Messi no se fía de que Laporta pueda inscribirlo en la Liga

Su regreso peligra sobre todo porque el delantero espera que el organismo de Javier Tebas le dé garantías de que Laporta no volverá a dejarlo tirado ni a engañarlo otra vez

Joan Laporta y Leo Messi

Joan Laporta no puede entretenerse demasiado con el fichaje de Leo Messi si quiere aprovechar la pequeña oportunidad de que el delantero argentino, al que engañó hace dos años haciéndole pensar que le firmaría la renovación pactada tras las elecciones, ha abierto con tal de complacer a su familia y traerla de vuelta a Barcelona.

Messi sigue sintiendo que Laporta lo traicionó después de prometerle y asegurarle unas condiciones de renovación que, en ningún caso, estuvieron sujetas a la disponibilidad económica del Barça en aquel momento. Leo aceptó lo que le propusieron del mismo modo que encajó sin lamentarse ni enrabiarse la decisión final del presidente, unilateral, de romper aquel contrato.

Messi, en su decisión de abrir la puerta a volver a Barcelona, ha querido suprimir de su estado de ánimo y predisposición esa cuenta pendiente, un tema personal, con Laporta, único responsable de ese golpe tan bajo, consecuencia del cual acabó emigrando precipitadamente al PSG. Una aventura condenada al fracaso por la propia naturaleza el club francés, fabricado a golpe de talonario, y el fortísimo vínculo de Messi con su único club, el Barça, más allá de la relación emocional. Para el juego de Leo, el ecosistema futbolístico identitario de la Masia y de una cultura única en el mundo, conceptualizada en base a la anticipación, el dominio del espacio, el control total del balón y la elusión del choque le permitió brillar individualmente y aportar al equipo ese factor diferencial que convirtió al Barça en el mejor equipo de todos los tiempos.

Hoy, aunque esa década prodigiosa ya es historia, ni el barcelonismo ni Messi parecen dispuestos a pasar página, en gran parte porque Laporta se ha empeñado en reilusionar a la afición con su reencuentro. Los argumentos de esa obsesión, sin embargo, no se sostienen, pues ni la grada ha pedido a Messi estos dos últimos años -sólo recientemente y de forma menos espontánea de lo que parece- ni el rendimiento del delantero argentino, que el mes próximo cumplirá 36 años, asegura que con él el Barça vuelva a competir por la Champions.

Por el conjunto de las actuaciones de Laporta, contradictorias y caprichosas, Leo no se fía de sus promesas. Sobre todo no cree que hoy Laporta pueda garantizarle su inscripción en la Liga la próxima temporada.

De hecho, está condicionando su respuesta definitiva a que le garanticen que Laporta no lo va a dejar tirado otra vez, un riesgo porcentualmente muy alto en estos momentos. Fuentes próximas a Leo dan por hecho que no dará su ‘sí’ definitivo hasta que LaLiga le pueda confirmar el alta como futbolista del FC Barcelona.

Este es el motivo por el que, continuamente, circulan noticias contradictorias sobre el signo y resultado de las reuniones bilaterales mantenidas entre los ejecutivos y directivos del club y los responsables de LaLiga. Por un lado, aplauden y expresan su satisfacción por el plan de negocio asociado a la vuelta de Messi, que incorpora una serie de bajas, o sea ventas millonarias, varios fichajes de renombre y una entrada de patrocinadores también millonarios atraídos por Leo.

Por otro lado, aunque les gusta el cuento que les explica Laporta lo cierto es que no se lo acaban de creer. LaLiga necesita, además del relato, pruebas inequívocas de la seriedad y de la credibilidad de una entidad que, bajo la presidencia de Joan Laporta, las ha perdido irremediablemente.

Tras los números presentados por Laporta la temporada 2020-21, LaLiga solicitó una auditoría independiente que demostró una desviación de casi 300 millones de pérdidas no atribuidas al impacto de la COVID, sino, al contrario, hinchadas como resultado de maniobras contables y financieras sin sentido; un tiro al pie según muchos analistas que ha lastrado absurdamente al club desde entonces, perjudicando su margen salarial y obligándolo a salir de ese pozo vendiendo buena parte de sus activos hasta ponerlo en grave riesgo como está ahora.

Existen sobrados motivos para que tanto LaLiga como Messi desconfíen de esa pertinaz tendencia de Laporta a embarullarlo todo con embustes, falsas promesas y decisiones caprichosas, especialmente en el ámbito de la economía y de las finanzas.

El triple desafío al que se enfrenta Laporta pasa, primero, por demostrar unos beneficios de 250 millones el próximo 30 de junio en virtud de un compromiso con LaLiga del año pasado, suscrito a cambio de aceptarle las palancas para mejorar su margen salarial. En segundo lugar, también está obligado, en proporción a sus ingresos, a reducir 200 millones de la masa salarial antes de que empiece la próxima temporada. Por último, y tercero, quiere fichar a Messi, para lo cual necesita convencer a ambos y simultáneamente de que ha hecho los deberes, algo que no forma parte de la acreditada pésima reputación del presidente del Barça.

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