La consejera de la Presidencia de la Generalitat de Cataluny, Laura Vilagrà, es la mano derecha del presidente, Pere Aragonès. Es quien coordina a los consejeras, es quien hace el «trabajo sucio» dentro y fuera del ejecutivo y quien evita que sea Aragonés quien se ensucie las manos con los temas más delicados. Desde que asumió el cargo y hasta hace poco, había salido bien. Era el apagafuegos de cabecera, la negociadora de las cosas importantes, y salía adelante. Pero de repente, dos temas le han hecho caer en desgracia y ponerse en la diana de todas las críticas. Por un lado, las medidas contra la sequía, el fracaso de la cumbre del agua y las cesiones a PSC y Junts para poder pactar propuestas. Por otro, el escándalo por el caos en las oposiciones de función pública. Ya no es la ‘superconsejera’.
El entorno de Laura Vilagrà admite que está «muy tocada». El nefasto funcionamiento de las oposiciones que acabó con un auténtico escándalo ha supuesto para la consellera «uno de los peores momentos de su carrera política». Y es que Vilagrà ha tenido que cesar a una directora general con la que tiene una buena relación personal y está asumiendo toda la mala imagen del caso sin ver cómo se podrá salir de todo.
