Laporta se muestra indolente y pasa de defender al Barça del caso Negreira

Sólo le preocupa defender los intereses de Limak mientras desde Madrid, con Tebas a la cabeza, castigar ejemplarmente al club azulgrana ya se ha convertido en una cuestión de estado

Joan Laporta

La directiva de Joan Laporta no parece tomar plena consciencia del enorme movimiento judicial, político, corporativo y mediático que se está gestando en Madrid sobre las revelaciones del caso Negreira. Ya se conoce el fondo y las pretensiones de la demanda de la Fiscalía, que apunta a dos frentes meridianamente dibujados: uno, el del delito de corrupción continuada entre particulares, que tendría como acusado al FC Barcelona como entidad jurídica; y el otro, el de los delitos de administración desleal y falsedad documental contra el expresidente Josep Maria Bartomeu y parte de su ejecutiva, que posible responsable ante la ley de la mecánica de los pagos a José María Enríquez Negreira.

Más allá de la dimensión de estos indicios y de la prueba de la carga -que en un juicio pueda acabar, o no, demostrando la participación o la intención de alterar la competición a través del estamento arbitral-, la principal amenaza proviene del interés demostrado de los grandes poderes en torno al fútbol que se están alineando y aliando a favor de asestar un castigo ejemplar al FC Barcelona por la vía que sea. La más directa y sencilla es conseguir una sentencia ordinaria a partir de cualquiera de los indicios del caso y, sobre esa base, promover la actuación de la justicia deportiva en forma de expulsión de las competiciones europeas o una sanción en forma de puntos o anulación de títulos en el caso más extremo.

La sensación de pasividad y de pasotismo de Laporta en el caso, más allá de su compulsión tan mal calculada y precipitada en el primer momento, tras la difusión de las primeras informaciones, contrasta con el potente frente que desde el miércoles se ha visualizado en la capital con Javier Tebas en cabeza del movimiento. «La excusa inicial ya se dio cuenta de que no le ha servido, el monstruo se va haciendo más grande, cada vez se van haciendo las cosas más grandes y más grandes y él sigue sin dar explicaciones. Mi consejo es menos victimismo y más claridad en lo que pasó y si es una actividad sucia y tal, tendrá que atender a las consecuencias», ha avanzado el presidente de LaLiga que, por su parte, también se ha abanderado como el primer firmante como acusación particular de la querella que se acabe admitiendo en breve. El tono y las formas de Tebas no deben despreciarse porque no sólo encierran la firme determinación de someter al Barça a un castigo que demuestren la independencia, integridad y transparencia de LaLiga. La apariencia y poca sutileza de Tebas dan a entender que se está mordiendo la lengua, que sabe más de lo que parece y que insinúa la más que probable aparición de nuevas y más contundentes pruebas poco favorables a la defensa del Barça y del propio Laporta, entre ellas que no existiría en el club documentación y servicios probados que sustentara y justificara los pagos a Enríquez Negreira en un determinado periodo desde el 2005 al 2012, según algunas informaciones que citan fuentes próximas a la investigación de la Fiscalía y que aún no pueden elevarse a definitivas.

Para Tebas, además, la guerra con Laporta ya es una cuestión que forma parte de la propia imagen y fortaleza corporativa de LaLiga, pues no considera casual que un medio digital de Madrid controlado desde el palco del Bernabéu divulgara una información afirmando que DZON y CVC estaban buscando la fórmula de romper sus acuerdos con LaLiga porque no se estaban cumpliendo las expectativas previstas de rentabilidad de sus respectivos acuerdos. Laporta se sumó en su aparición del martes a este juego, declarando que LaLiga y CVC querrían controlar al Barça y que ambos le atacan porque en su día no quiso aceptar entrar a formar parte de LaLiga Impulso, además de jugar a favor de Florentino Pérez en la Superliga. Tebas respondió inmediatamente con un comunicado bastante duro y convincente, pero sobre todo con un mensaje indudablemente intimidatorio que al presidente del Barça le entró por un oído y le salió por el otro.

La desgana e indiferencia de Laporta, a quien sólo le preocupa defender los intereses y la imagen de Limak -aunque no se atreve a firmar todavía esa financiación ruinosa para el club-, han acelerado la proactividad del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, que se sumó a las voces que reclaman investigación y castigo contra el Barça, así como su intención de presentarse también como acusación particular en la causa.

El ministro de cultura, Miquel Iceta, tampoco se mordió la lengua al saber que, definitivamente, la Fiscalía iba a presentar su demanda ante el juzgado, lo que supone que, como en el cien por cien de los casos, el juez la admita sin rechistar. «Cuando Fiscalía formalice acusación podremos actuar. Más allá de las sanciones deportivas que habrían prescrito, los hechos investigados, de confirmarse, pueden ser objeto de sanción penal, ya que entran en los supuestos de corrupción, administración desleal o fraude en el deporte», manifestó, sin precisar la forma en que, seguramente, el Consejo Superior de Deportes instrumentalizará la forma procesal de dar cobertura a la voluntad del gobierno de Pedro Sánchez de sumarse a la fiesta.

Lo que Laporta no percibe o no quiere admitir, básicamente porque el barcelonismo sigue anestesiado y la prensa catalana y laportista prefiere seguir denunciando el contubernio y la masonería centralista contra el Barça y su presidente, antes que exigirle las explicaciones prometidas y exigibles, es que defender la limpieza y la imagen del fútbol español se ha convertido en una cuestión de estado y de prioridad desde la Moncloa.

No hace falta concluir que, en este escenario patriótico, el Barça tiene todas las de perder no sólo por los hechos conocidos, grises e inquietantes, por la propia naturaleza del oscuro personaje de Enríquez Negreira. La respuesta de la Comisión Gestora a la primera diligencia de la Fiscalía, en el tramo de su mandato a caballo entre 2020 y 2021, fue literalmente nos hacemos el loco y no colaborar en la investigación, una actitud reiterada y reforzada por la actitud indolente de Joan Laporta, que, acumuladamente, sólo ha hecho que, con más o menos argumentos legales, irritar y enfurece a la bestia.

Y ya parece tarde para empezar a rectificar o defenderse, que Laporta no ha hecho ni eso.

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