El conflicto de Palestina divide el movimiento independentista catalán

La herencia de Convergència, históricamente vinculada al sionismo, sigue todavía viva en Junts x Catalunya, mientras que la CUP es frontalmente contraria a Israel

Artur Mas
Artur Mas

“La verdadera cara del BDS y sus conexiones con el terrorismo, la extrema izquierda y el separatismo catalán”. Esta frase es el título de un informe elaborado por la organización Acción y Comunicación sobre el Oriente Medio (ACOM) en el cual denuncian los lazos de los partidos independentistas catalanes, sin excepción, con intensas campañas antiisraelíes. Este informe apunta al Partit Demòcrata Català (PDECat), porque fue realizado antes de que se hubiera formalizado oficialmente JxCat, a ERC, a la CUP y a Podemos. Las siglas BDS corresponden a las palabras Boicot, Desinversión y Sanciones, conceptos que piden aplicar a Israel por parte de la UE.

“Los defensores y partidarios del BDS dicen que defienden los derechos humanos de los palestinos en los territorios ocupados y al mismo estado de Israel, y aseguran que el Estado judío es racista y mantiene una política de apartheid similar a la que caracterizaba Suráfrica, y que, efectivamente le supuso un boicot internacional. Bien es verdad que Israel no es un estado que ejerza el apartheid. Los ciudadanos árabes que viven en Israel tienen la misma ciudadanía y los mismos derechos que los judíos: pueden votar y tienen sus propios representantes en la Knéset, participan con entera libertad de la vida pública, tanto desde el punto de vista político como cultural o deportivo (es frecuente que árabes e israelíes participen en las selecciones nacionales deportivas de Israel, por ejemplo) y tienen plena libertad para usar el idioma árabe”, dice el informe.

El informe recuerda que París prohibió las actividades del BDS en la ciudad, igual que el Reino Unido, al considerarlo un movimiento antisemita, y “hasta 25 estados de los EE. UU. han aprobado también varias legislaciones en contra, el último Luisiana”.

Pero a pesar de la contundencia en las acusaciones de antisemitismo, bien es verdad que la guerra desatada en el Próximo Oriente entre Israel y Hamás en el escenario del enclave de Gaza ha partido en dos el mundo independentista. Una parte del sobiranisme, representado en la extrema izquierda y en la CUP, condena exclusivamente Israel y se alinea con Hamás con la excusa de defender al pueblo palestino.

ERC es un mundo aparte. Aunque oficialmente se decanta más por el apoyo a Palestina, hay algunos círculos que conectan bien con Israel. En su reacción oficial, los republicanos condenan los “ataques contra la población civil” y reclaman “basta crímenes de guerra”. “La violencia solo lleva a más violencia. Israel y Palestina necesitan la paz”, afirman. Pero un mensaje de Gabriel Rufián en la red X resume la postura oficial: “1. No es una guerra o un conflicto entre Israel y Palestina. Es una ocupación y un genocidio de Israel a Palestina. 2. Hamás es una organización que mata civiles israelíes. Israel es un Estado que mata civiles palestinos. 3. Hamás no representa Palestina. Netanyahu gobierna a Israel. Cualquier equiparación es perversa…”. Rufián no utiliza la palabra “terrorista” al referirse en Hamás, como tampoco lo hacen Sumar, la CUP, los comunes o Podemos. Tampoco lo hacía Ernest Maragall, que reclamaba al alcalde Jaume Collboni que hiciera valer el convenio de hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv. Las redes le reprocharon que no condenara el primer ataque de Hamás.

Otra parte del independentismo, especialmente asentado en Junts x Cataluany (JxCat), se decanta por Israel, que siempre ha tenido buenos lazos con un sector convergente que en muchos casos puso sus ojos en el ejemplo israelí de formación de un Estado.

De hecho, Convergència siempre fue una cantera de prosionistas o, como mínimo, de proisraelíes. El mismo Jordi Pujol tuvo como socio Moisés David Tennenbaum. El viejo Florenci Pujol, junto a su hijo Jordi Pujol i Soley, se asoció con al judío Tennenbaum, tratando de piedras preciosas, para comprar el 1959 la minúscula Banca Dorca por 12 millones de pesetas y convertirla en Banca Catalana, la protagonista del principal escándalo económico de Cataluña en la transición. Con posterioridad, el 1991, el hijo de Tennenbaum fundó junto a Sanson Batsri la empresa Tenba TB, especializada en seguridad. Esta compañía fue beneficiada por la Generalitat que presidía Jordi Pujol con contratos públicos que sumaron centenares de millones de pesetas de la época. Solo el 1994 se llevó 500 millones en tres contratos para instalar un nuevo sistema de seguridad en la prisión de Lleida. Tenba TB no tenía personal, pero subcontrató los trabajos, pagó 300 millones y se embolsó los 200 restantes.

Jordi Pujol se apoyó Miquel Sellarès como director general de la Policía para diseñar el cuerpo de los Mossos d’Esquadra. Sellarès es un conocido prosionista, y se desplazó a Israel para estudiar como organizaban allá la seguridad. Un potente clan proisraelí se empezaba a gestar en la Cataluña nacionalista. En realidad, CiU siempre intentó tender puentes con Israel. Artur Mas siguió el camino de Jordi Pujol y viajó al Estado hebreo para encontrarse con los principales dirigentes. Artur Mas es uno de los presidentes que más flores lanzó a los judíos, al mismo tiempo que estableció diferentes convenios con instituciones israelíes.

Apoyo de Artur Mas i Oriol Pujol

“Israel es claramente un compañero de viaje de Cataluña”, dijo el expresidente durante su visita el 2013. A la cartera llevaba un convenio a firmar con el Weizmann Institute of Science. Durante este viaje, Xavier Trias, entonces alcalde de Barcelona, firmó otro convenio de Barcelona Activa con el centro de emprendimiento Star Tau. La empresa pública ACCIÓ y su homóloga israelí MATIMOP (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo) habían firmado otro convenio de colaboración, y Oriol Pujol Ferrusola, entonces secretario general de CDC, se había entrevistado con Shimon Peres, presidente de Israel, para establecer vínculos políticos. La intención de Pujol era doble: por un lado, contrarrestar las campañas de la izquierda independentista a favor del pueblo palestino y, de la otra, atraerse a las autoridades de Israel y ponerla como ejemplo de nación que supo independizarse. Se establecían así las bases de una vasta política internacional destinada a hacer calar el mensaje independentista, que ya se había asentado en Convergència.

Pero los prosionistas no se olvidan que a pesar de que Pujol y Mas los apoyaban, Carles Puigdemont cambió la tendencia. La culpa, aducen, la tiene uno de los principales hombres de confianza del expresidente: el abogado Gonzalo Boye, a quien acusan de ser “antisemita”. Tampoco olvidan que el 2013 el Ayuntamiento de Molins de Rei aprobó una moción para adherirse al movimiento BDS. El alcalde era Joan Ramon Casals, de CiU, que el 2019 fue nombrado jefe de la oficina de Puigdemont, y que después sería sustituido por Josep Lluís Alay.

Uno de los ejemplos más visibles del lobby judío está personificado en la figura de la periodista Pilar Rahola, que no desaprovecha ninguna ocasión para cerrar filas con el Estado de Israel. En este grupo se tendrían que encuadrar también el sociólogo Salvador Cardús, el escritor Vicenç Villatoro o el historiador Joan B. Culla. Víctor Terradellas, el responsable de relaciones internacionales de Convergència y el hombre encargado de buscar puentes con Moscú antes del referéndum del 1-O del 2017, también intentó hacer lo mismo con Israel, y en una de sus conferencias citó este país como el principal aliado natural de una Cataluña aspirante a convertirse en Estado. Artur Mas ya había vaticinado poco antes de que a Israel y Cataluña los unía su voluntad de hacer un Estado independiente.

Pero JxCat ha tenido un posicionamiento más voluble que Convergència y es señalado por las organizaciones sionistas como antiisraelí. El partido de Laura Borràs se avino a retirar este mes de octubre una moción que había presentado en el Parlamento, en la cual reclamaba el “derecho a existir” de Israel, condenaba el ataque de Hamás y exigía la liberación de los rehenes que se llevaron a la franja de Gaza. Aquel mismo día, la sede del partido posconvergente se despertaba con pintadas de “Viva Palestina. Junts es cómplice del genocidio en el pueblo palestino”.

Bien es verdad que Cataluña cuenta con una nutrida representación empresarial con raíces israelíes, encabezada por el publicista Lluís Bassat y el amo de Mango, Isak Andic. Iberpotash, la empresa propietaria de las minas de Súria, también es de capital israelí.

El ACOM ha hecho una recopilación del que considera actas hostiles, hasta el punto que califica en Cataluña como “el plantel político del antisemitismo contemporáneo”. También denuncia que “Cataluña (y la Comunidad Valenciana, a través de formaciones soberanistas ligadas al separatismo catalán) lideran a nivel europeo las declaraciones institucionales y los escraches de este nuevo formato de antisemitismo”, y llega a calificar Cataluña como “el bastión antisemita de Europa”.

Un listado de agravios

Entre las actuaciones que integran el listado de agravios, figura la petición el 2009 de Raül Romeva de promover el boicot, la desinversión y la imposición de sanciones a Israel desde la UE. Con una foto de los comunes Gerardo Pisarello y Jaume Asens, denuncia “la banalización del Holocausto desde la Alcaldía de Barcelona”. Denuncia también el “discurso del odio contra Israel desde TV3”. “Una periodista de TV3 acusó a Israel de utilizar el deporte para blanquear el ‘genocidio palestino’. Desgraciadamente, este tipo de comentarios no son una excepción en los medios públicos catalanes”, dice el ACOM.

En otra fotografía muestra Ada Colau, cuando era alcaldesa, junto a una pancarta “contra el apartheid israelí”, y califica de “enfermiza” “la obsesión de los líderes municipales de Barcelona contra Israel”. Otro de los casos denunciados es el de la plataforma BDS-*Rescop, a quien acusa de “blanquear” el atentado yihadista de la Rambla el agosto del 2017, porque, “lejos de condenar el atentado, lo minimiza y, de forma alucinante, responsabiliza no los terroristas que lo perpetraron, sino los gobiernos que lo sufren a Europa”.

A nadie se le escapa que la izquierda independentista es antiisraelí furibunda. Todos los dirigentes de la CUP han tenido históricamente palabras de condena contra los diferentes gobiernos de Israel. Endavant, el sector más duro de la CUP, aprobó un manifiesto el 17 de octubre pasado en el cual dice que “Palestina sufre un proceso de colonización, ocupación militar y régimen de apartheid desde hace décadas”. Habla de “auténtica limpieza étnica televisada contra dos millones de personas atrapadas en un territorio no muy más grande que el Maresme” y denuncia que “a causa de la importancia geoestratégica de la zona, la oligarquía y los gobiernos de los Estados Unidos y la Unión Europea han apoyado el resultado de este proyecto sionista”.

Lejos de condenar la violencia de los palestinos, contextualiza sus acciones en un entorno heroico. El relato que hace del ataque por sorpresa de Hamás es peculiar: “Centenares de guerrilleros palestinos rompieron el bloqueo de Gaza y mataron centenares de soldados y colonos israelíes, y van capturando un centenar de rehenes”. A partir de aquí, Endavant acusa Occidente de asustar con “el espantajo del terrorismo descontextualitzat, aprovechando un racismo y una islamofobia institucional hacia la población pobre migrada, amplificado por los sectores de la extrema derecha catalana, española y francesa a los Países Catalanes, para preparar la aceptación social de la venganza israelí”.

Y acaba recordando que “en 2005, más de un centenar de organizaciones y asociaciones palestinas lanzaron un llamamiento internacional para aplicar boicots, sanciones y desinversiones en el Estado de Israel hasta que este no ponga fin a la ocupación militar y acepte el retorno de los refugiados y refugiadas a sus hogares. Y esto es el que podemos hacer”. Por eso, pide el boicot a la empresa Iberpotash, la ruptura de hermanamientos con ciudades israelíes y la desaparición de los convenios con universidades de Israel. “Y recalcamos que este boicot es hacia el Estado de Israel, hacia su ideología racista sionista. En ningún caso contra la población judía, utilizada por el sionismo para justificar su barbarie en su nombre”.

Más contundente es Poble Liure, otro de los partidos de la CUP, que tampoco condena la agresión de los palestinos. Dice que Israel acomete un “genocidio palestino”, que “la voluntad pública del ejército israelí es clara: arrasar todo el norte de la franja de Gaza”, y asegura: “El islamismo de Hamás fue promovido a su día por el mismo Estado de Israel para mirar de desgastar el movimiento de liberación nacional palestina, laico, izquierdista y antiimperialista”. En cambio, tilde la respuesta de los judíos de “crímenes de guerra y exterminio”, para acabar reivindicando un “estado palestino independiente, laico y soberano”. La izquierda soberanista, que tradicionalmente se ha significado por la defensa de los palestinos, encuentra ahora el caldo de cultivo idóneo para postularse como la auténtica defensora de los derechos humanos. O, al menos, de los derechos humanos de los unos en detrimento de los de los otros.

Puedes leer el artículo completo en el n.º 1549, en la edición en papel, de EL TRIANGLE.

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