El columnista Jordi Galves, que había destacado durante los años del procés no sólo como un exponente del independentismo de la línea dura, sino también por su inclinación hacia Carles Puigdemont, no ha publicado ninguna nueva columna en El Nacional desde el pasado día 10 de noviembre.
Otro puigdemonista desencantado, el politólogo madrileño Ramón Cotarelo, ha dicho que «lo han echado», en respuesta a un tuitero que le echaba de menos. Si es así, sería la segunda vez en dos años, ya que la revista El Temps prescindió de él en 2020.
Entonces, el propio Galves lo explicó así: «Me acaban de echar de El Temps. Quieren emprender una renovación de la revista que consiste en echarme a la calle. Son los nuevos valores republicanos: la lengua en el culo. Gracias, Eliseu Climent».
Galves se había mostrado últimamente desencantado con el eurodiputado, de quien había criticado que «es un perseguido político bastante curioso» porque «recibe una asignación como expresidente de la comunidad autónoma española de Cataluña» y porque su esposa, la periodista Marcela Topor, «gana 6.000 euros al mes en la TV del PSC-PSOE, que es el partido que quiere encarcelarlo», en referencia a la Xarxa Audiovisual Local (XAL), de la Diputación de Barcelona. «Alguien debe pagar la hípica de las niñas…», había escrito también en Twitter.
Hace también un par años, en cambio, le ponía por las nubes: «Carles el Audaz, Carles el Querido del Pueblo, Carles el Valiente». Decía de él que «la gente adora a Carles el Grande», y que había «devuelto la dignidad a un pueblo catalán no sólo apaleado, robado, perseguido, insultado por España», sino que, además, había «devuelto la alusión a un pueblo reiteradamente traicionado, vendido y escupido por su propia clase política y dirigente».
