Arrels, la fundación que atiende a personas sin techo en Barcelona desde hace tres décadas, ha hecho un llamamiento para recibir apoyo económico y afrontar un déficit sobrevenido que cifra en 432.000 euros, resultante de la inflación que se ha desbocado este año, para continuar su labor.
Esta cifra es la diferencia entre los 325.000 euros que, a principios de 2022, calculaba que sus gastos superarían a sus ingresos, y los 757.000 euros que prevén que sea la diferencia con la que cerrarán este año.
El director de la fundación, Ferran Busquets, niega que se hayan planteado abandonar, pero reconoce que los problemas económicos de la entidad complican la asistencia de los nuevos casos. De hecho, ha manifestado que si Arrels prestara servicios temporales, «no podrían renovarse».
Un problema principal, según ha destacado, es el precio del mantenimiento de los pisos donde alojan a personas sin techo, particularmente de los suministros, que se han encarecido de 185.000 euros a 289.000 euros en el último año, unos 400 euros de media por vivienda.
Busquets ha hecho un llamamiento para recibir donativos de los ciudadanos y ha reclamado también subvenciones públicas a las instituciones, de las que dice que tienen «un punto de obligación» porque «damos respuesta a una situación a la que ellos no dan».
Arrels, que recibe un 30% de su financiación de fondos públicos -800.000 euros del Ayuntamiento de Barcelona y unos 500.000 de la Generalitat-, ha atendido a 2.169 personas este año.
