Libertad de expresión, no de insultar

El 3 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Lo instituyó la Asamblea General de Naciones Unidas en 1993. Es decir, hace exactamente treinta años. La libertad de prensa no es lo mismo que la libertad de expresión, pero las asociaciones que defienden los derechos de los periodistas han asumido ese día como jornada de lucha y reflexión internacional sobre los ataques a los comunicadores. Reporteros sin Fronteras y otras entidades defensoras de los derechos humanos aprovechan el 3 de mayo para hacer balance de los periodistas represaliados, encarcelados, secuestrados o asesinados en el ejercicio de su trabajo.

En Cataluña llevamos años viviendo una discusión sobre los límites de la libertad de expresión. La razón es la concepción del humor que se ha apoderado de TV3, donde los programas de tono humorístico están repletos de insultos y expresiones de odio contra todo lo que suene a español o que discrepe de la línea oficial independentista. La dirección de TV3, antes la de Vicent Sanchis y ahora la de Sigfrid Gras, justifican ese humor-odio diciendo que no se pueden poner límites a la libertad de expresión. Y que una cosa es el humor y otra, la información política. Esta argumentación permitió que el programa Zona Franca, el magazine estrella de las noches de la temporada 2022-2023 empezase cada emisión con su conductor gritando “puta nit i bona Espanya”. La broma duró 56 programas y no acabó porque el director de TV3 obligase a acabar con ese despropósito sino porque a uno de los colaboradores de Zona Franca se le ocurrió hacer una gracia comparando a los votantes del PSC con los nazis. Gras consideró que los límites del humor llegaban hasta aquí y despidió al colaborador. Joel Díaz, el presentador que se permitió el lujo de empezar 56 programas insultando a España, dimitió por este despido y con la nueva presentadora, Danae Boronat, Zona Franca ha dejado de ser un vehículo de odio social.

El Consejo de la Información de Cataluña (CIC) acaba de exigir a las administraciones públicas que retiren sus ayudas a los medios de comunicación que se conviertan en escaparates del odio y los ataques a las comunidades más vulnerables. Lo ha hecho a raíz del artículo «Permiso de armas», publicado por Enric Vila en el medio digital ElNacional.cat. En él, se presentaba a los marroquíes como personajes peligrosos, que miraban mal a los catalanes y les agredían. Vila justificaba comprar armas para defenderse. Y comparaba el miedo que a su juicio generan hoy los marroquíes a la “sensación de inseguridad visceral que los murcianos, los andaluces y la policía producían en mis abuelos y mis padres antes del despliegue de los Mossos y de la presidencia de Montilla”.

No es sólo el CIC quien reclama que no se derive dinero público a los medios que difunden el odio. Su reclamación se basa en un comunicado firmado, en octubre de 2021, conjuntamente con el Colegio de Periodistas de Cataluña y once universidades catalanas en las que se imparten grados de Periodismo y Comunicación.

El artículo de Enric Vila todavía está en la web de ElNacional.cat y los vídeos cargados de insultos y odio social de Zona Franca y otros programas de TV3 todavía pueden verse en la sección “a la carta” del de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales.

Es necesario defender el derecho a la libertad de expresión, no el derecho a insultar. Y sobre todo no dar euros públicos a quienes se los gastan financiando el odio en vez del humor y el buen rollo.

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