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Laporta exige a Xavi ganar la Europe League para compensar el KO en la Champions

Joan Laporta y Xavi Hernández

Joan Laporta y Xavi Hernández

El tropiezo europeo en la liguilla de Champions supone al Barça de Joan Laporta hacer frente a un descalabro económico que LaLiga evalúa en 26 millones de euros. Esa fisura inesperada es la que aparta al club del margen salarial y la causa por la que los nuevos contratos de Gavi, Araujo, Iñaki Peña y Balde no han sido aceptados por LaLiga. Como Pedri oAnsu Fati, los cuatro jugadores son herencia de la gestión de la cantera de la anterior directiva, a los que Laporta ha querido adoptar a base de ampliarles los contratos y reforzar sus condiciones económicas, en buena parte para justificar sucesivos actos de presentación a lo largo de estos últimos meses en los que, de algún modo, ha pretendido atribuirse la ‘paternidad’ cuando, en realidad, vienen de las épocas de Ernesto Valverde y Ronald Koeman principalmente.

En cualquier caso, ninguno de los fichajes de este verano, los financiados por las palancas, Lewandowski, Kessié, Koundé, Christensen, Raphiña, Marcos Alonso y Bellerin, todos adquiridos a equipos extranjeros, ha tenido que sufrir las consecuencias de esta situación, que es el resultado de estirar más el brazo que la manga, gastar por encima de las posibilidades reales del Barça y, por encima de todo, de no asumir ni reparar ese déficit estructural de 200 millones que, también esta temporada, se comerá inútilmente buena parte del botín obtenido por la venta de patrimonio y activos en muchos casos irrecuperables.

Aún así, la obsesión principal de Laporta sigue siendo gastar y fichar. Una atracción compartida con su hijo Guillem y otros hijos de directivos, que también se han aficionado al mundo de la negociación y la intermediación, en un mercado de futbolistas en el que el presidente del Barça, no lo esconde, al contrario, cuenta cada vez con más y mejores amigos de toda confianza.

Mientras el club se desangra y sigue desatendida su correcta administración, los socios han perdido toda capacidad estatutaria de control para impedir, frenar o controlar esta deriva de la junta contra la que sólo Javier Tebas, a través de medidas normativas cada vez más serias y tan eficaces como necesarias, puede hacer frente.

Esta es la causa de las quejas de Laporta cuando lamenta en público que en LaLiga «nos han imputado 26 millones de euros negativos por la eliminación de la Champions. Deberíamos realizar una operación de 26 millones para volver a la norma 1/1. Si llegamos a final de la Europa League, sacamos 21 millones. Y si hacemos una minigira antes del 30 de junio, queda completamente compensado».

O sea, no le preocupa que el Barça de esta temporada camine directo a sufrir nuevas e importantes pérdidas ordinarias de casi 200 millones. Éste es un agujero cubierto por las palancas y también el peor remedio contra una política económica y financiera que ya ha arruinado el club a falta de que, cuando se cierre el ejercicio el 30 de junio de este año, el curso siguiente arranque con las peores perspectivas jamás conocidas.

El argumento del presidente también es delirante, fía esta corrección a ganar la Europe League y a la realización de una gira de final de temporada, esta sería la única la manera de poder seguir fichando. Lo que está explicando, en definitiva, es que sólo ganando el Europe League se puede compensar parte de los ingresos presupuestados y perdidos para alcanzar los cuartos de final de la Champions League esta temporada. El resto de este diferencial quizás podría remontarse forzando amistosos a partir del 4 de junio cuando acabe la Liga aunque con efectivos supeditados a la convocatoria de los compromisos internacionales de las selecciones.

Sobre cómo atemperar el impacto del sorprendente revés sufrido en la Champions, del mensaje de Laporta llama la atención dos aspectos. El primero, su pánico a no poder fichar ni ahora ni en verano, una recaída de este síndrome de amodorramiento y depresión sufrido cuando Halland escogió al City y ni siquiera contempló la posibilidad de estudiar la oferta del Barça. No salió de ese estadio de tristeza hasta que Javier Tebas le desafió afirmando que el Barça no podía fichar a Lewandowski, al menos tal y como se encontraba económicamente en ese momento. El reto terminó con la revolución de las palancas.

La segunda consideración proviene de la seguridad y confianza con que Laporta asume que el Barça puede ganar el Europe League a las puertas de un play off clasificatorio que debe disputarse los próximos 16 y 23 de febrero ante el Manchester United, un obstáculo considerable antes de afrontar una complicada serie de eliminatorias a partir de los octavos de final.

Sin duda, al Barça de Xavi Hernández hay que reconocerle y atribuirle la condición de favorito, seguramente con permiso o en la misma proporción que su primer rival, el Manchester United. Más allá de esta presión, llevadera, no sería conveniente aumentar un nivel de exigencia que ni el Barça ni ningún otro equipo puede ni debe arrogarse en competiciones sujetas a eliminatorias cortas, rápidas y elementos y circunstancias imprevisibles. Los hechos tormentosos e impresentables que rodearon la eliminación azulgrana el año pasado a manos del Eintracht Frankfurt son un buen ejemplo de cómo complicar las cosas.

La fijación de Laporta en el arte de fichar, como demuestran las once operaciones cerradas en el 2022, puede pasarle factura al equipo de Xavi por culpa de esa carga de obligatoriedad añadida por el presidente a la competición europea.

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