Cuatro años de emergencia

Bluesky

Los cruceros no zarpan del puerto sin haber reunido a los pasajeros con instrucciones de cómo comportarse en caso de emergencia, señalando las marcas en el suelo indicando los lugares de concentración, instruyendo sobre chalecos y botes salvavidas para que todo el mundo sepa lo que debe hacer si suena la alarma.

En 2019 ayuntamientos, parlamentos y gobiernos hicieron sonar la alarma declarando la situación de emergencia climática. Pero no se ha producido ninguna respuesta ni se ven modificar comportamientos como correspondería en una situación de éstas. O son tan tímidas las reacciones que el barco sigue hundiéndose y nosotros con él.

Quienes todavía analizamos la historia considerando la influencia de los poderes económicos sabemos que éstos se organizan para influir en todos los ámbitos de la sociedad para mantener el sistema imperante hace 200 años consistente en quemar energías fósiles que aumentan las temperaturas, disminuyen las lluvias, y empeoran de forma dramática el aire que respiramos. Las consecuencias para la vida de los seres vivos son colosales: casi 4.000 muertes prematuras anuales en la conurbación de Barcelona, 35.000 en España y 8 millones en el mundo. Y lo peor es que dejemos un Planeta invivible.

He recorrido Cataluña estos días desde el Pont de Suert hasta Alcanar pasando por Barcelona, Matadepera, Capellades,Tarragona, Valls, Flix y Santa Bárbara explicando estas cosas. He preferido en esta ocasión argumentarlas desde el punto de vista económico pero no hablando de los costes en vidas y enfermedades sino de las oportunidades económicas que supone pasar al nuevo modelo energético 100% renovable. Pensé que quizás sería un argumento más convincente que la vida y la salud de los seres vivos.

Hice una estimación por cada municipio donde iba calculando diferentes factores a tener en cuenta en función de las viviendas de cada municipio, equipamientos públicos, medios de transporte terrestre, marítimo o aéreo, extensión, espacios antropizados, etc. No existen estudios así y pensé que no podía ser por casualidad. Sólo hace unos meses el Colegio de Ingenieros Industriales publicó uno que habla de 230.000 millones de euros si queremos tener una Cataluña con energía 100% renovable.

Para que el lector o lectora se haga una idea de la magnitud de las oportunidades económicas que significará en nuestra civilización el cambio energético, en la ciudad de Barcelona se tendrán que realizar unas inversiones de 48.000 millones de euros hasta el 2050; en Tarragona 3.000 millones. Son inversiones muy considerables, muchas nuevas actividades y puestos de trabajo, nuevos hábitos de ahorro a integrar en nuestra agenda familiar, en la de las empresas, en la administración.

Ni que decir tiene que estas inversiones no deben hacerlas sólo la administración pública aunque debería tomar parte en el negocio de la energía que cada vez hay más coincidencia al considerarla un derecho. Porque, como el agua, no se puede vivir en condiciones dignas sin tener asegurado su acceso.

No sé si estos argumentos acabarán de movilizar a nuestra sociedad empezando por sus dirigentes de todo tipo, económicos, sociales y políticos y terminando por el conjunto de la ciudadanía. Hay demasiados intereses en juego que se esfuerzan por perpetuar el sistema de consumo desaforado actual y de energía contaminante que lo sustenta.

Y seguimos escuchando mensajes como el del Presidente de la principal petrolera española estos días en contra del nuevo sistema energético pero también de gente de buena fe que se opone a la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables cuando hablamos de ocupar un 2,5 % del territorio de Cataluña ( un 3% en Alemania).

No puede ser que ignoren que la energía sale de algún lugar concreto. Durante miles de años en Cataluña, como en todas partes, los campesinos destinaban una parte de las fincas al cultivo de cereales para alimentar a los animales de tiro y bosques para abastecerse de leña. Pero con la aparición de los tractores se trasladaron estos terrenos a países lejanos productores de petróleo y gas. Ahora vemos que eso nos ha traído problemas graves como enfermedades y muertes por contaminación, aumento de las temperaturas y guerras.

Es necesario recuperar la generación de energía en nuestro país procurando que esté el máximo de distribuida y no sólo en el espacio sino también, en la medida de lo posible, en la propiedad para evitar abusos que conocemos demasiado.

La alarma hace cuatro años que suena y hay mucha gente que no quiere que la sintamos ni nos preparemos para hacer frente a la amenaza mientras suben las temperaturas, nos quedamos sin agua, enfermamos, morimos y dejamos un Planeta donde nuestros descendientes tendrán difícil vivir. ¿Lo consentiremos?

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