrealista sellado de su continuidad triunfal se enmarcó en la semana delirante posterior a la eliminación en la Champions y la pérdida de la Liga en el Bernabéu, un mal trago al que le siguió la derrota en Girona con suspenso bajo futbolístico y las épicas clasificaciones del Real Madrid contra el City y el Bayern Múnich camino de la final de Wembley.

Solo faltaba que Xavi, en un arrebato torpe de los suyos, el enésimo, aportara una visión sincera sobre el verdadero panorama que le espera al equipo y, por elevación, a la propia entidad, que necesita vender abonos y entradas como nunca para donde sea que el Barça vaya a jugar la próxima temporada.

En el despido de Xavi, que toda la prensa solvente da por hecho, ha influido notoriamente la explosión, aunque controlada, del avalgate, referente a una cuenta bancaria empleada irregularmente en beneficio de la junta. Laporta prefirió no dejarse ver en el desplazamiento a Almería, provocando los primeros rumores, y anoche, tras el partido, no retrasar ni un minuto más la decisión. Jordi Basté, en El Món a RAC1, avanzó la noticia que ahora debe concretarse en forma de liquidación y negociaciones que Xavi no pondrá fáciles, pues exigirá el año de contrato firmado para dejar su sitio al siguiente. El barcelonismo de Xavi no da para tanto.

La imagen proyectada por Laporta al mundo, si el giro de guion se acaba consumando en las próximas horas, es insuperable en cuanto a improvisación, capricho y veleidad, nada nuevo en un universo laportista que a cada paso arrastra al club a un futuro más incierto y ruinoso. Otra cosa es que, como revelan cruelmente las estadísticas, Xavi haya fracasado como entrenador, algo que tenía remedio antes de traerlo y posteriormente, cuando, en enero, eligió borrarse y abandonar la nave tras la desastrosa derrota ante el Villarreal. Ahora ya nadie puede evitar un ridículo colectivo y mundial.

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