No hará falta llegar al día del juicio final del caso Negreira para conocer la totalidad de los detalles sobre la relación enrevesada, ininteligible y terriblemente sospechosa entre el clan de los Negreira y el Barça, que, además, se va complicando con nuevos documentos que podrían relacionar parte de los hechos con una derivada del caso Soule, la trama que investiga el desvío de fondos y la obtención de ingresos irregulares por parte de Ángel María Villar, el expresidente de la Federación Española de Fútbol cesado en su día por un desvío de 22 millones. En el caso Soule está directamente investigado el expresidente de la Federación Catalana de Futbol, Andreu Subies, por el uso de fondos de la Federación y de la Mutualidad de Futbolistas que, en buena parte, se sostienen por la decisiva y absolutamente opaca contabilidad de Josep Contreras, exdirectivo de la Federación, hombre de absoluta confianza de Villar y también miembro de la Comisión Deportiva del Barça Atlètic en diferentes épocas y situaciones.
La catarata de documentos filtrada desde diferentes fuentes está permitiendo conocer el intríngulis y hasta la picaresca de lo sucedido, mucho antes de que la Guardia Civil realice la investigación encomendada por Silvia López Mejía, la magistrada de apoyo del Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona encargada de la instrucción. De Silvia López Mejía ya ha trascendido que fue víctima de un reciente robo en su domicilio y que en 2008 acabó siendo multada con 150 euros por los Mossos d’Esquadra como resultado de una discusión en un control de alcoholemia en el que dio positivo (0,48 mg por litro, por encima de los 0,3 permitidos).
A este ritmo no quedaran apenas secretos sobre las relaciones entre los protagonistas de un enredo que, no obstante, sigue presentando lagunas como el verdadero papel del hijo de José María Enríquez Negreira, coach de profesión, Javier Enríquez, cuyas actividades en el entorno azulgrana se vinculan directamente a las de Josep Contreras, fallecido el pasado mes de diciembre.
Por un lado, su propio padre, el exárbitro Enríquez Negreira, niega que participara directamente en el negocio familiar, aunque lo ha hecho de un modo confuso en su declaración ante la Fiscalia de meses atrás, previa a la detección de un principio de Alzheimer:
-¿Por qué cobraba (su hijo) Javier de DASNIL?
-(Negreira) Por gestionar DASNIL cuando yo estaba enfermo.
-¿Su hijo Javier hacía informes arbitrales para Dasnil?
(N) No.
-¿Entre los servicios que usted facturaba a Fútbol Club Barcelona incluía informes elaborados por su hijo?
-(N): No.
Esta declaración entra directamente en conflicto con las evidencias conocidas en el sentido de que, durante los últimos años de los pagos investigados, se han aportado cientos de informes elaborados por el hijo a través del cruce de facturas entre una sociedad de Josep Contreras y la de Javier Enríquez, y de Josep Contreras con el Barça, mediante una pequeña trama de refacturación que, según ha establecido la Fiscalía, le habría proporcionado a Contreras 153.000 euros en comisiones, saltándose a su vez el código ético del FC Barcelona sin que actuara la Comisión de Ética y Transparencia que acabó presidiendo Maria Teixidor.
La Fiscalía, que no los había podido conocer en su momento porque Josep Contreras los guardaba personalmente, puede ahora disponer de una nueva carga de material que, según han establecido fuentes periodísticas, ha sido aportado por mediación de LaLiga, que tenía conocimiento de su existencia por haberse personado en el caso Soule.
Se trata de informes procedentes del registro del domicilio y la sede social de las empresas de Josep Contreras, que reportaban detalles y análisis sobre arbitrajes y árbitros de los partidos del Barça y también de rivales como el Real Madrid.
Cabe preguntarse si esos informes y su contenido se duplicaban; es decir, si por su parte el padre también confeccionaba sus propios trabajos o se limitaba a asesorar confidencialmente a quien fuera del club. En este sentido, la propia declaración de Enríquez Negreira añade más enigmas, ya que, por un lado, confirma que estuvo cobrando del Barça durante 13 años (se interpreta que desde 2005 a 2018) y, por otro, asegura que sus interlocutores fueron Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu con quienes se veía «como mucho seis veces al año».
La vía Contreras-Javier Negreira sería paralela a la de su padre y puede que, finalmente, estuviera a vinculada a ese caso Soule, lo que no evita en ningún caso que Contreras, como mano derecha de Villar para los asuntos catalanes, no hubiera participado en el establecimiento de las condiciones y posteriores efectos de los pagos regulares desde el Barça al vicepresidente de los árbitros.
Javier Negreira, sin embargo, no figura en la causa como investigado, según algunas fuentes, porque su padre habría querido asumir la posible carga penal que se le pudiera atribuir. Otras revelaciones apuntan a que su actitud colaborativa con la Fiscalía, junto a la existencia de informes que avalarían el cobro de sus facturas, ha hecho menguar la atención y la agresividad de la investigación hacia su figura, mucho más después de demostrarse que entre las facturas cobradas por mediación de Contreras y la refacturación al Barça existe una sustancial diferencia. La Fiscalía sospecha que el FC Barcelona fue objeto de una estafa por el sobreprecio añadido. Javier Enríquez, finalmente, aporta, a diferencia de su padre, una cartera de clientes amplia y no reducida a la dependencia en exclusiva de sus servicios al FC Barcelona.
Sin embargo, también han aparecido informaciones que acreditan conversaciones vía WhatsApp entre Javier Enríquez y Albert Soler presumiendo de los errores de Jesús Gil Manzano durante el partido de vuelta de las semifinales de Copa del Rey entre Barcelona y Atlético de Madrid de la temporada 2016-2017. «Los errores en decisiones (penalti y gol anulado) fueron a favor del Barcelona, aunque estuvo pésimo en la forma de dirigir el partido. Las tarjetas correctas excepto Busquets. Recuerda, por favor, lo que te dije (mensaje anterior) de Luis Suárez. Hablamos cuando quieras…». Confidencias que no ayudan a esclarecer el perfil de un personaje que acompañaba a los árbitros al Camp Nou y al Miniestadi con regularidad. Los empleados del club que preguntaban a sus superiores por la presencia, identidad y funciones de Javier Enríquez recibían sistemáticamente la misma respuesta: «Es un delegado del Colegio de Árbitros, que viene a hacer el informe». Ninguna de las dos cosas eran ciertas.
Josep Maria Bartomeu, por su parte, puntualizó, a preguntas de la Agencia Tributaria, que desconocía absolutamente los pagos directos a Enríquez Negreira, y negó, además, haber mantenido esa media docena de encuentros actuales con su padre, dando por hecho que los informes y los servicios en materia arbitral los prestaba Javier Enríquez y no Josep Maria Enríquez.
Un caso que se vuelve cada vez más delirante cuando, por su parte, Enríquez Negreira dejó dicho a la Fiscalía que el Barça le pagaba porque «así estaban tranquilos de que en el comité arbitral no había decisiones en contra del Fútbol Club Barcelona, que todo era neutral». Y que entra en el surrealismo cuando, admitiendo que por su cargo en el Comité Técnico Arbitral no percibía ninguna remuneración, argumenta que no hacía falta «porque yo ya cobraba del Barça».
La última es que, además, desde su empresa, y con el dinero que recibía del Barça, les hacía regalos a los árbitros como tarjetas personalizadas, jamones, entradas para partidos de fútbol o mariscadas, y hasta sandwicheras y tostadoras, adquiridas mediante facturas con las que intentó, sin éxito, desgravar en declaración de IVA. Parece de locos.
