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Cataluña: estar o no estar ahí, esta es la cuestión

Todas las instituciones de los países de la Unión Europea (partidos, gobiernos, organizaciones de todo tipo) se enfrentan en el momento actual a un dilema: o se sitúan entre quienes buscan soluciones a los enormes problemas planteados o se sitúan entre aquellos que quieren aprovecharse de los graves problemas planteados para azuzar los discursos de los agravios, de las víctimas expiatorias, y en casos extremos del odio, para sacar ventaja política y electoral. El gobierno español de coalición se ha situado desde el primer momento entre los primeros, antes de la pandemia, durante la pandemia, y en la actual fase de reacción ante la guerra en Ucrania. Se podrán criticar cosas del gobierno español, pero hoy no es un gobierno que inquiete a Europa ni a los mercados financieros, sino que es un gobierno que genera confianza, porque está entre quienes quieren resolver los problemas, y está en una actividad frenética permanente ( legislativa, política, diplomática) para encontrar soluciones.

Catalunya y su gobierno también deben decidir de qué lado se sitúan: del lado de los que quieren resolver los problemas o del lado de los que quieren aprovecharse. Es difícil querer mantenerse con un pie a cada lado. O se buscan estrategias de partido de vuelo bajo o se trabaja para pactar la contribución de Catalunya a la evolución federal de España y Europa, que es la estrategia dominante para resolver los grandes problemas sociales y económicos planteados.

La estrategia de vuelo bajo es convertir el Consell Ejecutiu en un comité de campaña para arañar alguna alcaldía y concejalía más y (quizás, creen) conseguir la presidencia de la Diputación de Barcelona. ¡Gran proyecto nacional! ¡Qué luces tan largas! E ir diciendo que se quiere la autodeterminación y la amnistía con el deseo oculto algo más realista de conseguir una reforma del estatuto o de leyes orgánicas que se puedan pactar y refrendar, y unas reformas legales que permitan a personas que cometieron ilegalidades y que están pendientes de juicio, salir relativamente bien paradas. Y a eso llamarle “autodeterminación” y “amnistía”.

La gravedad del momento actual, geopolítica, social, climática y económica, exigiría poner las luces algo más largas. El dilema es hacer un Junqueras (o sea, mantener el cordón sanitario a la socialdemocracia, una de las fuerzas centrales de quienes buscan soluciones en Europa) o aceptar que en Catalunya las estrategias de aprovecharse de los problemas ya han fracasado todas y que es hora de estar ahí, de estar entre los gobiernos, instituciones y colectivos que, en vez de causar inquietud e inestabilidad, generan certeza y confianza.

En la actitud de Junqueras hay una parte de resentimiento y una parte de cálculo racional (de vuelo muy corto), y de “mensaje” para que el PSC les “ayude” a salir del lío judicial (ellos le llaman “represión”) en el que se han metido algunos de sus cuadros pendientes de juicio por su irresponsabilidad y frivolidad en 2017.

¿El PSC represor? El PSC les avisó, dirigentes del PSC hicieron de intermediarios para que no lo hicieran, los jueces que les metieron en prisión no son del PSC que se sepa, y en cambio algunos ministros del gobierno que les indultó sí lo son. Y el PSC con el PSOE trabaja para introducir reformas legales que clarifiquen cómo tipificar exactamente el disparate jurídico e institucional que perpetraron los dirigentes independentistas en el 2017.

Las limitaciones socio-etno-lingüísticas que revela su (estancada) estrategia de captación de cuadros del PSC (todos cortados por el mismo patrón) ilustran que la supuesta ampliación de la base está donde estaba en 2017. La huida de empresas, la pérdida de proyectos, el retraso en renovables, la mala gestión social, educativa, sanitaria… ¿no merecerían que alguien priorizara desde el gobierno su corrección?

Tomarse en serio el gobierno de la Generalitat no es administrar una autonomía (que también), sino contribuir a la evolución federal de España y de Europa, mirando al futuro en una encrucijada histórica decisiva (no para Cataluña, sino para Europa y la humanidad). Cataluña y sus instituciones deben contribuir a la política de rentas, a la distribución de costes de la crisis, al debate sobre la financiación pública (impuestos, nivelación, inversiones), incluyendo el acuerdo de financiación autonómica pendiente.

La Catalunya entera no cabe en un solo partido. No sólo necesitamos unos presupuestos, que también. Necesitamos una Catalunya que quiera estar donde siempre habíamos querido estar: en una España en el núcleo central de una Europa unida, próspera y justa.

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