Ser voluntarios, no hacer de voluntarios

La Federación Catalana de Entidades contra el Cáncer (FECEC) me invitó, este sábado 20 de mayo, a conducir su decimonoveno Encuentro de Voluntariado en el ámbito oncológico. El lema del encuentro era “Juntos hacemos piña”. Esta invitación me permitió compartir una mañana entera con unas 150 voluntarias y voluntarios en las tareas de acompañar a enfermos de cáncer y sus familias y de sensibilizar y divulgar las mejores formas de combatir y convivir con esta enfermedad.

Podríamos decir que fueron unas horas vividas entre personas que representan el rostro amable de la gente. A la hora del almuerzo aproveché para conocer la labor y las razones para dedicarse al voluntariado de las personas que tenía cerca. Me explicaron que en la Fundación de Oncología Infantil Enriqueta Villavechia, donde ejercían su voluntariado las que compartían mesa conmigo, su actividad se limitaba a tres horas a la semana. Entiendo que para no quedar abrumadas por la dureza de muchas de las situaciones que les toca vivir. Algunas tenían vivencias personales marcadas porque algunos familiares o amigos habían sido pacientes de cáncer. Otras, no. Hacen ese voluntariado como respuesta a la necesidad que sienten de hacer algo por los demás.

Se podría hacer un libro o un documental extraordinario con los testimonios de las 150 personas que se reunieron esa mañana de sábado. Pensé que sería una buena idea. También pensé que, ya puestos, porqué no podía convertirme yo también en un voluntario en el ámbito oncológico. He tenido cáncer y tengo amigos y amigas que también han sufrido alguna de sus variantes. Algunos han salido adelante como yo. Otros, no. Apenas tres días antes se había presentado el libro “En guerra por la vida. Crisis climática y transformación social”, con una recopilación de artículos de Josep Cabayol, que nos dejó el pasado agosto por culpa de un cáncer de hígado.

La conferencia central de “Junts fem pinya” la hizo el psicólogo y escritor Xavier Guix. La tituló «El servicio como fuente de plenitud». Dejó muchas perlas en su discurso de las que recojo esta: “No se trata de hacer de voluntarios sino de ser voluntarios”.

Las personas que me explicaron que dedican tres horas a la semana al voluntariado oncológico cumplían con lo que Guix reclamó. Ser voluntario es estar dispuesto en todo momento a echar una mano a quien lo necesita. Cada uno con sus destrezas y capacidades. «El voluntariado saca de nosotros lo mejor que podemos ser como humanos», dijo el psicólogo. Y añadió que “el dinero lo estropea todo”.

“El dinero saca lo peor que podemos ser como humanos”. Esto no lo dijo él. Lo digo yo.

Gracias, voluntarias y voluntarios del ámbito oncológico y de todos los ámbitos que sirven para construir convivencias y sociedades más humanas.

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