El Mundial de Messi arruina el estreno del documental ‘Una Nueva Era’ de Laporta

Hoy se estrena inoportunamente la serie que pretende convertir en positiva y entusiasta la dilapidación de las ‘palancas’ y el calvario futbolístico vivido tras haber echado al mejor futbolista de todos los tiempos

Careta del documental del Barça 'Una Nueva Era'

“El club ha estado a punto de desaparecer”. Es una frase de Joan Laporta que, envuelta convenientemente con la teatralidad y el dramatismo de un persuasivo guión televisivo, condensa el espíritu del documental producido por Barça Studios, Una Nueva Era, estrenado en este día no menos apropiado de los Santos Inocentes en Prime Amazon.

Teniendo en cuenta cómo estaba en realidad el Barça cuando, hipotéticamente, la directiva de Josep Maria Bartomeu no podía seguir un día más al frente del club para evitar su destrucción definitiva, y se compara con su verdadero estado terminal actual, un año y nueve meses después del efecto de la sucesión laportista, el mensaje de la docuserie suena a broma macabra y a un ejercicio de manipulación mediática propio de los regímenes autoritarios o ‘monárquicos’, como empieza a ser el de Laporta, con ese amplio espectro familiar y cortesano donde el poder se reparte entre primos, hijos, hermanos, cuñados y favoritos.

La idea de Una Nueva Era ya responde, de hecho, a un lavado de imagen premeditado que, pretendidamente en el ámbito deportivo del primer equipo, arranca en la derrota de Champions frente al Bayern (8-2) para acabar con el esperanzador comienzo, el enésimo, de la etapa de Xavi Hernández asociado a la llegada de Lewandowski y otros cinco fichajes de primera línea mundial gracias a las palancas.

La idea es conjeturar, como afirma Laporta, “un futuro esplendoroso” gracias a la regeneración de un equipo que “ha devuelto la ilusión al barcelonismo”, pero que ya lleva dos KO seguidos en la fase inicial de liguilla de la Champions League, la parte teóricamente fácil, después de una inversión en fichajes de más de 300 millones.

Sin duda, la decisión de producir un contenido audiovisual que refuerce la idea de un club y de un equipo azotado y arruinado por la anterior gestión de Bartomeu nace de la necesidad de tapar la siguiente hoja de resultados, tras su dimisión y el advenimiento de la nueva presidencia, pues en lo económico no ha habido manera de encontrar irregularidades, indicios criminales, trastornos contables ni material sensible con el que demostrar todas las calumnias e injurias inventadas sobre el pasado.

A Laporta no le conviene lo que la afición pueda pensar si, después de tres auditorías, una externa de LaLiga y el CSD, una Due Dilligence y un examen Forensic en busca de tramas delictivas, además de un informe enviado a la Fiscalía que duerme el sueño de los justos, resulta que no ha sido hallado un solo céntimo descontrolado.

Tampoco le va bien a Laporta que el repaso de los estados financieros del club de hoy sugieran que, en efecto, han empeorado extraordinariamente respecto de los de Bartomeu, incluso en plena pandemia, a causa de las desacertadas y frívolas decisiones de un presidente obsesionado en gastar, endeudarse y hacer la bola tan grande que apenas existe un camino de vuelta.

El documental tampoco ofrece una perspectiva ajustada del plano deportivo, pues el equipo que ‘hereda’ Laporta, con Koeman de entrenador, no sólo había conseguido retener a Messi tras el conflicto del burofax y una enorme agitación interna que, además del impacto futbolístico, removió socialmente el entorno hasta provocar la dimisión de la junta, sino recuperarlo anímicamente, ganar la Copa del Rey y pelear por la Liga con una remontada histórica que, por todos los indicios, se frustró más desde dentro que desde fuera. Un equipo que descubrió a Araujo, Pedri, Gavi, Nico, Balde y Abde, entre otros, arropando a Ansu Fati.

Nada de eso se enfatiza ni tampoco el error galáctico del presidente de echar a Messi, definitivamente insuperable como se ha visto y sufrido en apenas año y medio, rematado por esa ironía del destino de verlo campeón del mundo, por fin, sin que el FC Barcelona, su club, haya podido siquiera ser una referencia. El Messi mejor futbolista de todos los tiempos fue expulsado y repudiado de la historia del Barça por ese gran embuste electoral con el que Laporta ganó las elecciones.

Mal día para hacer balance, ni que sea con un documental que carece de sentido, en medio de una transición en la que sólo alcanza para la Europa League.

La otra parte, la económica, deportiva y patrimonial, todavía es peor en todos los sentidos. La imposibilidad de que la junta de Bartomeu pudiera cerrar sus cuentas de final de mandato, Laporta la aprovechó para empeorar las consecuencias del magnicidio institucional con un deterioro añadido de 300 millones que condujo a la peor cifra de patrimonio neto negativo de la historia, con 415 millones.

Cuando se dio cuenta de que esas decisiones, por el simple hecho de ser suyas, recaían en su mandato hubo de echar marcha atrás y recurrir a tantas palancas que ni siquiera con 870 millones de ingresos netos ha podido reducir ese agujero, principalmente porque ha cronificado pérdidas estructurales de 150 millones anuales.

La verdadera nueva era empieza este día 1 de enero, sin poder darle dorsal del primer equipo a Gavi porque Laporta no dispone de margen salarial suficiente ni tampoco para pagarle a Araujo lo pactado. Además, LaLiga le obliga a reducir en 200 millones la masa salarial en los próximos seis meses si no quiere sufrir otras consecuencias peores como resultado del lío en el que él mismo, Laporta, se ha metido.

Podría decirse que, ahora sí, el Barça está cerca desaparecer como lo conocemos y ha sido durante 123 años. Así es la película, muy distinta de una docuserie que, dadas las circunstancias, no hace sino ponerle al equipo y a Xavi una presión del todo innecesaria y puede que perjudicial.

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