Jóvenes y elecciones municipales

El próximo 28 de mayo tendrán lugar las elecciones municipales a nivel estatal. Éstas, categorizadas como de primer nivel de entre el resto de comicios, movilizan a grandes volúmenes de población por afectar directamente a aquél ámbito más cercano a la ciudadanía, el municipio, y a sus representantes. De entre todos los grupos que participarán de este proceso electoral desde estas fechas hasta el mismo momento de la votación, me gustaría hacer hincapié en el de las y los jóvenes.

Este sector, más reducido e inexperto en este ámbito que el resto, hará una de sus primeras tomas de contacto con la cosa política y la pública con incertidumbre, desconocimiento, indiferencia o curiosidad. En cualquier caso, sea cual sea su abordaje a este tema o su motivación, quiero dedicar estas líneas a insuflarles ánimo y a decirles que realmente, lo que voten, cuenta. Que pueden cambiar las cosas en función de quién depositen su confianza. Que es comprensible que, vista la opinión generalizada, piensen que todos los políticos y políticas son iguales. Pero me atrevo a rebatirles esa idea. Porque no es lo mismo el Madrid que dejó Manuela Carmena, con superávit e inversión social, que el de Martínez-Almeida, en que se recorta inversión ciudadana y se ve exponencialmente incrementado déficit. De la misma forma, me aventuro a decir que no son iguales los proyectos de ciudad que pueden tener líderes y lideresas del corte de Jaume Collboni, o Sílvia Paneque, que sus homólogos y homólogas de otras formaciones conservadoras y que poco velan por el interés general, y mucho menos, por el de las y los jóvenes.

Por eso, a la juventud le digo que vote. Que vote con ilusión y con ganas, rompiendo con prejuicios y estigmas socialmente implantados para abrir las puertas a una era de cambio del que ellas y ellos pueden ser partícipes. Y más allá del voto, digo que participen. Que se aventuren a participar de la política y de la cosa pública, sí, pero rehuyendo de la indiferencia que mencionábamos antes y haciéndose oír, uniéndose a procesos participativos o a las mismas formaciones, a asociaciones de vecinos o entidades, para hacer llegar su voz a las instituciones que pueden transformarla en una realidad

Por último, a la juventud que va a iniciarse, además de votar y de participar en el proceso, la animo que encoraje a sus personas allegadas a hacerlo. A otras y otros jóvenes o a mayores a ellas y ellos. Porque la mentalidad generalizada que mencionábamos antes solo se rompe con un impulso joven. Con esto, las y los jóvenes pueden cambiar una realidad gris y perversa. Pueden cambiar el futuro, sí, pero también el presente, tornando el proceso de elección de unas y unos representantes a la corporación local en un proceso ilusionante, lleno de valor y positividad que puede mejorar la sociedad en aspectos como la transparencia y la participación, permitiendo que todo el mundo se exprese y nadie quede nunca atrás.

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