«El choque de trenes era el del cremallera de Núria con el AVE»

Entrevista a Josep Maria Sala Griso

Ingeniero industrial. Militante y consejero nacional del PSC. Durante muchos años, secretario de Organización del PSC, diputado en el Parlament de Catalunya y senador. También ha sido secretario del Colegio de Ingenieros Industriales de Catalunya. Es autor de Escrito en la cárcel. Ahora publica Moments del socialisme català (Fundació Rafael Campanals).

Aquel “momento inicial” del socialismo catalán, ¿ya estaba en la legalidad o todavía en la clandestinidad?

Era en esa etapa intermedia, entre la clandestinidad y la legalidad, cuando empezaron a confluir los partidos que acabaron conformando el PSC. Fueron muchos, de signo socialista y de otras izquierdas, que habían actuado en la clandestinidad, acompañados fundamentalmente por el PSUC, que fue el gran partido de la lucha antifranquista. A muchos de los actuales partidos como, por ejemplo, Esquerra Republicana, ni se les conocía ni se les esperaba. Nosotros estamos en el origen del conjunto de partidos, que acabaron encontrándose en el PSC, como el Moviment Socialista de Catalunya, el FOC…, los partidos de Raimon Obiols, Joan Raventós, Isidre Molas, Narcís Serra, Pasqual Maragall, y muchos otros. También la federación del PSOE. Coincidimos en una candidatura unitaria en 1977, que se llamó Socialistes de Catalunya y acabó siendo el embrión del nuevo partido. Nació de forma esplendorosa en Cataluña. Íbamos aprendiendo sobre la marcha.

De esta forja plural, ¿se pueden aislar algunos genes especialmente relevantes en la incubación del PSC?

Fundamentalmente, hemos acabado definiéndonos como un partido socialista, socialdemócrata, catalanista, federalista y con una vocación de estrecha relación con los sindicatos, especialmente con UGT. También un partido municipalista, ecologista, feminista y, sobre todo, muy diverso en culturas, lenguas…, reflejo de la propia sociedad. Somos grandes defensores de la idea de que Cataluña es una sociedad diversa, con diferentes raíces y con voluntad de construir un proyecto común. Nos fuimos construyendo como un partido socialista, socialdemócrata, con planteamientos iniciales algo más a la izquierda. Tuvimos que pasar por un congreso, conjuntamente con el PSOE, en el que dejamos de ser un partido marxista y plantearnos la entrada en la OTAN, con lo que nuestro perfil quedó claro.

¿De qué modo se produjo la convergencia entre el socialismo catalán y el PSOE, y viceversa?

Desde el momento en que se constituyó como una organización política, en el PSC-Congreso siempre hubo una voluntad de intervención en España, y de intentar vertebrarse con el proyecto socialista a esta escala. Joan Raventós y Raimon Obiols, dos estrategas de este planteamiento, tuvieron una correspondencia exitosa con Felipe González y Alfonso Guerra. La existencia del PSC como un partido soberano, al 100%, federado con el PSOE, es una única excepción que estableció el PSOE en el ámbito de España. En el resto de España, los partidos socialistas diferenciados del PSOE tuvieron que integrarse. Esto fue gracias a una correcta visión estratégica. En cualquier caso, la unidad socialista fue también compleja en Cataluña, necesitamos tres congresos para unificarnos. Lo que el PSC hizo en su seno fue la experiencia de unificación de Catalunya. En el momento en que nos reunificamos, ayudamos a que Cataluña se construyera como una sociedad unida. De los partidos que nos acompañaron durante la salida a la democracia de 1977, todos han ido desapareciendo, han cambiado de nombre, se han transmutado… De ese momento, sólo quedamos nosotros y Esquerra Republicana, y por eso nos disputaremos el gobierno de Cataluña. De todos modos, nosotros todavía somos bastante similares a lo que fuimos y la Esquerra Republicana de ahora no tiene nada que ver con aquella. Era la de Heribert Barrera, muy situada a la derecha, que tuvo que pactar con el PTE para presentarse a las primeras elecciones.

¿UGT jugó un papel relevante en el proceso de construcción del PSC?

Jugó un papel muy importante. Era el sindicato de referencia para el PSC. El PSC-Congreso tenía una visión más abierta de la afiliación sindical, pero acabamos teniendo una relación muy estrecha. En este momento, UGT tiene también relaciones con otros partidos políticos, y por nuestra parte, si bien la referencia sindical todavía es UGT, también tenemos muchos militantes y una buena relación con CCOO, y en su momento con el USO…

El dinero, las grandes fortunas catalanas, ¿cómo acogió la llegada de ese socialismo pionero?

En las elecciones autonómicas de 1980, Foment gastó mucho dinero para que el PSC no las ganara. Cabe recordar el cartel de una manzana con gusano que Foment pagó. Después, a partir de la victoria socialista en España en el 82, y cuando se vio que los socialistas éramos gente razonable, esto acabó descendiendo mucha intensidad. Las relaciones con el mundo económico han sido muy positivas.

Hablando de la burguesía (ahora), dice Manel Pérez en su libro La burguesía catalana, que “continua viva, es fuerte y actúa, y no sólo en Cataluña, sino en Madrid…”. Lluís Rabell, opina que «se ha convertido en una hermandad de mercaderes y lobbistas, sin más horizonte y ambición que agrandar su sitio a las grandes corporaciones españolas, y en algunos segmentos de la economía global». ¿Quién acierta más?

Yo le doy la razón más a Manel Pérez. Creo que la visión de Rabell es más reduccionista. Aquí existe una burguesía que se expresa económicamente, que ha tenido fracasos, pero cuenta con una presencia relevante en el mundo financiero. Existen también empresas en sectores estratégicos, como el farmacéutico o el químico. Es verdad que ha perdido bastante política. Antes tenían portavoces e interlocutores más poderosos. La expresión más clara de todo esto es que perdieron las elecciones en la Cambra de Comerç, que era la plataforma de expresión del mundo empresarial catalán. Se la dejaron tomar por unos recién llegados.

En cualquier caso, al dinero, a las élites catalanas, quizás como a todas, les ha gustado mucho meterse en política, incluso en el ‘procés’…

Con el procés se equivocaron muchísimo, al principio, y después dieron marcha atrás enseguida. Pensaron que la cosa no iba en serio, que Catalunya no acabaría siendo independiente, porque a la mayoría de ellos económicamente no les interesaba. Artur Mas les engatusó con que aquello era una forma de presionar a España, para conseguir ventajas. Ellos se lo creyeron, jugaron la carta del procés hasta que se asustaron. Prueba de ello fue que se trasladaron muchísimas empresas fuera de Catalunya.

Con Pujol, ¿no se estaba incubando ya el huevo de la serpiente?

Si Jordi Pujol no hubiera tenido sus problemas personales, para entendernos, y no debiera haberse apartado como lo hizo, no habría permitido la deriva procesista que hemos sufrido. Es algo que se refleja en sus últimos escritos. El procés pone en peligro su proyecto de una renacionalización de Catalunya, que se asemeja al proyecto del PNV. Quisieran ser independentistas, pero como no pueden serlo ahora –y seguramente nunca– han mantenido esta posición, más bien de manera retórica. En ocasiones, me preguntan qué es lo que ha hecho peor Jordi Pujol. Yo creo que ha sido no haber designado bien a sus sucesores. Se cargó los buenos, como Miquel Roca o Josep-Antoni Duran i Lleida, por razones comprensibles, y lo que ha ido buscando no ha funcionado, empezando por Artur Mas. Éste tuvo que gobernar en una situación muy complicada, incluida la crisis económica, y la única idea que tuvo fue darle un empujón al espacio electoral de Convergència, que era nacionalista pero razonable, hacia la independencia.

Habla Jordi Ibáñez, en su Infierno purgatorio, paraíso, del “cofoísmo” (infatuación, complejo de superioridad, arrogancia…) catalán. ¿No es aquí por donde realmente le aprieta el zapato en Cataluña?

Me parece una buena descripción, porque es cierto que uno de nuestros problemas es que nos consideramos mejores que nadie. No somos peor que ninguno, pero tampoco mejor que nadie. Somos una sociedad europea, digamos, correcta. Es verdad, que hay una parte de Cataluña, sobre todo en el entorno nacionalista (quizás todos los nacionalismos van por ahí) que mira por encima del hombro, no el resto de Europa o del mundo, sino el resto de España. En parte, el proceso independentista se basaba en esto. Que España era una sociedad débil y que, si nos subíamos a la montaña, serían incapaces de hacer que bajáramos. La historia aquella del choque de trenes, en el fondo, se reducía en el choque del cremallera de Núria con el AVE. España, con sus problemas y sus dificultades, es un país sólido. Mirar a los demás con una actitud de soberbia lleva siempre al desastre.

(Visited 247 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

avui destaquem

Deja un comentario