Serrat y el 2022

Consumimos los últimos resoplidos del 2022. Un año en el que, entre otras cosas, hemos aprendido que motomami es una fusión entre el vocablo japonés moto, que significa duro o fuerte, y el español mami, que se utiliza para referirse a las madres. La cantante Rosalia los unió para referirse a la mujer, madre y abuela fuerte. Y eso, que puede parecer poco, ha dado paso a un álbum que ha coronado a la cantante catalana en el mercado musical como una de las estrellas del top mundial y le ha llevado al podio de numerosos rankings junto a artistas como Beyoncé. Y de ahí la Despechá.

Sin embargo, el 2022 pasará a la historia por un adiós musical. Tal día como un 23 de diciembre, a dos de la Navidad, el cantante Joan Manuel Serrat colgaba la guitarra, elegía jubilarse, que, de acuerdo, significa eximirse del trabajo, pero también expresa experimentar una alegría viva, expansiva. Al inicio de sus conciertos de despedida, el Noi del Poble Sec lo explicitaba, no quería lloros, sólo alegría. Y Serrat se ha despedido con una sonrisa contagiosa en la boca. Sin embargo, resulta difícil encajar la vida sin su presencia sobre un escenario. Menos mal que la música nunca se jubila y que las canciones de Serrat, aquellas que nos han acompañado siempre, convirtiéndose en la banda sonora de nuestras vidas, continuarán acompañándonos por siempre más.

Hay tantas y tan buenas que resulta difícil decantarse sólo por una, pero lo haré. Seguramente no voy a ser demasiado original. Hay un montón, Cançó de Bressol, Paraules d’Amor, El Meu Carrer… pero me quedo con Mediterraneo. Porque, como seguramente le ocurre al propio Serrat, y no sin haberle dado muchas vueltas antes, es este mar el que acaba definiendo mejor mi pertenencia y el Nano lo explica mejor que nadie con esta joya musical.

Así, en el 2022, un año de guerra que no cesa, de pandemia que se apaga lentamente, de represión en Irán, Afganistán, Qatar… he elegido el hola de Rosalía y el adiós de Serrat para homenajear a un año que pasa con más penas que glorias. Y como dice el maestro, «mañana es sólo un adverbio de tiempo».

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