¿A qué has venido, Clara?

«Se coge antes a un mentiroso que a un cojo». Madre mía, Clara, qué sarao, qué puesta en escena, qué cabeza tenéis tú y los tuyos. Querías un titular y lo has conseguido. Para siempre quedará esa imagen ante el Mosso enseñándole tu acreditación, tu identidad cobarde en Europa. Y vuelves ahora en un viaje relámpago porque sabes que no irás a la cárcel. Muy bien, esto te convierte en una gran heroína. Frente a quienes querrían verte en prisión, yo soy de los que te haría un monumento, justo enfrente del Teatre Nacional de Catalunya.

¿A qué has venido, Clara? Pero si desde el primer momento lo teníais todo preparado, mujer, que se os ve venir, caramba. Tienes buenos maestros, Puigdemont, Comín, Boye y Borràs, ¡qué cuarteto tan bien parido! No puedo parar de reír viendo las gesticulaciones ante aquellos que todavía te siguen. ¡Gritad, gritad, haced ruido!, decías a la entrada de los juzgados. Ni los mirabas, Clara; porque hace tiempo que te fuiste de este mundo, porque tu realidad paralela no tiene en cuenta ni el diálogo, ni las leyes, ni la educación, ni la empatía. Ya te da igual quién te acompaña. Hace cinco años que decidiste huir, aunque para ti era una forma de «internacionalizar el conflicto». ¿Qué conflicto? Solo el que tú creas cada vez que hablas.

Todo el mundo sabe por qué has venido, Clara. Todo el mundo sabe por qué y cómo te lo has montado para salir en la foto, para no ser humillada, para no ser esposada, para no pasar ni un segundo en una pequeña celda. Todo calculado al milímetro. También el Habeas corpus preparado. ¿Crees que somos idiotas? Y, claro, querías hacer daño a los compañeros de viaje que parecen haber entendido que todo se consigue de forma democrática. Pero para ti, la democracia solo la entendías con muertos en las calles, una veintena, cien, mil; a más muertes, más posibilidades de una intervención de la comunidad internacional. Y tú, desde Bruselas, lo habrías mirado con deleite, como aquellos militares que, desde sus despachos, cómodamente instalados, van recibiendo las noticias del frente.

Y me das pena, Clara, porque no acabo de entender esta manía tuya contra todos. ¿Qué te hemos hecho, Clara? Y solamente percibo odio en tus palabras, en tu mirada, en tus enrevesadas argumentaciones donde España es poco más que una bestia asesina. ¡Pero si han rebajado los delitos para que podáis volver con unas mínimas consecuencias! ¿Qué estado más malo, ¿verdad? Y cuando te oigo hablar entiendo perfectamente a aquellos que piensan que el paso por la cárcel abre los ojos, obliga a pensar, a meditar, a reflexionar. No te cambia las ideas que tengas, nadie te obliga, pero sí hace que veas la realidad, así, de repente.

Y tampoco entiendo ese viaje tan rápido de ida y vuelta. ¿A quién querías engañar? ¿A quién querías hacer daño? ¿O es que querías acompañar a Laura Borràs en su envite contra el Estado? Y te veo de nuevo en el Parlamento Europeo hablando en inglés; será que tu castellano es muy malo, o más bien que ese odio que llevas en la sangre también te impide expresarte en esta lengua. Y yo, como soy hombre de paz, persona que ha trabajado siempre intentando interceder en los conflictos, te recomiendo que vuelvas para siempre, que entres en esta Cataluña real y te mezcles con la gente que no piensa como tú.

Y me atrevo a proponerte que abras la puerta de entidades del tercer sector, bancos de alimentos, asociaciones diversas que trabajan únicamente para que miles de familias puedan tener un plato caliente al día, puedan hacer frente a la precariedad que les ahoga. Esta es nuestra Cataluña, la de hoy, la que dejaste y de la que huiste, la que ignoras desde tu palacio de oro. Sé que no me harás caso, Clara, porque para eso tendrías que estar hecha de otra pasta, debería correr por tus venas sangre de otro tipo, deberías tener una mente abierta. Sin embargo, aquí dejo la propuesta. Te aseguro que, si lo pruebas, empezarás a cambiar. Te hará bien. Y nos harás bien a todos. Ya lo verás.

(Visited 196 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario