Laporta se gastó en fichar a Lewandowski lo que le negó a Messi para renovarlo

Echar al mejor jugador de todos los tiempos y renunciar a su extraordinario legado antes de tiempo no fue una decisión financiera sino un plan premeditado y perverso del presidente, además de un gran error

Leo Messi, amb la Copa del Món

Foto: FIFA

La web del Barça y el propio Joan Laporta se han apresurado a devolver un reflejo adulador y afectadamente entrañable al nuevo Leo Messi campeón del mundo y mejor futbolista de todos los tiempos en una reacción que condensa el cinismo, la hipocresía y el oportunismo propios del personaje y de su mal estilo de gobierno.

Se mire por donde se mire, Laporta jubiló a Leo Messi mucho antes de tiempo pensando que, de ese modo, se ahorraba una buena parte de la masa salarial futura, y que también anticipaba la solución al inevitable ocaso de su carisma y peso futbolístico.

Y lo hizo además con alevosía, premeditación, nocturnidad y en el último minuto, cuando se daba por hecha, incluso por el propio jugador argentino y su entorno, su continuidad en el estricto cumplimiento de una promesa electoral que evidentemente Laporta ya tenía pensado pasarse por el forro.

La historia le ha hecho pagar ese error con una regresión del primer equipo a la oscuridad de los tiempos de Joan Gaspart y con un resurgimiento de la figura internacional de Leo Messi, probablemente el único de los grandes futbolistas capaz de generar todavía más expectación y riqueza a su alrededor fuera del foco deslumbrante del Camp Nou.

Los ingresos extras reportados por el aterrizaje de Messi en el PSG se han evaluado en casi 300 millones de euros, prácticamente los mismos que el Barça ha dejado de ingresar en el año y medio transcurridos desde su despido y salida por la puerta de atrás.

Messi, además de haber añadido a su palmarés otro Balón de Oro, ha rematado esta reactivación personal liderando nada menos que la conquista de un Mundial con una selección argentina que ningún técnico o analista situaría como favorita sin la hipnótica y contagiosa pasión por el fútbol y el éxito de un expatriado que llevaba años soñando con ser tan querido y apreciado por sus compatriotas como lo fue en el Barça.

Hoy, sin embargo, por culpa del relato perverso y de la manipulación de Laporta a través de su poderoso aparato de comunicación, proporcional a la sumisión mediática de la prensa catalana, además de quitarle su camiseta azulgrana, la que tantas veces besó después de actuaciones y goles memorables, el presidente le ha arrebatado a Leo la estima de, por lo menos, la mitad del barcelonismo.

Las encuestas y las opiniones aparecidas en los medios y en las redes sociales estos días previos a la final del Mundial de Catar han reflejado ese rechazo inexplicable de una parte sustancialmente amplia de la afición azulgrana, sin duda víctima de esa capacidad de Laporta para manchar y adulterar la historia.

Tras echarlo del Camp Nou, Laporta encontró la forma de sugerir a sus medios y periodistas de confianza que Messi no sólo no había comprendido la gravedad de la situación financiera del momento, sino que también propagó, para salvarse él, el falso rumor de que tensó la cuerda con el Barça para irse al PSG. Eso es lo que Messi no le perdonará nunca hasta que Laporta admita públicamente que mintió y le pida las disculpas oportunas.

Aunque el egoísta y perturbador motivo por el que Laporta no renovó a Messi en su día, aquel fatídico 5 de agosto de 2021, saldrá a la luz tarde o temprano, lo que sigue estando claro, sin embargo, es que no fue, en ningún caso, por razones presupuestarias.

El debate encendido en las redes al respecto ha dejado a los laportistas en paños menores, pues su único argumento ha sido esgrimir la problemática insuperable del margen salarial en aquel momento. En realidad, sin embargo, esa barrera la provocó y levantó el propio Laporta al dejar pasar expresamente la firma del acuerdo de renovación de Leo antes del 30 de junio de 2021; es decir, antes de convertirse en agente libre. La lectura y el impacto de una prolongación del contrato no eran iguales que plantearlo como un fichaje a partir del 1 de julio de la temporada 2021-22. Así se lo dijo el propio Javier Tebas a Laporta, adelantándole la ventaja que suponía el acuerdo con CVC, suficiente para asegurar la continuidad de Leo. Con el añadido a favor del club de que Messi no planteaba la exigencia de una prima de fichaje, sino que había aceptado las condiciones propuestas por el presiente.

Laporta se desdijo de su palabra, rompió ese acuerdo y a los pocos meses se movilizó en la dirección opuesta para fichar cuatro jugadores en diciembre: Alves, Ferran Torres, Aubameyang y Adama. Apenas un pequeño esfuerzo comparado con la activación de 870 millones en palancas que pudo haber avanzado unos meses antes, si así lo hubiera creído oportuno.

Había recursos de sobras para atarlo. Echar a Messi fue una decisión consciente, temeraria y autoritaria de Laporta, a quien le vino bien que dos advenedizos como Eduard Romeu y Ferran Reverter aplaudieran con las orejas esa aparente rebaja del masa salarial. El resultado fue que, pretendiendo realizar un regate hábil a los presupuestos y marcar un gol económico deshaciéndose de Leo, Laporta se marcó el peor de los goles en propia puerta.

Después, como no podía ser de otro modo debido a su carácter caprichos y frívolo, se ha dedicado a ensuciar la actitud de Messi («No quiso jugar gratis en el Barça», extremo que nunca nadie le planteó) y, al mismo tiempo, a dárselas de perdonavidas, reiterando que el Barça le debe un homenaje y un reconocimiento a su figura.

Advertido y amenazado por el propio entorno del jugador para que no sigua utilizando malignamente el nombre de Leo en vano, Laporta sí que ha dejado de insinuar su vuelta, ya definitivamente.

Cuando le han preguntado ahora por ese giro histórico de la vida dejando en evidencia el error de despreciar el legado final y sublime de Leo, solo ha podido mostrar su acusada bipolaridad: «Se lo merece, hombre, se lo merece. Es el mejor de todos los tiempos. ¡Justicia historica!. Hay que felicitarlo porque ya tiene su Mundial, algo que no podía faltar en su carrera. Leo es el mejor jugador de la historia y es mi amigo». Esto último, claro está, es indemostrable, gratuito y, de nuevo, embustero.

Resumiendo, y parafraseando a un periodista bien informado, «Joan Laporta rechazó renovar a Messi por 50 millones brutos de salario anual. Luego comprometió al Barça al pago de 50 millones anuales hasta 2026 para amortizar todos los gastos de la operación Lewandowski. Es apenas uno de sus despropósitos. El Mundial lo pone en evidencia».

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