La negociación de la posible investidura de Pedro Sánchez y de una eventual amnistía para los encausados por el proceso independentista ha provocado una férrea política del silencio en partidos como Junts x Cat. La variedad de voces, las diferencias internas sobre la idoneidad de la negociación y sobre sus consecuencias, y el miedo a enviar a amasar unas conversaciones que podrían devolver al partido la capacidad de influencia, han obligado a Carles Puigdemont a imponer una fuerte ley del silencio entre las caras visibles y los portavoces habituales del partido.
Sin embargo, esto está hiriendo sensibilidades y tocando muchos egos. Y es que hay dirigentes de Junts que alimentaban su imagen casi todos los días con declaraciones, tuits, ruedas de prensa, entrevistas… Y ahora deben estar todos callados, sin ningún tipo de protagonismo ya la sombra de Puigdemont. Algunos de los que más lo han notado son los exconsejeros de Junts, que pudiendo haber tomado un gran protagonismo en el primer aniversario de la marcha del Gobierno de coalición, han tenido que pasar desapercibidos y seguir callados como si tal cosa. Y eso les duele. Mucho. Y lo dicen sin tapujos cuando alguien se lo pregunta en privado.
