Piqué hace presidente el día que Laporta sólo bota en la surrealista Kings League

El inequívoco entorno barcelonista del evento, demostró que Gerard puede 'vender' el doble de ilusión que su presidente, aunque ninguno puede darle al público lo que pidió a gritos, Messi

Gerard Piqué, presentant la 'final four' de la Kings League

Transitoriamente, la Kings League llegó del modo más oportuno al Camp Nou para desviar la atención del caso Negreira y proporcionar a la compleja audiencia barcelonista una fiesta inesperada, inédita y alejada por completo del fútbol tradicional, aunque en un contexto inequívocamente azulgrana. El liderazgo de Gerard Piqué en el proyecto, unido al hecho de alquilar el Camp Nou y que el propio presidente del club, Joan Laporta, actuara de promotor y cebo de la iniciativa generó tal clima barcelonista que, en un momento dado de la larga jornada, el público llegó a corear el nombre de Messi como una reivindicación festiva de su regreso.

Las conclusiones de esa experiencia pueden conducir a errores de interpretación y a cierta confusión. Para empezar, el público habitual del Camp Nou, el integrado por los socios abonados y su entorno, no ha recordado a Messi en ningún momento desde que Laporta lo echó en agosto de 2021, ni como protesta ni como reivindicación ni como una forma de homenajearle. Nada. El silencio sobre Messi en el Camp Nou se ha reproducido y consolidado como la mejor forma de abstenerse, fría y distante -también extraña, cabe decirlo- con respecto al mejor futbolista de la historia y, por supuesto, del Barça. Una mayoritaria e insensible reacción favorecida por la indudable influencia y poder mediático de Laporta y de su aparato de manipulación de la opinión pública, capaz de anular cualquier signo de rebeldía o de contestación sobre el incumplimiento de la promesa de renovar a Leo con la que, paradójicamente, había ganado las elecciones apenas unos meses antes.

Un fenómeno paranormal tan propio del laportismo como esa puesta en escena de la Kings League en un Camp Nou donde, por un día, Gerard Piqué hizo de presidente a pie de campo y Laporta se limitó a botar en el palco como un fan más del invento y el público le dedicaba a Messi el afecto y la nostalgia que los socios del Barça le han negado desde el amargo día de su adiós.

Sin duda, un relato surrealista y, según se mire, psicotrópico en clave azulgrana que debe analizarse en el contexto de un evento donde, por razones comerciales y de marca, no se habló catalán para conseguir y potenciar una audiencia y un tono internacional que permita su exportación a diferentes estadios y países.

A fin de cuentas, pese a las apariencias y la parafernalia futbolística, el FC Barcelona no estuvo presente ni siquiera con un equipo o jugadores propios, Piqué jugaba a favor de Kosmos, su empresa, y Laporta no era más que otro invitado junto al propio Pere Aragonès, el presidente de la Generalitat, o el alcaldable Xavier Trias, ambos haciéndose los modernos sin saber siquiera a qué tipo de espectáculo habían acudido, obligados por sus gabinetes y asesores a la caza de votos, empatía y modernización. Pere Aragonès hubo de tragar saliva y poner su mejora cara ante un show delirante, un mix entre el videojuego y la parodia, donde los presidentes de los clubs bajan a tirar penaltis o se juegan el partido a los dados, casi exclusivamente narrado en castellano por la estrategia impuesta y condicionada de los patrocinares. Las quejas de una consejera de la Generalitat sobre la infrautilización catalán fueron rápidamente retiradas de la circulación para evitar males mayores.

En definitiva, sólo un divertimento, un negocio que Piqué supo encajar en el universo azulgrana hasta conseguir hacer pagar a más de 90.000 personas por una Kings League que, en origen, nació sólo para ser carne de streaming y financiarse con los patrocinadores.

El éxito acaparado por el binomio Piqué-Ibai sobrepasó todas las expectativas y acabó con ese insólito decorado barcelonista, casi un vodevil del disparate si se comparan los roles de cada cual. Viendo a Gerard Piqué haciendo de Javier Tebas dio la sensación de haberse diplomado cum laude en la difícil asignatura de la gestión del negocio del fútbol, interactuando con la grada desde un plano intermedio entre el palco y el terreno de juego; pero, en definitiva, ejerciendo como lo haría un presidente en un evento a medio camino entre una asamblea y un Gamper con actuaciones musicales y un circo de tres pistas.

En cambio, el presidente de verdad, Joan Laporta, hubo de recurrir a lo suyo, a su versión Luz de Gas para destacar en un entorno donde prácticamente no tuvo protagonismo más allá de que los medios emitieron las imágenes de un cincuentón más bien poco ágil y desmadrado botando como todo el estadio cuando el speaker lo mandaba.

Curiosa escena ante un público entregado a cualquier idea loca de la organización que, recordando los viejos tiempos, se puso a reclamar el regreso de Messi, eso sí, en un tono de entusiasmo y festivo, como si sólo faltara esa guinda para la merienda perfecta.

Posiblemente esta fuera la primera y la última final four de la Kings League en el Camp Nou, no se sabe. Lo que sí es seguro es que ni Piqué ni Laporta, ni siquiera intercambiando los papeles, serían capaces de atraer hoy a Messi de vuelta a casa, pues fueron ellos dos los que precipitaron la expulsión de Leo, los conspiradores de una gran traición urdida con premeditación y alevosía. Piqué le dijo a Laporta que sus problemas financieros se resolvían prescindiendo de Messi y que no se preocupara porque él se lo afinaba en el vestuario para evitar reproches ni motines. Leo lo sabe y ni olvida ni perdona por más fuegos de artificio que encienda la prensa a diario como distracción.

Con la misma ingratitud le pagó luego Laporta esa conspiración a Gerard, quien, no obstante, ha sabido como devolverle la jugada con la carta de la Kings League, pues si Laporta se jacta de haber recuperado la ilusión, Piqué ha sido capaz de multiplicar por mil esa pasión de miles de aficionados barcelonistas por la Kings League. ¿A quién votaría hoy el socio del Barça si hubiera elecciones, a Laporta, Piqué… o a Messi?

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