Bien sea por oportunismo, el mesianismo en torno a algunos futbolistas parcos en palabras o el aumento del flujo migratorio de Argentina a España, el caso es que la masificación de camisetas albicelestes es un hecho en el día a día de las calles barcelonesas. La gesta lograda por Leo Messi y el resto de su equipo en el pasado mundial, perdura en el boca a boca popular. El país situado en el cono sur es religión cada cuatro años en el máximo evento del deporte rey, sin embargo, cabe que nos preguntemos cómo se encuentra la nación en realidad.
Hablar de Argentina resulta complejo, ya que pese a las continuas crisis sigue siendo la segunda potencia económica de América del Sur. Es abundante en materias primas, una coyuntura que la sitúa a la cabeza de los principales rankings de exportación de recursos como la soja, el maíz y el trigo. Todo, dentro de un contexto marcado por la guerra de Ucrania que no ha hecho más que relanzar la importancia del sector agropecuario. Por si fuera poco, la diplomacia argentina ha ido adquiriendo un notable peso en la escena internacional, con sendos liderazgos en importantes órganos de las Naciones Unidas como la Comisión de Derechos Humanos y el Organismo Internacional de Energía Atómica de la mano de Federico Villegas y Rafael Grossi, respectivamente.

No es oro todo lo que reluce. Al igual que ocurría en el mundial de 1986, con la mítica “mano de Dios”, el júbilo futbolístico del último año amaga heridas nacionales todavía abiertas: Si antaño se trataba de la pérdida de las islas Malvinas, en la actualidad es sin duda la caída de la influencia argentina en el espacio iberoamericano. El país ha experimentado un decrecimiento muy acusado en los últimos diez años, pasando de representar un 12% de la economía regional en 1990, a un 8,5% en 2021 según el Banco Mundial. A lo que cabe sumar una capacidad militar que también se resiente pese a los esfuerzos realizados por el ministro de Defensa, Jorge Taiana, por adquirir potentes submarinos que permitan un mayor control del Atlántico Sur. El debilitamiento del despliegue bélico supone el deterioro de un elemento disuasorio, vital a la hora de preservar recursos naturales como los yacimientos de litio ubicados en la Puna Jujeña.
En cuanto al escenario político, si hay un aspecto que lo ha definido de manera constante desde inicios de siglo es, sin lugar a duda, la inflación. Mauricio Macri perdió las elecciones de 2019 dejando un país con una subida del IPC de en torno al 53,8%, hoy, bajo el gobierno de Alberto Fernández, estas cifras se duplican hasta alcanzar el 115,6%. En medio de este particular baile de números, una vorágine de sucesos ha hecho temblar a toda una nación: La petición de auxilio al Fondo Monetario Internacional (FMI) de Macri, bajo la desafortunada proclama de “Pasaron cosas”; la pandemia del coronavirus, además de la peor sequía vivida en 60 años en suelo argentino, que ha comportado pérdidas estimadas en 15.000 millones de dólares. La crisis prolongada ha dinamitado la hegemonía bipartidista perpetuada por los liberales de Juntos por el Cambio y los peronistas de Frente de Todos.
Al igual que ocurría en 2001, en el que el derrumbe del modelo económico ultraliberal de Fernando de la Rúa dio lugar al kirchnerismo: El contexto actual ha gestado la irrupción de Javier Milei. Este economista de 52 años se define como un anarcocapitalista dispuesto a acabar con la “casta política” que parasita el estado argentino, para ello, abandera unas propuestas tan provocadoras como la dolarización de la economía, el cierre del Banco Central y la privatización de las empresas públicas del Estado.
Resulta curioso como detrás de esa supuesta rebeldía intransigente, hallamos un nuevo capítulo de subordinación del pueblo argentino a intereses angloamericanos. Ante las inmortales figuras de Diego Armando Maradona y Ernesto ‘Che’ Guevara, cuya lucha siempre representó el carácter indómito de esta patria iberoamericana, Milei ofrece una pataleta adolescente que cuenta con el apoyo de Elon Musk.
Siempre me ha fascinado la manera en la que discurre la mente humana: El comportamiento gregario que nos incita a asimilar las tendencias mainstreams, convirtiéndolas en parte esencial de nuestro yo.








