Mahsa Amini era una joven kurda iraní que fue detenida el pasado 13 de septiembre del año pasado en Teherán por la policía de la moral porque llevaba el velo mal puesto, según las estrictas normas del país. Tres días después moría en un hospital después de haber sido golpeada en comisaría. El sábado fue el aniversario de ese asesinato.
Ousmane Sonko es un líder opositor senegalés que se presentó a las elecciones presidenciales en 2019 como candidato del partido Patriotas de Senegal. Quería concurrir también a las elecciones presidenciales del próximo año pero una condena a dos años de cárcel por una acusación de corrupción de menores lo ha imposibilitado. Su detención fue seguida de manifestaciones de sus partidarios y choques con las fuerzas de seguridad en los que fallecieron entre 16 y 30 personas, según las diversas fuentes.
Este sábado, en la plaza de Sant Jaume, en Barcelona, coincidieron dos manifestaciones vinculadas a Mahsa Amini y Ousmane Sonko. A las seis de la tarde, cientos de personas se concentraron ante el ayuntamiento para denunciar el asesinato de Amini y pedir democracia en Irán gritando el popularizado lema «Mujer, vida, libertad». A la misma hora, al otro lado de la plaza, frente al Palacio de la Generalitat, un número algo más numeroso de manifestantes reclamó la liberación de Sonko y que pueda optar a la presidencia de Senegal.
Los gritos y cánticos de una y otra concentración se mezclaban en una plaza por la que transitaban numerosos turistas. Chocaba especialmente que las mujeres iraníes fueran todas sin velo, salvo un par de excepciones, mientras que por delante de su concentración pasaban turistas musulmanas veladas o, incluso, con sólo los ojos a la vista. En la concentración senegalesa abundaban los niños pequeños y los colores de unos vestidos en los que se mezclaban camisetas del Barça y del Real Madrid.
Recordé cuando de muy joven fui a Londres y descubrí el rincón de Hyde Park donde todo el que quería se subía a una escalera de mano y defendía la causa que fuera. Para mí era un brutal contraste con la represión franquista que vivía en mi país.
La plaza Sant Jaume se ha convertido en ese Hyde Park. Todo el mundo va a proclamar sus reivindicaciones. La pregunta que me hago es si esas concentraciones son útiles. Sirven, seguro, para que las personas que viven entre nosotros puedan mostrar su indignación por las injusticias que padecen. Sirven, también, para poner en evidencia que vivimos de espaldas a estas injusticias. Un buen día nos despertamos solidarios y organizamos una gran manifestación en solidaridad con los refugiados y diciendo que «queremos acoger». Luego nos olvidamos y nos encerramos en nuestras pequeñas peleas y ambiciones. Nuestra solidaridad debería ir más allá de poner una escalera en un parque u ofrecer una plaza para que todo el que quiera reivindique lo que crea justo.
(P.D.: Y alguien debería velar por que las concentraciones de solidaridad en la plaza de Sant Jaume no coincidan a la misma hora)