Nikola Mirotic pone en evidencia una vez más al área jurídica de Laporta

El presidente utilizó y manipuló a su prensa para presionarlo dando por hecho que había perdido su indemnización. En reacción, el jugador reclama en los tribunales cobrar los dos años íntegros de contrato

Nikola Mirotic

La prensa deportiva especializada en baloncesto, muy en concreto la que se ocupa de dar cobertura a la sección de Barça, no ha podido ofrecer al barcelonismo una versión más sesgada y tendenciosa del conflicto generado con Nikola Mirotic, unilateralmente despedido por parte de la junta de Joan Laporta en puertas del playoff final de la ACB.

Laporta tenía ganas de sacarse de encima ese tándem Jasikevicius-Mirotic por dos razones. La primera y principal, porque constituía una herencia de Josep Maria Bartomeu que inicialmente no se atrevió a extirpar a causa de la buena conexión de ambos con el público del Palau, y también porque de un modo u otro habían cumplido con las expectativas mínimas de jugar la Final Four de la Euroliga y rivalizar con el Real Madrid en la ACB. En el último tramo de la temporada, al caer nuevamente en el primer asalto de la Final Four, el presidente, sin esperar al desenlace de la ACB, vio la oportunidad de cortarle el contrato no tanto por ese revés como por la obligación de contractual de hacer frente a una ficha que, por el diseño de su contrato, compensaba una parte del dinero que el club se ahorró en los primeros años de su carrera como azulgrana.

La previsión, en el momento de su espectacular llegada la temporada 2019-20, se escalonó, desde el punto de vista salarial, sobre dos variantes. Por un lado, repartiendo el total de su retribución de su contrato de seis temporadas en porcentajes crecientes anuales. La primera temporada cobró sólo el 20% de esa ficha; la segunda, el 40%; y así, sucesivamente. Por otro, ese diferimiento respondió en su día a la doble intención de acomodar una estrella de su calibre al progresivo aumento del presupuesto del club, el 5% del cual se destinaba históricamente a completar el gasto de las secciones, y a que la propia presencia de una figura como Mirotic generara ingresos suplementarios que, en su conjunto, pagasen sobradamente el fichaje.

Eran tiempos en los que el Barça había establecido, el año anterior a su llegada, un récord absoluto de ingresos con 990 millones y fijado el presupuesto de la siguiente en unos 1.050 millones. Imprevisiblemente, la pandemia dio al traste de un modo parcial con estas expectativas debido a la caída brutal de los ingresos recurrentes de las competiciones por el cierre del Camp Nou, el Palau Blaugrana, el museo y las tiendas, que fue estimado en 300 millones, según una auditoría independiente, a lo largo de la temporada y media de afectación directa.

A pesar de la incidencia de este factor, los auditores han reflejado que los abonos y la taquilla del Palau han crecido un 126% en esta etapa Mirotic, confirmando la capacidad de tracción del jugador y la desviada lectura de Laporta sobre su verdadero impacto en la sección. Laporta, como hizo con Messi, no ha mirado más allá de lo que costaba, no ha tenido en cuenta el ahorro de las temporadas anteriores y, mucho menos, lo que podía aportar en la pista y en el tesorería.

Una vez hubo actuado compulsivamente y ordenado que le fuera comunicada la decisión de prescindir de sus servicios, todo se torció a causa, como siempre, de la improvisación y la proverbial capacidad de Laporta para gestionar mayoritariamente contra los intereses del club. La guinda se la puso Javier Tebas cuando le permitió cargar la posible indemnización a una partida de costes distinta a la del límite salarial de la sección de baloncesto.

Fue erróneo e inoportuno el momento elegido para señalarlo públicamente en vísperas del playoff final de la ACB, conquistada brillantemente por el equipo azulgrana con Mirotic como héroe, y peor aún el titubeante intento de señalarlo como pesetero y de utilizar la prensa para presionar al jugador y a su entorno.

Los días previos al 30 de junio, cuando habría sido más fácil llegar a un acuerdo, la junta filtró que las negociaciones avanzaban y estaban a punto de cerrarse, dando por hecho que Mirotic fichaba inmediatamente por otro equipo y que la jugada legal, presuntamente inteligente, pasaba por reducir el finiquito basándose en la prisa y la presión de Mirotic por no quedarse sin equipo.

Nada era cierto, pues, de hecho, ese límite del 30 de junio condujo a otro perverso escenario gracias a la colaboración de la prensa afecta al régimen laportista, anunciando que había transcurrido el plazo de denuncia del impago del contrato una vez que se le fue comunicada la baja. Los medios convinieron en celebrar anticipadamente la victoria legal de la junta, que además de echar a Mirotic iba a ahorrarse buena parte de la indemnización, sino toda.

El representante del jugador, hasta entonces mudo, se vio obligado a salir al paso y afirmar, contundentemente, que la decisión de la junta sólo era válida si era comunicada por escrito, una formalidad pendiente hasta la fecha. Finalmente, por tanto, no fue hasta el pasado día 20 de julio cuando el club anunció que se le había comunicado oficialmente «la decisión de rescindir el contrato profesional del jugador del primer equipo de baloncesto que le vinculaba con el Club hasta el 30 de junio de 2025. Esta medida se circunscribe en el cumplimiento del Plan de Viabilidad económica fijado por el FC Barcelona».

Paradójicamente, el Barça ya había intentado hacerse con varias figuras del baloncesto europeo semanas antes de ese comunicado, además de pagar la cláusula de rescisión de un jugador del Joventut y de firmar a un ex-NBA para llenar el vacío de Mirotic aprovechando el ahorro embustero de la indemnización. El Barça la pagará igual en algún otro rincón de su contabilidad.

Mirotic, lógicamente, ha llevado el asunto a los tribunales, aunque no por las diferencias de criterio sobre el finiquito sino por el cobro íntegro de los dos años de contrato a los que en su opinión tiene derecho.

El precedente más inmediato de un despido semejante fue el Matheus Fernandes, también en una decisión temperamental de Laporta, echándolo del club de la noche a la mañana teniendo contrato en vigor. A los pocos meses el juez condenó al Barça a indemnizarlo con 7,7 millones por despido improcedente.

Desde luego causaría una alarma social entre los deportistas profesionales que un tribunal concediese licencia a los clubs para deshacerse de algunos contratos, pesados o no, sobre la base de la necesidad de adelgazar sus presupuestos. El caso Mirotic puede sentar un peligroso precedente si la justicia concede la inseguridad laboral que el área legal de Laporta plantea como argumento para eludir el coste íntegro del acuerdo firmado en su día.

El jugador está convencido de que acabará cobrando la totalidad de su contrato gracias a una sentencia favorable. De momento, con la baja oficial y sin perjuicio del proceso judicial en marcha, Mirotic ya es libre de fichar por el club que prefiera.

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