El Real Madrid también deja a Laporta solo en pleno caso Negreira

Florentino Pérez se había convertido, hasta ahora, en el principal aliado del presidente del Barça

Joan Laporta i Florentino Pérez
Joan Laporta i Florentino Pérez

Como no podía ser de otro modo, el Real Madrid no sólo se ha desmarcado de la elegante e inicial postura de defender la presunción de inocencia del FC Barcelona en el caso Negreira. En un giro radical de su guión, Florentino ha pasado de la actitud contemplativa y casi amistosa de hace apenas unos días a escenificar con teatralidad que, como primer rival del Barça, hoy sí se siente ofendido y directamente perjudicado.

Hacía años que el presidente del Real Madrid no anunciaba y telegrafiaba una reunión extraordinaria de junta directiva como hizo un día antes, anunciando el carácter urgente y trascendente de la convocatoria para este domingo, por si el partido de Liga del sábado contra el Espanyol pudiera eclipsar el esperado anuncio de su postura institucional a favor de sumarse a esa querella que también Florentino da por hecha después del escrito de denuncia de la Fiscalía.

El anuncio, por la pompa y el tratamiento periodístico, conlleva un inevitable cambio en las relaciones entre el Real Madrid de Florentino y el Barça de Joan Laporta, que eligió la tutoría blanca mucho antes de lo que algunos quieren ver en el momento que buscó la protección del propio Florentino para colgar la pancarta del Bernabéu y, a su modo, asegurarse la victoria en las elecciones.

La suya, que no la del Barça, pues el tiempo ha demostrado, hasta el día de hoy, que el regreso de Laporta al palco del Camp Nou ha beneficiado sobre todo a los intereses blancos, llevando de la mano a un presidente nada precavido que, por complacer al del Real Madrid, echó a Messi, regaló al Griezmann al At. Madrid, cerró su primer año en blanco, se puso en ridículo en Europa, rompió con Tebas y se desmelenó por defender la Superliga, ganándose la enemistad del resto del fútbol español y europeo.

Con el club arruinado y desesperado, Laporta hizo algo aún peor: ponerse en manos del equipo financiero de Florentino para poder estirar más el brazo que la manga, a base de palancas, y fichar once jugadores para renovarle el equipo a Xavi.

Lo que no le advirtió fue que Tebas le esperaba al final de esa locura con recortes y las limitaciones de margen salarial legítimamente aplicables a una gestión basada en vender patrimonio y activos porque no es capaz de conseguir el equilibrio presupuestario necesario para sobrevivir.

Lo que Florentino no esperaba, seguramente, es que Laporta le traicionara entregándose en los brazos de una constructora turca contra los intereses de las grandes empresas española que aspiraban a quedarse la obra del Camp Nou, decisión que ha significado el principio de una serie de cataclismos, de los cuales el caso Negreira es sólo el principio.

Hoy, oficialmente, el Real Madrid vuelve a ser el enemigo número uno del FC Barcelona en un escenario donde las cosas parecen volver a su espacio natural, de respeto y de defensa de los intereses comunes, pero de rivalidad y lucha sin tregua por liderar el fútbol mundial.

¿Cómo serán las relaciones a partir de ahora, a una semana del Clásico del que probablemente dependa la Liga? Del mismo modo que el madridismo ha exigido virulencia institucional en el asunto Negreira, desde hoy el barcelonismo no entendería que Laporta continuara siendo el socio preferente e incondicional de Florentino en sus guerras contra la UEFA y contra LaLiga. Siendo el Real Madrid parte acusadora y el Barça el club acusado será complicado mantener, ni siquiera de puertas a fuera, esa complicidad tan estrecha.

Laporta tenía un único aliado en sus batallas contra todos. Ahora está solo y en el punto de mira de un proceso judicial que con el refuerzo del Real Madrid en el bando contrario adquiere una dimensión y una fuerza de la que será complicado escapar.

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