Lluís Llach está siendo víctima de una campaña de reproches e insultos por parte de muchos de sus seguidores en Twitter por criticar los mensajes de quienes lamentaron que los primeros niños y niñas nacidos en Catalunya el 1 de enero tuvieran nombres árabes o latinoamericanos. El inicio de la campaña lo provocó un mensaje del cantante con un comentario a otro del periodista Sergi Maraña. Maraña colgó este post: “Zakaria (Palafrugell) y Dayla Mia (Esplugues), primeros niños nacidos en Cataluña en 2023. Primeros niños en cada región sanitaria: Yousaf (Tierras del Ebro), Álex (Región Metropolitana Norte), Abdul Jabbar (Barcelona), Pau(Lérida), Yasmin (Tarragona). ¿Los catalanes ya no tienen hijos?”, y lo acompañó de fotos de cuatro de esos bebés. La respuesta de Llach fue: «Sí, se llaman Zakaria, Dayla, Yousaf…». El mensaje tuvo más de 180.000 visitas.
“Si para luchar contra “la obsesión de algunos por devaluar a la nada la condición de catalán” tenemos que volvernos racistas, no contéis conmigo. Buenas noches”, añadió el cantante. La furia que se desató en su perfil de Twitter fue acompañada de no pocos insultos. El odio que muchos de estos tuiteros habían mostrado en mensajes anteriores contra España y los españoles se volvió contra quien, hasta entonces, habían considerado un líder suyo. Ante la ola de tuits racistas e insultantes, Llach escribió al día siguiente: “a partir de hoy bloquearé cualquier tuit que huela a racista. Por si alguna vez me equivoco, pido perdón”.
Se habrá hartado de bloquear usuarios de Twitter porque su perfil va lleno de mensajes racistas desde entonces. También los hay que comparten su opinión. Esta polémica ha supuesto que, por primera vez en mucho tiempo, Llach retuiteara el mensaje de un dirigente de ERC. Pese a las críticas que ha volcado en la red social contra el partido de Oriol Junqueras, Llach consideró oportuno reenviar el mensaje colgado por Joan Margall. Este diputado gerundense en el Congreso replicó un mensaje de Magí Hildebrant que decía: “De los 7 primeros nacidos en Catalunya, sólo uno tiene nombre Catalán. Éste es el futuro de nuestra nación, futuro donde de nuestra cultura no queden ni los nombres. ¿Cuántos nombres catalanes quedarán en cien años? ¿Cuánta gente quedará que hable catalán? ¿Cuánto tiempo le queda a Cataluña?”. La respuesta de Margall fue: «Tu apellido no parece precisamente de la plana de Vic». A Llach le gustó y la reenvió.
Lo que seguro que no le gustaron fueron comentarios como los siguientes:
Ton Bpsc: «Que tu causa no es principalmente la catalanidad, ya se podía intuir»
Joaquim Torrent: “¿Nos estás diciendo que la defensa de nuestra identidad no es importante para ti? Sería bueno saberlo”
Ja-Golo: “Racistas no, ordenados. Cada uno en su casa”
Lídia: “No contamos contigo. Ya basta de autoodio”. «Debemos ser el único pueblo en el mundo que subvenciona su propia invasión y que aplaude con las orejas que los bebés se llamen Mohammed, Abdul Jabbar… realmente somos imbéciles y así nos va»
Cepece: “Yo no veo el racismo por ninguna parte. Sí veo una mala política de inmigración que nos lleva a ser forasteros en nuestro propio país, y a perder nuestra identidad como catalanes en menos de una generación. Y esto es una catástrofe”
Xavier Pinell: “No contamos contigo. Eres parte del pasado poco glorioso de los catalanes”
Llibert: “¿Para ti, los ñols venidos en los 40/50/60 ahora son catalanes? ¿Y los latinos? ¿Y los africanos? EXPLÍCAMELO”
Oscar G: «¿Cómo sabes que los padres son catalanes?»
Maite-59: «Te haces mayor, Luis, te haces mayor»
Panto: “¿Para ti son catalanas las personas que no saben ni una palabra de de catalán y menos de nuestra cultura y costumbres? ERES UN GENOCIDA CULTURAL”
También hubo mensajes de apoyo a las palabras de Llach. Uno de ellos, escrito por Manuel Pujolar, decía: “No sé qué sentido tiene tu comentario. Ahora lo que sí sé, es que ha provocado que muchos de tus seguidores y del partido que representas hayan salido de las cavernas y se les ve el plumero”
Lluís Llach tenía 233.000 seguidores en Twitter cuando empezó el año. De momento, parece que no ha eliminado muchos.
