El laportismo se queda sin argumentos contra LaLiga y sus medidas ‘salvadoras’

Sala-i-Martin, como el resto de los gurús económicos, reduce su análisis al ataque sistemático y personal a Tebas sin admitir que el Barça es el único de los clubs grandes en recesión

Xavier Sala-i-Martín, en un acte de la Fundació

De los economistas que se creen con el derecho exclusivo de opinar amplia y magnánimamente sobre el Barça y sus estrecheces actuales, el menos indicado para abrir la boca sin duda es Xavier Sala-i-Martin. Este es un viejo conocido de la afición azulgrana desde 2003, mucho más por su destacado uso de chaquetas centelleantes ante las cámaras que por haber ayudado al club en su especialidad, la economía, ámbito azulgrana en el que, más allá de sus dotes como profesor, ha fracasado estrepitosamente. Más o menos en la misma línea de su colaboración y asesoría en el proyecto del Reus junto a sus amigos Joan Laporta, Rafael Yuste y el exdirector general del Barça Joan Oliver. Los cuatro ya dejaron el Barça seco y tiritando en 2010, luego exprimieron el Reus hasta su liquidación y desaparición, y ahora caminan con el mismo paso firme hacia el fin de la institución azulgrana como la hemos conocido hasta ahora, regida por la voluntad y elección de sus socios

Para seguir siendo famosillo, a Sala-i-Martin no le queda otra que seguir dando sus discursos y atendiendo a la prensa con sus desviados análisis sobre la temática azulgrana, principalmente en televisiones y radios laportistas, con su proverbial incapacidad para aproximarse a la realidad, ahora reforzada con la frivolidad y la ligereza de no estar ni al día de lo que ocurre en el club y mucho menos en su entorno. Ya no se prepara sus intervenciones, improvisa, y eso le acaba pasando factura como cuando ha querido destrozar a Javier Tebas afirmando que “Tebas pasará a la historia por arruinar a LaLiga», esgrimiendo como principal argumento que “La liga española pierde peso respecto al resto de ligas europeas invirtiendo 28 millones de euros frente a los 790 de la Premier League en el mercado de invierno”. El profesor sostiene que una forma de analizar su fortaleza, un indicador que, segñun ha dicho, es precisamente “el de las inversiones en jugadores en la mitad de la temporada”.

Sucede, sin embargo, que al poner como ejemplo la Premier, Sala-i-Martin no tiene en cuenta, por ejemplo, que sólo el Chelsea, en una serie de operaciones que parecen descabelladas, ha aportado a esa cifra 329,5 millones, y que equipos como el Newcastle, que han cambiado de propietarios para ir a caer en manos de oligarcas y jeques, están excediendo sus limitaciones estructurales y aprovechando que tras la covid la Premier ha relajado su control momentáneamente.

Su normativa establece que los clubs solo pueden incurrir en pérdidas de hasta 40 millones por temporada en un periodo de tres años. Es decir, que desde la temporada 2020/2021 hasta la 2023/2024, el Chelsea solo puede presentar pérdidas de 120 millones en total. La excepción radica en que por el impacto de la covid los equipos han podido ir más allá sin sanciones, aunque pronto se deberán ceñir de nuevo a esos límites.

Nadie duda, por otra parte, que la locura de los clubs de la Premier, incluido sobre todo su equipo preferido, el Manchester City y su magia salarial, son un mal ejemplo y, probablemente, el principio de un final poco feliz para todos ellos por más que han podido desgravarse y mejorar sus balances de cara a la Premier con inversiones en cantera, tecnología, servicios e instalaciones.

Lo cierto, como ha declarado el director corporativo de LaLiga, Javier Gómez, es que “la fortaleza de la Premier no es tal, no es así, es una competición basada en pérdidas millonarias de los clubs (no les basta sus ingresos ordinarios)». «La mayoría de los clubs están dopados económicamente», ha afirmado frente a esta falsa exhibición de músculo a la que, podría añadirse, el Barça de Laporta no ha podido añadirse precisamente por el agotamiento de todas sus vías de ingresos ordinarias y también extraordinarias como las palancas de Laporta, que ya no son la solución sino un verdadero drama.

Sala-i-Martin, como su presidente y el coro laportista que le secunda, sólo se queja del rigor de la seriedad de LaLiga en este momento clave del fútbol, en el que el mercado de fichajes invernal ha sido realmente escaso como consecuencia del autocontrol establecido por los propios clubs en la última asamblea general. Las limitaciones proporcionadas a los ingresos de los clubs se han aplicado a todos por igual, incluido el Barça, que no sólo no ha podido aumentar su gasto y masa salarial, sino que además se ha visto en la tesitura de no poder incluir ampliaciones de contrato como las de Araujo o Gavi, este último con la polémica añadida por la medida cautelar de un juez que ha obligado, a falta de resolver por la vía jurídica si procede o no, a su inscripción a todos los efectos como jugador del primer equipo.

Sala-i-Martin, enojado como Laporta por no poder dar rienda suelta a sus desvaríos financieros, basados en las palancas que han arruinado al Barça de forma irreversible, lo justifica todo por esa antigua y gastada negativa del Barça a LaLiga Impulso: “Como el Barça no ha firmado con CVC, no se le ha permitido la flexibilidad salarial. Lo que hace Tebas no es gestionar LaLiga, es chantajear. Está matando a LaLiga, igualándola por abajo con un sistema que se autodestruye».

Ese recurso de igualar la Liga por debajo es precisamente las estrategias que han desarrollado la Premier, la Ligue1, la Serie A y la Bundesliga para mejorar sustancialmente su rentabilidad y competitividad. El economista de cámara de Laporta, que se ha quedado a malvivir en la Fundación Barça sin ningún peso ni compromiso en la gestión, pues sólo se dedica a promocionarse mediáticamente, se ha quedado, como el resto, sin argumentos para defender la gestión laportista más que el ataque sistemático a Tebas porque “está arruinando el fútbol español”. Lo cierto es que las finanzas de LaLiga son sólidas frente al despiporre de las cuentas del Barça y del estado de sus frágiles y denostados recursos. Precisamente, LaLiga ha debido ponerle freno al gasto desmadrado de un club como el Barça, que ha ingresado en beneficios 870 millones, más que los 700 millones que ha invertido el Chelsea, en el mismo periodo de tiempo abarcado entre el mercado de verano y el de invierno.

Según el indicador de la fortaleza del Barça enfatizado por Sala-i-Martin, a imagen y semejanza del Chelsea, en base a sus fichajes, Laporta ha acumulado solamente entre enero de 2022 y enero de 2023 nada menos de 12 fichajes con un gasto superior a los 200 millones. Cifras con las que ningún otro equipo de LaLiga ha podido competir y que, frente a las permanentes lamentaciones y quejas de la directiva azulgrana y de su entorno, demuestran que sólo el Barça de Laporta ha podido, hasta ahora, burlar los límites impuestos por Javier Tebas a todos los clubs. Si el Barça hubiera firmado con CVC solo se habría podido beneficiarse de 130,5 millones de los 870 que ha podido dedicar directamente a mejorar su límite salarial. El problema es que Laporta y sus Sala-i-Martin son insaciables en su carrera por gastar y comprometer los activos, el patrimonio y los recursos futuros del club que teóricamente heredaron arruinado y no por culpa de la covid.

Desde que llegaron a la presidencia, el déficit ordinario se ha consolidado por culpa de un gasto descontrolado como nunca, superior a los 1.000 millones, y un descenso de los ingresos con respecto no sólo a los niveles prepandemia sino, lo que es más grave e inexplicable, con relación a la recuperación manifiesta que el resto de los clubs grandes de Europa -según el último informe Deloitte- han registrado tras la reapertura de los estadios y de los negocios asociados de merchandising y explotación turística.

Pocas lecciones de economía y finanzas azulgrana puede dar al mundo Sala-i-Martin, que ya confundió 84 millones de pérdidas con 12 millones de beneficio en sus cuentas del Barça de 2010 cuando era tesorero.

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