Junqueras cae en la trampa de la falsa unidad

La división del independentismo es tan real que cualquier espejismo que haga ver que hay una posibilidad de mantener la unidad se vende públicamente como un éxito. Es lo que se intentó la semana pasada con la convocatoria de la concentración de protesta a las puertas de la cumbre hispano-francesa celebrada en Barcelona.

Las provocadoras declaraciones del gobierno español asegurando que se celebraba en Cataluña para escenificar la muerte del proceso independentista llevaron las entidades a aparcar –ni que sea momentáneamente– sus diferencias para convocar una movilización contra la cumbre y el ejecutivo español. En la fiesta se apuntaron rápido la gente de Junts y de la CUP. ERC, que estaba pendiente de la participación del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, al inicio de la cumbre, tardó algo más, pero no lo pudo eludir. Con más o menos entusiasmo, los republicanos se añadieron a la convocatoria.

La complicada relación entre independentistas acabó haciendo que Oriol Junqueras se marchara entre gritos y silbidos, y que ERC y Aragonès fueran de los más vilipendiados. Ahora, en ERC ven que cayeron en una “trampa” de Junts y la ANC, que aprovecharon la convocatoria para desgastarlos, y temen que vengan más.

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