Catar se ha convertido en un país bipolar para el complejo entorno azulgrana

Es un nido de corrupción, represión, tiranía y ausencia de derechos humanos si se relaciona con Rosell, pero es progresista, ejemplar y amigo cuando es el Catar de Guardiola, Xavi o Roures

Qatar Airways, a la samarreta del Barça 2014-2015

El FC Barcelona será, inevitablemente, uno de los grandes protagonistas del primer Mundial de la historia que, además de jugarse en el otoño europeo sobre un calendario atípico e inédito, también se celebra en un estado como Catar sobre el que se viene polemizando ácida y ferozmente desde el mismo día de su nominación a causa de la naturaleza y parámetros propios de un estado islámico, con unos recursos y riquezas que superan en varias galaxias y parsecs su corta e increíble historia como país.

Precisamente, esa inmensurable capacidad para comprar, caprichosamente o no, cualquier cosa, en este caso un Mundial de Fútbol, considerado el mayor acontecimiento deportivo el mundo junto con los JJOO, está en el origen de este pésimo cartel internacional de un país diminuto que fue capaz de derrotar a los EEUU ante la FIFA en el combate previo por la nominación para el Mundial 2022.

La primera derivada azulgrana de este Mundial fue, como consecuencia de la furibunda reacción americana a ese ridículo, una implacable investigación del FBI que destapó el profundo pozo de corrupción anidado en las estructuras del fútbol. Cayeron Josep Blatter (FIFA), Michel Platini (UEFA) y, en el desarrollo de las investigaciones, fruto de la comisión rogatoria enviada a la Audiencia Nacional española por un fiscal de Nueva York, la jueza Carmen Lamela se llevó por delante a Sandro Rosell, equivocadamente, mientras que, por el contrario, a quien finalmente sorprendieron sobornando a federativos fue a Mediapro, su división americana, cazando incluso a uno de los fundadores de Mediapro, Gerard Romy, al mando de esas acciones criminales. Además de condenar a Mediapro, Romy ha sido declarado en busca y captura por la justicia americana.

Directamente con Qatar, Jaume Roures, ya llevaba muchos años prestando sus servicios técnicos, de producción y de explotación de derechos de varias competiciones al canal más influyente de Oriente Medio, Al Jazeera, además de haber creado conjuntamente la división Bein Sports y seguir manteniendo fuertes lazos de colaboración con el país organizador de este Mundial.

Una relación mucho más antigua que la de expresidente del Barça Sandro Rosell, quien, a través de su empresa de marketing deportivo, Bonus SM, había desarrollado para el gobierno de Qatar parte del proyecto de cazatalentos jóvenes para la Aspire Academy orientado a darle formación escolarizada y de tecnificación deportiva, una beca y un futuro, a los más destacados atletas africanos de las zonas más vulnerables y desfavorecidas.

La prensa catalana, sin embargo, nunca criminalizó, al contrario, los negocios de Jaume Roures en Qatar, mientras que sí lo hizo con acritud y beligerancia el hecho de que Sandro Rosell también mantuviera lazos comerciales con su gobierno.

No hace falta decir cómo fue de negativa y crispada la reacción de la prensa catalana, mayoritariamente laportista y leal a la oposición, cuando la directiva de Rosell se encontró en 2010 un Barça arruinado por Laporta y propuso a los socios aprobar el primer patrocinio de la camiseta del club, que en aquel momento se convirtió en la camiseta mejor pagada del mercado.

Las críticas fueron feroces, desbocadas y sangrantes apelando a las denuncias internacionales contra Qatar por ignorar derechos humanos fundamentales sobre todo en materia laboral y de igualdad género.

Aun así, pese la intensa campaña de medios en contra, los socios votaron mayoritariamente a favor del patrocinio de Qatar Foundation y luego Qatar Airways en una asamblea plácida y relajada.

En realidad, sin embargo, fue en la primera asamblea del mandato de Joan Laporta, de otoño de 2003, donde el presidente recién elegido había sacado adelante la propuesta poner a la venta el frontal de la camiseta por la necesidad de remontar los estados financieros críticos heredados de Joan Gaspart.

A Sandro Rosell, si se rescatan las crónicas de su época como presidente, y aún años después, los periodistas fanáticos del laportismo llegaron a acusarlo de financiar el terrorismo yihadista, de fomentar la lapidación de mujeres musulmanas y hasta de torturar a niños inocentes, horribles crímenes de estado blanqueados gracias al acuerdo barcelonista con el régimen monárquico y totalitario de la familia real qatarí.

Así lo describían y así aún lo relacionan estos días con motivo de la antesala del Mundial, en un periodo de impasse sin apenas noticias propias del Barça, paréntesis que se ha aprovechado para desempolvar estos mismos argumentos salvajes y desbocados en los foros y tertulias barcelonistas recordando que, por culpa de Rosell, el FC Barcelona ha formado parte de esa red internacional de instituciones y gobiernos sobornados por Qatar para lavar su imagen y sumar en su día los votos suficientes para conseguir la sede del Mundial.

No faltaron voces acusatorias que, precisamente, situaron a Rosell en el eje y en la organización de la trama de compra de votos de los directivos corruptos de la FIFA.

El tiempo, una vez más, ha ido resolviendo y sobre todo negando cualquier relación del expresidente azulgrana con Qatar fuera de su contrato profesional con Aspire, previo a su presidencia, y de su habilidad para negociar un acuerdo que proporcionó un indudable beneficio para el club azulgrana.

El caso, desde luego curioso y llamativo, es que para toda esa misma prensa laportista existe otro Qatar completamente distinto, extraordinario, impecable, progresista y de excelente buen gusto futbolístico que nada tiene que ver con el malvado país de los horrores cuando se trata de emparentarlo con Rosell. Ese otro Qatar maravilloso, país amigo, tolerante y justo es el de Josep Guardiola, acogido en el último tramo de su carrera como jugador en su liga y, luego de colgar las botas, elegido como uno de los embajadores de la candidatura del Mundial de Qatar 2022, al que no le faltaron ofertas para convertirse en seleccionador de Qatar, si así lo deseaba o como asesor del comité organizador.

Guardiola, como Xavi Hernández más tarde, y como Jaume Roures antes que ambos, a pesar de sus negocios y tratos con Qatar, incluida de un modo inequívoco e inevitable su imagen asociada al país y al Mundial, no han sido en ningún caso tratados como criminales por los medios catalanes con esa perturbadora obsesión que sí ha rodeado siempre a Rosell en su relación con Qatar.

La visión bipolar por parte de la prensa sobre un mismo país responde exclusivamente a que sus intereses van de la mano de ese bloque dominante de un entorno al servicio de la defensa de Laporta como presidente y en contra de Sandro Rosell y de Josep Maria Bartomeu. Y está claro que Guardiola, Xavi y Roures juegan en el bando laportista.

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