Iberia e hidrógeno, la nueva hoja de ruta de Cataluña

La guerra de Ucrania, como todas las guerras, ha trastocado el orden geoeconómico que conocíamos hasta ahora. Una primera consecuencia es la marginación y la demonización de Rusia como gran proveedor de energía (gas y petróleo) de la Unión Europea (UE), vía Alemania. La segunda, el gran negocio que están haciendo los Estados Unidos a expensas de la UE: con el fortalecimiento del OTAN, el incremento de la dependencia europea de la industria militar norteamericana y la venta masiva de gas licuado para sustituir el embargo impuesto a Rusia.

Si fuera amante de las teorías conspirativas -que no lo soy- podríamos sospechar que Vladímir Putin es, en realidad, un agente al servicio de los Estados Unidos, con el objetivo de perpetrar el saqueo económico del “jardín” de Europa para imponer el dominio absoluto de Washington sobre el Viejo Continente. En todo caso, este es el resultado que nos está dejando la guerra de Ucrania y de aquí surge la necesidad imperiosa de encontrar una solución europea al callejón sin salida energético y militar en el cual nos encontramos y que llegará a su máximo paroxismo este próximo invierno.

Los presidentes Emmanuel Macron (Francia), Pedro Sánchez (España) y António Costa (Portugal) se han puesto manos a la obra y han llegado a la conclusión que el corte del grifo del petróleo y del gas de Rusia tiene que servir para acelerar el desarrollo de las energías alternativas, en sintonía con el compromiso de la lucha global contra el cambio climático. En espera que el sueño de la energía nuclear de fusión –limpia y barata- se haga realidad en un horizonte de 20 años, la transición apunta hacia el aprovechamiento del hidrógeno, generosamente abundante en la naturaleza, como nuevo combustible de referencia.

De este modo, los tres presidentes han acordado que la península Ibérica se convierta en el gran “hub” europeo de producción y distribución de la energía del hidrógeno verde (obtenido con electricidad de origen solar, eólica, mareomotriz…). Para hacerlo, han aprobado la construcción de un tubo submarino que enlazará Barcelona con Marsella y que, desde aquí, conectará con la red continental. Los detalles de este trascendental proyecto se concretarán en la cumbre Euromediterránea del próximo mes de diciembre.

Este “hub” peninsular del hidrógeno verde refuerza y consolida el concepto de la Diagonal ibérica (Lisboa-Madrid-Barcelona) que defiendo y que promuevo, desde hace tres años, a través del diario eltrapezio.eu y de la edición de libros. Los presidentes Pedro Sánchez y António Costa están perfectamente alineados en esta estrategia de máxima colaboración para convertir el bloque de España y Portugal en el gran actor económico de la Europa del siglo XXI.

Pero creo que todavía se tiene que ser más ambicioso. Marruecos –a solo 14 kilómetros de la península Ibérica- tiene todas las condiciones para devenir un importantísimo centro productor de energías renovables (especialmente, solar y eólica). De hecho, este sector está experimentando un desarrollo exponencial en este país magrebí –cabeza de puente del continente africano, la nueva tierra de promisión- como he podido constatar en un viaje de trabajo que acabo de realizar.

Cataluña se tiene que desperezar. El presidente Pere Aragonès tiene que saber leer la gran oportunidad que da la energía del hidrógeno verde y el hecho que Barcelona se convertirá en el punto de convergencia de esta estratégica infraestructura hasta Marsella.

El presidente Emmanuel Macron tenía razón: el gasoducto MidCat, que está encallado desde hace años en Hostalric (la Selva), es inviable. Abrir una trinchera de 190 kilómetros y soterrar el tubo hasta su conexión con la red gasística francesa es una inversión costosísima y una fuente inevitable de larguísimos conflictos con los propietarios afectados y los grupos ecologistas de defensa del territorio.

La opción del tubo submarino Barcelona-Marsella y la apuesta por hacer pasar, de manera prioritaria, hidrógeno verde (también lo hay de marrón, de azul, de blanco.., en función de su sistema de obtención) es la más inteligente. Pere Aragonès tiene que involucrar de manera decidida a la Generalitat en este proyecto que abanderan los presidentes António Costa y Pedro Sánchez.

Estamos hablando de una oportunidad única para la reindustrialización que necesita con urgencia Cataluña para recuperar el precioso tiempo perdido durante los diez años de procesismo estéril. También para la reconversión del polígono petroquímico de Tarragona, potenciándolo como nueva plataforma para la producción de hidrógeno.

La guerra de Ucrania no solo ha desequilibrado geoeconómicamente a la Unión Europea, dejando muy debilitada la primacía alemana. Sus efectos son también geopolíticos y tienen, como resultado inmediato, la emergencia de las potencialidades ibéricas como nueva nueva centralidad de la conjunción Europa-África.

En Cataluña somos prisioneros de “viejos” mapas que ya no nos sirven para movernos en el Mundo de hoy. La entelequia de la independencia y de los Países Catalanes –que rechazan mayoritariamente en la Comunidad Valenciana, en las Baleares, en Andorra, en la Cataluña Norte…- solo nos llevan a la frustración.

La nueva economía del hidrógeno nos tiene que hacer entender que la península Ibérica y la Unión Europea son nuestros marcos de referencia del siglo XXI. Si Cataluña y Barcelona quieren ser un “player” global, tenemos que interiorizar y potenciar estos vectores para poder tomar impulso.

(Visited 121 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario