Laporta entierra para siempre el nuevo Palau y se lo da todo al Spotify

Ya se calcula un coste de 1.500 millones para la reforma del estadio y el Espai Barça, al límite de la deuda autorizada, sin que esté contemplada la construcción de la nueva casa de las secciones

Joan Laporta

De las recientes y abundantes alusiones a la reforma del Spotify Camp Nou por parte de Joan Laporta, y desde los canales oficiales de la junta directiva, resulta extremadamente confuso determinar si las referencias, los datos, los proyectos de financiación, la evaluación de las obras y las cifras de costes de la licitación de las obras se refieren al Espai Barça o a la gran reforma del estadio azulgrana, joya de la corona constructivamente asignada a la constructora Limak por 900 millones con el compromiso de poder habilitar la vuelta del primer equipo a Les Corts en noviembre de 2024.

Al margen de que los gastos se incrementarán y que, según los primeros datos, la obra tendrá un coste financiero de 1.500 millones hasta la devolución del préstamo, la voluntad de esa borrosa delimitación entre la reforma del Spotify y la ejecución del Espai Barça es del todo deliberada por parte de Joan Laporta. “El nuevo Camp Nou, que es el Espai Barça en definitiva, se terminará en 2026”, afirmó Laporta genéricamente sin mencionar el Palau Blaugrana ni una sola vez a lo largo de más de dos horas de rueda de prensa, en principio abierta al abordaje de todo los temas de actualidad.

La razón es sencilla, el nuevo Palau Blaugrana no figura, ni está previsto que lo esté, en los planes de Laporta en el marco de una reestructuración del estadio y de su zona de influencia en el barrio de Les Corts, que síestá prevista y es de obligado cumplimiento de acuerdo con el MGPM aprobado en su día.

La realidad es que no se ha avanzado un solo centímetro en la posibilidad de encontrar los fondos ni la inversión necesaria para afrontar esta construcción que, como pintan las cosas en este momento, irremediablemente dejará un solar vacío donde un día estuvo el Miniestadi, hoy sin la menor posibilidad de cumplir con la promesa de un nuevo Palau.

No está en la agenda ni tampoco aparece citado en ninguna de las filtraciones sobre la financiación de la obra adjudicada a Limak, estrictamente limitada al nuevo estadio del primer equipo.

En la última memoria entregada a los socios del FC Barcelona, el detalle de la junta sobre el Espai Barça, compromiso adquirido por la junta y refrendado por una votación asamblearia y un referéndum telemático, englobaba el Espai Barça como un proyecto que requería 1.500 millones de inversión con el siguiente reparto de costes: 900 millones para el futuro Camp Nou, 420 millones para el nuevo Palau Blaugrana, 100 millones destinados a la urbanización del entorno y el Campus, 60 millones a inversiones en el MGPM y 20 millones del Johan Cruyff de Sant Joan Despí. Como adenda, la junta de Laporta incluía en ese presupuesto del nuevo Palau, el Petit Palau con cabida para 2.000 localidades, la Pista de Gel desaparecida y el aparacamiento de autobuses.

La perspectiva de que el nuevo Palau forme parte del actual empujón al Espai Barça, que básicamente se ha centrado en aparentar el inicio de las obras con un mordisco a la tercera grada del gol sur, el ruido de fondo del traslado del primer equipo a Montjuïc y la sonada adjudicación de la obras a Limak, parece descartada incluso a largo plazo.

La principal razón, al margen del rechazo natural y la intolerancia que siente Joan Laporta por el universo de las secciones y la atmósfera del Palau, irrespirable para él, radica ahora en que la inversión prevista para el estadio y el cumplimiento de los compromisos pertinentes del MGPM se eleva ya a esos 1.500 millones de límite de crédito aprobados en su día por la asamblea. Imposible ir más allá sin una autorización específica que permita un mayor endeudamiento, mínimo de 400 millones más.

No parece, además, que Laporta ni su entorno sientan tampoco la menor preocupación por lo que pueda pasar si, por pura dejación de funciones y pasotismo, llega un momento en que sea necesaria la demolición de esta parte de los equipamientos. La solución fácil será buscarles acomodo a los equipos profesionales de baloncesto, balonmano, futbol sala y hockey patines en otros pabellones, obligando a la migración, división y dispersión de esa comunidad del Palau que tan poco le entusiasma al presidente.

El primero paso, tras el definitivo descarte del nuevo Palau Blaugrana en la urgencia de arrancar como sea la reforma del Spotify, será aplicar a partir de la próxima temporada una reducción fortísima de la inversión en esas secciones, de tal magnitud que ya puede asegurarse que algunas dejarán de ser competitivas al primer nivel europeo como lo son ahora.

Tampoco puede descartarse que unas reciban un trato peor que las otras, pues Enric Masip, asesor deportivo y guardaespaldas de Laporta, defenderá el control y la pujanza del chiringuito que tanto le ha costado volver a controlar en la parcela del balonmano.

En definitiva, por mucho que Laporta se llene la boca de hablar del Espai Barça, lo cierto es que está focalizado y obsesionado exclusivamente en el gran volumen de negocio que se está forjando detrás de la reforma del Camp Nou, sobre todo ahora que se ha fijado resolver su financiación antes del 31 de marzo próximo.

Cuando eso ocurra, el proyecto de un nuevo Palau y quién sabe si el resto del Espai Barça se habrán desvanecido casi para siempre.

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