Pere Aragonès vendió el fichaje del exdirigente de Convergència Carles Campuzano como una muestra de su voluntad de “gobernar para el 80%” de los catalanes. Se trataba de dar la imagen que, a pesar de ser un gobierno en solitario de ERC, contaba con sensibilidades otros partidos porque cualquier catalanista se pudiera ver reflejado. En la llegada de Campuzano como consejero de Derechos Sociales, pero, también hay detrás un motivo que ahora empieza a quedar patente.
Y es que cualquier presidente puede acceder a tener reuniones y visitas con todos los colectivos, entidades y sectores del país si lo pide, pero no es el mismo hacerlo desde la distancia o el desconocimiento personal mutuo que hacerlo con un intermediario que puede acercar posiciones y hacer aparecer al Govern y al presidente como alguien más favorable a sus intereses. Y es por eso que Aragonès está tirando de la agenda y los contactos que Campuzano arrastra de su etapa de picapedrero en el Congreso y de cuando lideraba fundaciones del tercer sector. Desde hace un tiempo –y la cosa aumentará, según fuentes de Derechos Sociales–, es fácil ver Aragonès y Campuzano en visitas y reuniones donde las entidades muestran una sintonía con el Govern que al presidente le resulta muy favorable.
